Basta que el presidente lance una idea para que, de un lado la oposición golpista y del otro los asentidores de oficio y por conveniencia, lo asuman todo a pie juntillas obviando el valor estratégico que la afirmación tenga. Para la derecha golpista, incansable y revanchista, toda reconsideración de acciones gubernamentales propuestas significa debilidad, temores y oportunidad para atacar de nuevo. Para los “líderes” asentidores de oficio, aquellos que viven pendientes de cualquier “línea” en el discurso presidencial para pegarse con ahínco a hacer el coro, estas reconsideraciones son asumidas –más papistas que el papa- como licencia para agredir a la siempre temida izquierda verdadera.
Venimos de varios frenazos –más allá de cualquier consideración táctica- que han puesto en evidencia errores tácticos de fondo. Un gobierno revolucionario no puede adelantar combates sin medir con precisión tanto los escenarios políticos como las posibilidades de salir victorioso. Con el asunto de la eliminación de los exámenes internos de admisión a las universidades autónomas, del mismo modo que con el combate por dotar al sistema educativo de un currículo cónsono con la Constitución Bolivariana es evidente esta falla táctica. Lanzar ambas propuestas para recogerlas tan pronto la derecha hizo lo que tenía que hacer: oponerse radicalmente basados en la mentira, la calumnia y la utilización de su enorme aparato mediático, puede tener una explicación táctica en un año electoral –en Venezuela siempre lo son- intentando que el debate no arrope la campaña. Sin embargo… ¿por qué no se tomó esto en cuenta?
Las razones, estadísticas y pruebas abundantes demuestran que el malévolo sistema de exámenes de ingreso internos es absolutamente incompatible con el derecho a una educación –a cualquier nivel- gratuita y de calidad para todos establecido en la Constitución Bolivariana. Quienes hemos venido alzando la voz desde aquellos días del año 1978 cuando se estableció la Prueba de Aptitud Académica –mucho más contra el contrabando introducido por la derecha con las pruebas internas apoyada en el Artículo 25 de la Ley de Educación Superior, soporte del argumento de las Universidades Autónomas- hemos podido ver con angustia como toda la estrategia conducía a la exclusión del pueblo humilde de las aulas universitarias. Esto es hoy una dolorosa realidad. En Universidades como la Central los muchachos provenientes de las clases pobres no llegan al 4%. Entonces… ¿no es acaso revolucionario el combate por revertir ese proceso?
Igual podemos decir de la propuesta de currículo para la educación primaria y media. No hay en la propuesta un solo objetivo pedagógico que no conduzca a la aplicación de la Constitución Bolivariana aprobada por el pueblo en 1999. La Constitución recoge el país que los venezolanos y las venezolanas queremos y debemos hacer realidad. La Constitución no está en discusión. Aplicarla en todos sus contenidos es una obligación –más que un derecho aunque también- de todos los venezolanos y venezolanas so pena de violar sus contenidos. Entonces… ¿no es acaso una deuda de la Revolución con su pueblo el cumplirla y hacerla cumplir? Si hay una sola tilde, un punto o una coma que no sea constitucional existen los medios –establecidos en la misma Constitución- para quitarlos. De lo contrario todo el contenido es de obligatorio cumplimiento. ¿Por qué tenemos que llevar a referendo una propuesta que está en armonía perfecta con la Constitución aprobada por el pueblo?
La derecha implacable –ahora o cuando sea- no atacará con argumentos. No los tiene ni los necesitan, nunca lo han hecho ni lo harán, tienen un solo objetivo claro y único: extirpar la Revolución Bolivariana de la faz de la tierra o asimilarla hasta esterilizarla y convertirla en una herramienta a su servicio. Suponer que el debate con la derecha y con el imperio capitalista mundial se dará en base a razones es de una ingenuidad criminal. ¿Eso no se sabía?, ¿tan despistados estamos? El socialismo es un sistema humanista, igualitario, de amor y justicia absolutamente incompatible con el sistema capitalista basado en la explotación del hombre por su hermano. La derecha capitalista no tiene problemas de conciencia. Esa derecha sabe –ha sabido siempre- que su existencia depende de la eliminación de cualquier clase de obstáculo a su filosofía y su sistema. Cualquier concesión a la derecha será siempre quirúrgicamente aprovechada por ella para dañar y lastimar la organización popular. Capitalismo y socialismo son como el agua y el aceite, cuando se intenta su mezcla se produce una ilusión, mera apariencia, miles de burbujitas parecieran anunciar la posibilidad de la mezcla; al esperar un poco la realidad se impone con contundencia. El agua se va al fondo y el aceite arriba sin que se produzca la menor mezcla entre ellos.
“La inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva”, decía el panita Alí Primera. Creo que es el único verso de Alí con el cual nunca estuve de acuerdo: la inocencia si mata al pueblo. La inocencia es sinónimo de ignorancia, el conocimiento es el precursor de la conciencia. La conciencia profunda, serena y firme es la que salva al pueblo. A la derecha, al imperialismo…”ni tantico así”, nos decía el Che que sabía y mucho de eso. Rosa Luxemburgo hacía la analogía de la Revolución con una locomotora siempre cuesta arriba; no puede perder su impulso y si por razones estratégicas aminora la marcha sólo puede ser para dar un avance cualitativo. Detenerse es retroceder cuesta abajo.
Mi confianza en el timonel de la Revolución no tiene resquicios; no puede tenerlos, pero la conciencia impone el llamado, la reflexión, la interiorización y la alarma. No hacerlo es traicionar la Revolución y con ella al timonel; es traicionarlo todo. Si hay razones tácticas que aconsejan estos golpes de timón: ¡adelante!, ¡siempre estaremos a su lado, al lado del pueblo!, pero… hágalo saber, Comandante, hágalo saber, no le de papita a la derecha. No permita que lo embarquen en propuestas sin medir bien sus consecuencias. Su fuerza, Comandante, es la fuerza del pueblo, está en el pueblo, siga siempre ese instinto que lo ha guiado y nos ha guiado hasta aquí, haga que nos siga guiando hasta la victoria… como afirmaba El Libertador: valore siempre más la opinión de ese pueblo que la de los sabios. Ese pueblo que lo ama, ese pueblo que salió aquel 13 de abril cuando la derecha lo había secuestrado, ese pueblo que está dispuesto a salir una y mil veces y dar la vida por la Revolución y por usted, Comandante.
¡¡¡A DESALAMBRAR!!!
¡CON CHÁVEZ TODO, SIN CHÁVEZ NADA!
¡La lucha es larga, la victoria es nuestra!
¡VENCEREMOS!
martinguedez@gmail.com