“Estaría bien repensar nuestra metáfora de la transición, ya que desde finales del siglo XIX hemos estado enredados en un seudodebate sobre los caminos evolutivos al poder frente a los revolucionarios. Ambos lados fueron y siempre han sido en esencia reformistas porque ambos creyeron que la transición es un fenómeno que puede controlarse. Una transición controlada y organizada tiende a implicar cierta continuidad de explotación. Debemos perder el miedo a una transición que toma el aspecto de derrumbamiento, de desintegración, la cual es desordenada, en cierto modo puede ser anárquica, pero no necesariamente desastrosa. Las "revoluciones" incluso pueden ser "revolucionarias" en la medida en que promuevan tal derrumbamiento. Las organizaciones pueden ser esenciales para abrir camino, pero es poco probable que puedan edificar la nueva sociedad.”
Immanuel Wallerstein, Marx y el subdesarrollo.
La economía, la política y cultura, como todos los elementos producidos en sociedad tiene una invariable connotación de la clase impuesta por la que domina. En nuestro país como en toda Sociedad Capitalista han utilizado mecanismo de opresión, de segregación étnica y de alienación ideológica. Desde hace muchos años la oligarquía venezolana como clase dominante en el poder han negado el carácter multinacional y pluricultural de Venezuela, con lo que, han mantenido en opresión las distintas nacionalidades que emigran y emigraron, los pueblos indígenas y aquellos que colaboran en sus manifestaciones culturales para el enriquecimiento de nuestro país han sido relegadas. Más no solo las nacionalidades y pueblos indígenas han sido víctimas, de igual forma la Clase Obrera y Trabajadora se les ha impedido desarrollar libremente sus expresiones culturales al considerarlas atentatorias a la hegemonía ejercida por la clase dominante (oligarquía) por lo que surge la necesidad, más que histórica, urgente de confrontar directamente a la clase dominante para destruir el Sistema Capitalista diseñado por ella. Tal circunstancia nos plantea la necesidad que la próxima Constitución no debe ser por reforma sino realmente por revolución, reconociendo e identificando el contexto real adoptando medidas para la promoción y desarrollo de las distintas luchas en los escenarios políticos del pueblo venezolano. Esto implica, en primer lugar, el reconocimiento cabal del carácter multinacional, multicultural, pluriétnico del país y en segundo, sea reconocido la igualdad de derechos económicos, sociales, culturales y políticos del pueblo.
La principal deducción de lo anterior es que forzosamente tendremos que destruir el sistema Capitalista. “El desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre la que esta se produce y se apropia de lo producido. La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables”, (1); afirmación que mantiene validez en la actualidad.
Si el intento desarrollado por el proletariado ruso desde 1917 en la ex URSS fracasó, como en otros países, no significa que esté invalidado.
El marxismo dio una interpretación materialista y dialéctica al desarrollo de la sociedad, la lucha del proletariado por romper las cadenas de la dominación burguesa, dejó de ser, desde hace mucho tiempo, una utopía para conformar un proyecto político viable e ineludible.
La naturaleza del Capitalismo afronta por ciclos, crisis económicas que implica la explosión violenta de todas las contradicciones de este modo de producción, ahondando sus graves problemas y acelerando su decadencia. Demostrando que dichas contradicciones no pueden ser resueltas en el marco del Sistema Capitalista.
El desarrollo del Capitalismo desemboca en la cada vez mayor concentración y centralización de la riqueza por parte de la clase dominante (oligarcas) y como contraparte en la ampliación de los sectores sumidos en la pobreza que pugnan por poner fin a su situación con conciencia en sí y para sí (Obreros y Trabajadores). Lo que conduce a la agudización de los antagonismos y al reforzamiento de la lucha de clase, sentando las premisas necesarias para el triunfo del proletariado sobre la burguesía e imponiendo el Socialismo como alternativa para la destrucción del Capitalismo.
Carlos Marx expresó, en El Capital que el destino del Capitalismo: “El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada Capitalista. Los expropiadores son expropiados.”
1. Manifiesto Comunista. Marx y Engels. 1848
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