Con los ataques a la izquierda

El mismísimo Chávez terminó con el mito de la “derecha endógena”

Desde comienzos de año hemos señalado el acelerado giro a la derecha que el gobierno viene dando, el cual está determinado por su carácter de gobierno de conciliación o colaboración de clases, que busca desesperadamente tender puentes y lograr acuerdos con la burguesía, e incluso con sectores del imperialismo. Y esto no es nuevo, lo ha venido intentando desde el principio, recordemos el tristemente célebre crucifijo con el cual el Presidente pidió perdón a los golpistas en abril del 2002, o las mesas de negociación con la burguesía en los días subsiguientes al paro-sabotaje patronal.

Amnistía a golpistas y “palo” a la izquierda: dos caras de la colaboración de clases

Por ello, las recientes declaraciones del presidente Chávez en los programas televisivos La Hojilla y Dando y Dando, contra Lina Ron, Tascón y sectores de la izquierda del chavismo, hay que entenderlas en ese contexto de colaboración de clases al que nos referimos, caracterizado por la amnistía que por decreto se le brindó a los golpistas, la liberación de precios por cuenta gotas que el gobierno viene implementando, la flexibilización de los requisitos para importar que favorecen de manera grosera al empresariado, los contactos con la CTV y Fedecámaras para discutir el salario mínimo, obviando olímpicamente a la UNT, y probablemente las medidas económicas que el ministro de Finanzas ya ha anunciado, que completarán el paquete de ajuste económico que el gobierno está instrumentando mediante una especie de “golpe suave” contra los bolsillos del pueblo y los trabajadores.

Efectivamente, mientras el gobierno les concede graciosamente la amnistía a golpistas civiles y militares, y el Presidente defiende públicamente al hermano de Diosdado Cabello, reconocido por todo el mundo como el representante más conspicuo de los sectores más proburgueses y de derecha en el seno del gobierno, ataca duramente a Luis Tascón y a Lina Ron, los cuales, más allá de sus posturas políticas, han seguido al presidente Chávez desde un comienzo; despide a Orlando Chirino de PDVSA, persigue a varios directivos del sindicato de Sidor (Sutiss, a los cuales se les dictó medida preventiva de libertad, cosa que también ocurre con varios trabajadores y dirigentes sindicales de Sanitarios Maracay, dirigentes sindicales petroleros, y muchos otros activistas o luchadores.

Es lógico pensar entonces que los ataques a la izquierda –cuestión que ya había hecho el propio Diosdado Cabello a propósito de la denuncia de Tascón contra su hermano- buscan disciplinar a todo aquel que no se sujete a las directrices del gobierno para crear un ambiente político de estabilidad o gobernabilidad, como eufemísticamente se dice ahora, que favorezca los puentes con el empresariado. Sin duda que llama la atención que el Presidente se moleste porque se tome el Palacio Arzobispal o a Globovisión, los cuales representan a la Iglesia y a lo más recalcitrante de los medios de comunicación, dos instituciones que han jugado un papel contrarrevolucionario de primer orden. Por supuesto que estas acciones no son “convenientes” para el gobierno, empeñado en lograr alianzas con la “burguesía nacional”, tal como lo afirmó recientemente el presidente Chávez.

Los ataques a la izquierda la exponen ante los cuerpos de seguridad

Independientemente de la opinión política que nos merezcan Luis Tascón o Lina Ron, así como la acción que su grupo llevó a cabo contra el Palacio Arzobispal, o la toma de Globovisión realizada por otros grupos, las intolerantes y autoritarias declaraciones de Chávez son realmente graves y peligrosas para cualquiera que luche de forma autónoma o realice acciones contra los símbolos del poder burgués aún vigente. Tildando a la izquierda del proceso y a los luchadores sociales de infiltrados y agentes de la CIA, se les coloca en una difícil situación. Con sus palabras el Presidente expone frente a los cuerpos policiales a los sectores que critiquen, que lleven a cabo acciones independientes o al margen de las decisiones oficiales o del PSUV, que para el caso es lo mismo, ya que este es un aparato burocrático al servicio del gobierno. Estas temerarias declaraciones se constituyen en los hechos, viniendo del propio Presidente de la República, en una no tan velada delación, que podrían justificar medidas provenientes de los cuerpos de seguridad del Estado, o alguna acción violenta de un chavista a ultranza que siga fielmente la línea del Presidente, o el despido de su puesto de trabajo en algún organismo público, llevado a cabo por algún burócrata de la llamada “derecha endógena”, como ya le ocurrió, entre muchos otros, a Orlando Chirino, por luchar contra los burócratas rojos, rojitos de PDVSA, en defensa del contrato colectivo y por rechazar la reforma y llamar a votar nulo.

Lo dicho por Chávez públicamente y en cadena nacional expone a todo aquel que asuma posiciones críticas frente al gobierno, que luche por sus derechos de forma autónoma e independiente, sin esperar las ordenes del comandante, que apele a la movilización, a paros, tomas o huelgas como legítimas acciones en defensa de derechos y reivindicaciones, y en función de profundizar el proceso revolucionario hacia el socialismo verdadero, y no esta caricatura infeliz que han llamado “socialismo del siglo XXI”.

De hecho, el Presidente afirmó sin precisar, generalizando y sin dar “pruebas” –las mismas que le piden a Tascón-, que las organizaciones de izquierda estarían infiltradas por la derecha. Así que ningún militante de izquierda –y en esto nos incluimos nosotros- se sorprenda si cualquier día de estos se presenta en su casa una comisión de la Disip o algún otro cuerpo de seguridad del Estado, para indagar si es un “infiltrado”, agente del imperialismo o de la CI. Incluso llegó a decir, que la amenaza para el PSUV eran las organizaciones de izquierda.

El presidente Chávez cuestionó la marcha convocada por la Asamblea Popular de Caracas para conmemorar el aniversario del Caracazo, y criticó una de sus consignas: “No queremos que nos gobiernen, queremos gobernar”, que fue aprobada por más de 300 activistas en una asamblea realizada previamente, compuesta, por cierto, por muchos luchadores populares y comunitarios que arriesgaron sus vidas en Puente Llaguno, en el Fuerte Tiuna y en otros lugares de Caracas, en los días del golpe y durante el paro-sabotaje petrolero. Los que fueron buenos para defender al gobierno de los ataques del golpismo, no lo son hoy para movilizarse de manera autónoma, y mucho menos para gobernar.

El imperialismo, la burguesía y la política de colaboración de clases de la Unidad Popular liquidaron el proceso chileno. No la izquierda

Otro mito que el Presidente pretende extrapolar a la realidad venezolana de forma banal y simplificando los hechos históricos es achacarle a la “ultraizquierda” la responsabilidad de la derrota del proceso revolucionario chileno en 1973. Más allá de los errores vanguardistas y sectarios del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y otras organizaciones de la extrema izquierda, debe quedar claro que los principales responsables del derrocamiento de Allende y de la liquidación del proceso revolucionario en Chile fueron el imperialismo, la burguesía chilena y sus principales partidos, el Demócrata Cristiano y el Nacional, y por otra parte, la política de colaboración de clases del gobierno de la Unidad Popular, encabezada por el Partido Comunista y la mayoría del Partido Socialista. En todo caso, en otro artículo abordaremos este aspecto de lo afirmado por el presidente Chávez.

Por un partido revolucionario de los trabajadores

Con lo afirmado por el presidente Chávez, y por cierto tapado con el bluff de la crisis con Colombia, el gobierno muestra su verdadera faz autoritaria, caudillesca y bonapartista. Afortunadamente en diciembre prevaleció la sensatez y la conciencia política en el pueblo, y no se aprobó la reforma constitucional que además de no tener nada de socialista y restringir importantes libertades democráticas, otorgaba poderes excesivos al presidente y centralizaba el poder en sus manos.

Pero también se desmorona la fabula de los anillos que rodean a Chávez; incluso el propio Presidente con sus palabras y recientes acciones hecha por tierra el cuento fantasioso de la supuesta “derecha endógena”, un ardid inventado por los sectores reformistas y más proburgueses en el seno del chavismo, para tratar de separar a Chávez del resto de la burocracia, preservándolo incólume en una especie de cámara de oxigeno, como si el Presidente no tuviera nada que ver con su propio gobierno. Ardid que ha servido para confundir al pueblo y a los trabajadores y generar falsas expectativas e ilusiones en el Presidente y el gobierno.

Lo cierto es que este gobierno no es el gobierno de los trabajadores y el pueblo. No es el que nos conducirá al socialismo verdadero sin patronos, burócratas, terratenientes y corruptos “rojos, rojitos”, por el contrario es un gobierno de colaboración de clases, que no romperá con el capital y las transnacionales, y que está colocando en grave riesgo al proceso revolucionario y la esperanza de millones de hombres y mujeres pobres y trabajadores de nuestro país.

Por lo anterior es que se hace urgente construir una alternativa a la derecha oligárquica, proimperialista y apátrida, pero también frente al gobierno y su partido, el PSUV, que ya ha nacido enfermo de burocratismo y reformismo. En tal sentido, un grupo de luchadores sindicales y políticos venimos planteando la necesidad de construir un partido propio de los trabajadores y el pueblo. Profundamente democrático, clasista, internacionalista, revolucionario, socialista e independiente del gobierno y de los patronos, que se constituya en la verdadera opción de izquierda, y que organice a los mejores luchadores sociales de la clase obrera, de las comunidades, de la juventud estudiantil, en un gran partido que dirija mediante la movilización la lucha por un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo, que efectivamente comience a sentar las bases del socialismo. Pero que en lo inmediato luche por aumento general de salarios igual a la canasta familiar, por la escala móvil de salarios, por empleo genuino, por la jornada de 6 horas, por vivienda, salud y educación gratuita para todos, por el control obrero de Sanitarios Maracay, la planta de tratamiento de desechos sólidos de Mérida, en ULA TV, por la nacionalización de Sidor bajo control de sus trabajadores; contra las empresas mixtas que PDVSA sea 100% estatal y gestionada por sus empleados y obreros, por la autonomía y la libertad sindical; por tierras para los campesinos pobres y la liquidación del latifundio.

El autor es Profesor de la UCV y Militante del Movimiento por un Partido de los Trabajadores (Voz de los Trabajadores)
trabajadores2008@yahoo.com


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Miguel Angel Hernández

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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