"Chávez sí `chave´"

Formación Ideológica y praxis revolucionaria (VI)

El dinámico estilo afrocaribeño, la cautela e inteligencia indígena y las propuestas filosóficas de las “tres raíces”, rescatadas y difundidas por el principal difusor del socialismo en Venezuela han hecho posible esa pícara expresión del argot popular: “Chávez sí chave", surgida al calor de la primera gran victoria revolucionaria frente al golpe de Estado proimperialista de abril del 2002. El pueblo apasionado y valiente fue certero con esa frase que se ha venido consolidando en los años siguientes. Hoy disfrutamos reconocidos avances sociales en materia de felicidad, estabilidad y seguridad integral en Venezuela y estamos cada vez más conscientes de los retos a vencer.

Ahora, junto a la promoción del socialismo, el Comandante Hugo Chávez ha llamado a ser dialécticos pues ha considerado la dialéctica como una de esas poderosas herramientas metodológicas del socialismo que debe aplicarse en el estudio y análisis de los problemas, principalmente en los problemas derivados de la construcción socialista. En nuestras condiciones, los líderes de base, regionales, sectoriales o nacionales deben hacer un esfuerzo por comprender las potencialidades explicativas del enfoque dialéctico que unido al enfoque histórico proporciona un buen arsenal de ideas básicas para profundizar la construcción socialista.

Sin embargo, algunos compatriotas continúan siendo antidialécticos en el discurso y unilaterales en su proceder, ya sea por ignorancia o por arraigados conocimientos metafísicos que son contrarios a los dialécticos. Y esa falta de dialéctica en el trabajo político, sobre todo en nuestra situación revolucionaria, expresada en la unilateralidad o en la incoherencia en el análisis, es detectada y rechazada por gran parte del pueblo, sobre todo por aquella parte que va profundizando su formación ideológica a una alta velocidad, a veces increíble.

Por ejemplo, al escuchar las opiniones de algunos analistas respecto al socialismo en otros espacios geográficos, y nos mencionan “el modelo tal” o el “modelo mas cuál” lo hacen sin plena consciencia o total comprensión de lo que significa un modelo (de sistema social o de sistema político) como construcción teórica de alguien o de alguna escuela de pensamiento basada en una determinada filosofía, visión política e intereses de clase.

Para comentar “modelos” socialistas habría que especificar su autor o autores, tal y como hacemos –por citar un ejemplo- cuando hablamos del modelo del Che para construir el socialismo en Cuba, sobre el cual habló, describió y argumentó, específicamente para el caso cubano, o del modelo de Mao Tse Tung para construir el socialismo en China. Ninguno de los dos, en ninguna parte de sus escritos, hicieron alusión a que estaban desarrollando un modelo para todos los países, ni cosa por el estilo, pues ellos también defendieron la idea –al igual que Fidel- de que el socialismo es una construcción consciente basada en las condiciones histórico-concretas de cada sociedad y de su entorno.

Tal parece, para esos compatriotas, que aluden a “los modelos”, cuando se emprendió una construcción socialista en alguna parte del mundo, todo fue definido y decidido únicamente por los intereses de las fuerzas socialistas o, lo que es lo mismo, que esas fuerzas eran las únicas en el control total de todo el espectro sociopolítico y económico del país, y que ninguna otra fuerza se les opuso. Por ejemplo, centrarse y reducir el análisis a las críticas de los errores de los líderes del llamado “socialismo real” es reducir el modelo a sólo un actor, las fuerzas de izquierda, lo cual es falso. Ahí estamos en presencia de un modelo tan abstracto que no desempeña ningún papel certero en la construcción del conocimiento, lo cual pudiera ser –de mantenerse- un factor de incomprensión de todo el proceso social revolucionario que puede conducir al excesivo espíritu crítico, a la frustración constante frente a las adversidades y al enfrentamiento permanente en los colectivos partidistas donde hay niveles diferentes de formación ideológica.

Si en el diverso mundo del socialismo, existente ayer y hoy, no se consideran los “laberintos” en que los poderosos imperialistas han podido llevar a muchos pueblos, es tener una visión metafísica del mundo, muy poco dialéctica y superficial que no acude a “las raíces” de los problemas, y por tanto no acorde al ideal socialista de los fundadores de la teoría socialista y de los pioneros de la construcción socialista. Baste recordar aquellas palabras de Ho Chi Minh de su testamento político: “Nuestros compatriotas posiblemente tengan que soportar nuevos sacrificios en términos de propiedad y de vidas humanas. En nuestro caso, debemos estar resueltos a luchar contra los agresores norteamericanos hasta la victoria final”(1).

No considerar adecuadamente en el análisis de los “modelos socialistas” el nivel de las fuerzas adversarias es una forma antidialéctica de apreciar la batalla política, como “expresión concentrada” de la batalla económica entre las fuerzas en pugna, ya sea por el control de espacios geopolíticos o directamente por el control sobre recursos estratégicos. El análisis antidialéctico obstaculiza y daña, por su proyección política, a aquellos compatriotas, honrados y sinceros, que por falta de formación político-ideológica son atraídos o confundidos por esta jerga de “los modelos” y pueden llegar hasta a solidarizarse con esos “marxistas de cafetín” que pudieran ser tan dañinos al proceso como algunos adversarios de clase.

A estos honrados y sinceros compatriotas son a quienes están dirigidas estas reflexiones. Veamos integralmente el conjunto de factores, el todo, requisito imprescindible del pensamiento dialéctico.

Cuando se analiza ese tipo de valoraciones u opiniones, tendientes a reducir la dinámica y perspectivas de la construcción del socialismo en otros países al único hecho de que fueron “modelos donde se cometieron muchos errores”, con lo cual ese análisis se reduce a considerar un solo actor político, inmerso e interesado en llevar a cabo un proyecto social, y se abstrae de analizar el desarrollo, o la propia construcción socialista como proceso social de múltiples contradicciones, indisolublemente vinculado a los intereses de otras fuerzas, tanto internas como externas, que con sus capacidades pueden retrasar, obstaculizar o detener los procesos que desencadena la propia construcción socialista, entonces estamos ante un análisis antidialéctico o unilateral. Incluso, pudiera haber fuerzas conservadoras adversarias que por sus crecientes debilidades se “juegan” sus perspectivas futuras en acciones “desesperadas” y lo que han provocado es la aceleración de los procesos socialistas. En otros casos, hay “errores” basados en las decisiones de los propios pueblos –expresadas en las propias dinámicas mediante las cuales asumieron el poder- que tienden a ser obviadas, ignoradas o a ser consideradas por algunos “analistas políticos” o por algún “superrevolucionario” como “errores de los liderazgos socialistas del siglo XX”.

Si como venezolanos constructores del socialismo, mañana algún analista nos quiere criticar porque luego de siete años de Revolución Bolivariana es que nos hemos planteado la construcción del socialismo y este analista no tiene en cuenta que “en política no siempre es lo que se quiere sino lo que se puede” es decir, la política como “el arte de lo posible”, y deja de tener en cuenta el conjunto de factores que desempeñaron un papel contrarrevolucionario en el ritmo de la Revolución Bolivariana, tendremos que reclamarle su falta de dialéctica y su posición unilateral de analizar el socialismo bolivariano.

¿Qué investigador que respete su profesión puede abstraerse -en el análisis de la construcción del socialismo en Venezuela- del nivel existente de conciencia social del pueblo al iniciarse el proceso en 1999 como para emprender un proyecto declarado anticipadamente socialista?. ¿Qué investigador puede soslayar las trabas legales y judiciales logradas por las fuerzas capitalistas que penetraron todos los poderes públicos hasta subordinarlos a sus intereses, para detener el avance revolucionario?. ¿Se podrían obviar -al valorar el ritmo de la construcción del socialismo en Venezuela- los paros de la economía promovidos por el sector empresarial contrarrevolucionario en el 2001?. ¿Y todo el apoyo estadounidense a ese sector para llevar a cabo sus deleznables objetivos?. ¿Cómo se podría afirmar científicamente, dentro de veinte años, que en la construcción del socialismo en Venezuela se cometió el error de no expropiar a los capitalistas desde el 4 de febrero de 1999?. ¿Qué investigador podría abstraerse de estudiar –antes de valorar los aciertos y desaciertos de la construcción socialista en un país- el nivel y el control de la base económica y financiera pública donde sustentar las políticas sociales que permitan modificar los criterios populares acerca de la falsa imagen del socialismo vendida por los medios imperiales de comunicación, largamente vilipendiado por años como “un dañino régimen”, desde los más grandes poderes del mundo imperial?. ¿Cómo se podría ignorar –al evaluar los reveses del socialismo en otro país- las operaciones encubiertas de la CIA para socavar los procesos y asesinar a los líderes revolucionarios?. ¿Qué investigador que se respete puede –al cabo de diez o veinte años- ignorar todo lo que en el plano internacional y nacional han hecho los gobiernos estadounidenses de Clinton y Bush para frenar el avance de la Revolución Bolivariana y socavar el liderazgo de Chávez, mucho antes de que este se pronunciase por la construcción socialista?. ¿Podrá ser valorado adecuadamente el ritmo de la construcción del socialismo en Venezuela haciendo caso omiso de las acciones golpistas del generalato venezolano en abril del 2002 y las operaciones de sabotaje a la industria petrolera unos meses después?.

Por ello, hay que tomar distancia de quienes -sin conocimientos o ignorándolos- tratan de aparentar radicalidad, o mucha sapiencia sobre el análisis del socialismo en otros países, pues provocan rechazo o distanciamiento, ya que en ellos está latente una visión unilineal, y por tanto, ingenua políticamente o desprovista de la visión del poder como eje y problema principal de toda revolución, creyendo que construir el socialismo es un asunto solamente racional, es decir, sin considerar el papel de los factores subjetivos e ignorando las poderosas fuerzas imperialistas que históricamente lograron –con ayuda de lacayos criollos, arribistas, corruptos e ignorantes- arrebatar el poder a los pueblos en momentos revolucionarios, o que lograron hacer regresar a muchos pueblos, en procesos de construcción socialista, a etapas capitalistas que parecían superadas.

Cuando Simón Rodríguez acudió a la famosa síntesis de “creamos o erramos” estaba dando en el centro del blanco pues sin creatividad es imposible construir el socialismo, así como tampoco es posible construirlo creativamente sin audacia en la rica realidad (sujetos, tiempo, espacio, movimiento, información, instituciones), ignorando las fuerzas de oposición -tanto internas como externas- o ignorando las condiciones subjetivas de quienes tienen y deben construir el socialismo, la correlación de fuerzas internacionales, así como las tendencias y situaciones objetivas nacionales, regionales y mundiales. La visión creativa de sociedad de Simón Rodríguez presupone el conocimiento del acervo cultural de la humanidad, y en ella se encuentran, inexorablemente, en este siglo XXI, todas las experiencias del socialismo del siglo XX.

¡Cuánta razón no tenía el Che! cuando reveló dialécticamente las particularidades de los continentes del sur en aquel famoso análisis tricontinental de 1965 comenzando a reconocer que “el campo fundamental de la explotación del imperialismo abarca los tres continentes atrasados, América, Asia y África. Cada país tiene características propias, pero los continentes, en su conjunto, también las presentan”(2). Es decir, revelar lo particular y lo general es una necesidad del pensar dialécticamente.

La visión política adecuada es una condición sine qua nom de la creatividad en política. Y esa adecuación está en estrecha relación entre lo que se quiere hacer, cómo hacerlo y las fuerzas con que se cuenta para hacerlo, en relación dialéctica con las fuerzas que se oponen. Con esa visión política adecuada el proceso creativo, en política, se garantiza, e incluso, se protege de las necesarias improvisaciones audaces, además de la necesaria actitud democrática que debe mantenerse y desarrollarse al máximo para vencer las fuerzas contrarrevolucionarias, esas que tratan de impedir las transformaciones estructurales.

A mi juicio, esta es la visión dialéctica, ahora extendida por los Andes y por Centroamérica, a que el líder de la Revolución Bolivariana, Comandante Hugo Chávez nos ha convocado a tener. Él ha hecho en más de una ocasión la explicación del “triángulo estratégico” bolivariano, el cual resume su pensamiento dialéctico en política. Es la visión y posición que históricamente nos ha brindado Fidel, que se basa en el desarrollo del poder del pueblo como el único garante para frenar las fuerzas contrarrevolucionarias y hacer avanzar las tareas socialistas. En torno a ese eje contradictorio se define todo el sistema social. Eso es parte crucial de la escencia, diría Aristóteles aplicando su teoría dialéctica.

Si la anterior afirmación no fuera cierta, el socialismo hubiera llegado, triunfado y construido en muchos países, incluso desde la época de la Comuna de Paris en 1881. De no ser cierta la afirmación que vincula o correlaciona negativamente el poder de la contrarrevolución y el poder del pueblo, el socialismo se hubiera mantenido en los países del otrora “campo socialista”, o quizás, se hubiera hecho realidad desde la época del socialista utópico Tomas Moro en el siglo XVI, cuando esbozó aquella sociedad donde no había ni explotadores ni explotados.

No se trata de basar todo el debate y la explicación del socialismo en caracterizar los “modelos socialistas” solamente por sus errores cometidos o por sus derivaciones políticas producto de errores cometidos, sino fundamentalmente explicar las diversas causales de ellos. De no analizarse los “modelos socialistas” con una visión dialéctica se puede llegar a dos contradicciones: una, negar los “modelos” y con él todas las experiencias positivas socialistas anteriores, lo cual no es coherente con el pensamiento de Simón Bolívar ni con el de ninguno de los clásicos marxistas. La segunda contradicción de ese pensamiento que no busca y revela las causas, es que al rechazar ciegamente los modelos socialistas anteriores les resultaría imposible trabajar sincera y honestamente en promover el socialismo bolivariano en Nuestra América o en otras regiones del sur. ¿Qué bolivariano no siente orgullo cuando, desde otros rincones del mundo, escuchamos voces populares interesadas por aplicar el modelo revolucionario venezolano en sus países?.

Tampoco se trata de basar únicamente la explicación de las derrotadas experiencias socialistas en la simple violación de la primera regla a observar, referida “al desarrollo del poder del pueblo como el único garante para frenar las fuerzas contrarrevolucionarias” y avanzar en la construcción socialista, sino se trata fundamentalmente de explicar las múltiples causas de aquellas derrotas. Se trata ahora de explicar las condiciones que deben crearse para evitar el surgimiento de aquellas causas, y explicar, sobre todo, que para desarrollar ese poder del pueblo, esas capacidades de acción colectivas que garanticen la construcción socialista deben ser fortalecidas con la educación política y la formación ideológica dialéctica, basada en el enfoque histórico-concreto para develar todas las fuerzas en pugna, sus limitaciones y sus alcances, las contradicciones fundamentales o antagónicas y las no antagónicas o secundarias, aún cuando ello suponga un enfrentamiento a los posmodernistas de estilo “contrarrevolucionario ingenuo” que niegan la existencia de las leyes, entre ellas las sociales, o a los anticientíficos de estilo “izquierdistas antipositivistas” inclinados por la improvisación o por el espontaneísmo anárquico, antes que por el ordenamiento revolucionario, democrático y la planeación científica socialista para poder vencer al sistema de dominación imperialista.

“Del análisis –decía el revolucionario africano y marxista Amilcar Cabral- podremos establecer dónde es que una solución podrá traer como consecuencia otras soluciones. No somos del todo pesimistas, por el contrario, somos optimistas, pues somos combatientes y somos combatientes porque somos optimistas.(…) Hay que tener en cuenta las experiencias de los otros y crear, en las condiciones que nos son propias” (3). He aquí otra aplicación de la dialéctica a la lucha revolucionaria.



Todo ello sería la garantía para sacar provecho de las experiencias socialistas anteriores y para hacer realidad la visión creativa del gran “Robinson”, pues hablando en “buen romance”, el socialismo en Venezuela es el sistema social de amplia inclusión, en búsqueda permanente de la mayor felicidad, seguridad y estabilidad que está construyendo, por fases, el pueblo venezolano y su líder. Cada fase, con un determinado nivel de conciencia política, precisamente y ante todo, de esa “masa crítica” favorable al socialismo, con sus capacidades de acción colectiva frente a los adversarios anticonstitucionalistas y antisocialistas, con los recursos físicos y riquezas cada vez más controlados popularmente, con el conocimiento de las circunstancias regionales y mundiales de una avanzada crisis del sistema de dominación capitalista y de un renacer de las esperanzas socialistas por todo el mundo, y también, con la herencia socialista multicultural que les ha legado la propia humanidad.

El pueblo venezolano en su largo camino de formación, eliminará todas las contradicciones, decidirá por su propia experiencia lo que podrá aplicar, y como lo aplicará, lo que podrá posponer para otro momento, y lo que deberá desechar para construir su propio proyecto de Patria socialista en estrecha unidad dialéctica con los otros pueblos hermanos de la gran Nación latinoamericana y caribeña.


(*) Comunidades Hermanas Residentes en Venezuela.

(1) pag. 94, Rebelión Tricontinental, Editorial Ocean Sur, 2006.
(2) pag. 27, ob.cit.
(3) pag. 96,97 y 98 ob.cit.

kiero@cantv.net


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Ernesto Wong Maestre


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