Antes de empezar a escribir el tema de hoy, quiero ponerme en mi lugar de humilde revolucionario y de luchador social de toda la vida, soy un acérrimo luchador y defensor de esta Revolución.
Simplemente amparado en ese título de revolucionario, y en el título común que nos hermana de luchadores, es que me he motivado ha escribir el tema de hoy.
Nosotros estamos iniciando una etapa nueva en el orden económico.
Hemos conseguido todas las cualidades necesarias en el orden político para poder iniciar esta nueva economía y hemos dado el primer paso en eso, cambiando la estructura de la tenencia de la tierra en nuestro país. Es decir, hemos iniciado —como se deben iniciar estos procesos de desarrollo— con la entrega de tierras productiva al campesino.
Pero para saber cuál va a ser ese proceso, es necesario que nos situemos históricamente y económicamente. Si iniciamos el proceso de desarrollo, quiere decir que no estamos desarrollados. Seremos subdesarrollados, semicoloniales, semiindustrializados —como quieran los más optimistas— o el nombre que ustedes quieran. Pero debernos fundamentalmente estudiar cuáles son las características de este proceso que nos convierte en país subdesarrollado y las medidas que nos permitirán salir de esa situación.
Naturalmente que la primera característica de un país subdesarrollado es la de no tener industrias, depender para el suministro de sus artículos manufacturados del extranjero. Y Venezuela cumple a media con esa primera premisa para ser un país subdesarrollado.
Poco a poco los campesinos se han ido posesionando de las tierras, que fueron latifundios y creando una poderosa industria para fortalecer la cadena alimentaria en la República Bolivariana de Venezuela, a raíz de este beneficio existe una productividad a niveles de solventar la situación del desabastecimiento y la especulación practicada por parte de la oposición.
A partir de 1999, e inmediatamente surgieron los primeros rozamientos y dificultades con el "gigante del norte". Rozamientos lógicos, si se ve que uno de los países acostumbrados a un trato preferencial veía de pronto que esta pequeña "colonia" latinoamericana irreverentemente pretendía hablar el único lenguaje que puede hablar una revolución: el lenguaje del trato igualitario.
Al principio de 1999, el enorme Tío Sam, aparecía en las caricaturas mirando entre divertido y asombrado a un pequeño indio, zambo, con las bolas del tamaño del compromiso con su pueblo, que pretendía darle una patada en las piernas, porque no llegaba más lejos de altura. La dimensión del pequeño indio, zambo, con las bolas del tamaño del compromiso con su pueblo, ha ido creciendo hasta adquirir proporciones americanas y ser presencia viva, en este momento, en América y el Mundo. Y cada vez que un pueblo pretende expresar su descontento y su inconformidad contra la expoliación, que levante la bandera de la revolución, que no es otra que la bandera de libertad, la bandera de no dejarse oprimir. Hemos llegado, pues, al lugar más alto de la América irredenta en cuanto a proyecciones políticas se refiere. Somos sin discusión de ninguna clase —le guste o no le guste a los grandes países del Mundo— los líderes de los pueblos en avance. Representamos para los amos poderosos todo lo que hay de absurdo, de negativo, de irreverente y de convulso en esta América que ellos desprecian. Pero representamos por el otro lado, para la gran masa del pueblo americano, del americano nuestro, todo lo que hay de noble, todo lo que hay de sincero y de combativo en estos pueblos llamados despectivamente "mestizos".
Pero nosotros sabemos perfectamente bien que nuestro desarrollo político ha alcanzado un peldaño a nivel mundial. Y por eso es que pueden surtir efecto esas tentativas de agresión económica que están fraguándose en la Casa Blanca, contra la Republica Bolivariana de Venezuela. Y cuando luchamos con todas nuestras fuerzas por librarnos de esa dependencia y firmamos acuerdos con países progresistas de Latinoamérica y el mundo, saltan los pitiyankis, los apatrida, los lacayos del imperio a sembrar la confusión. Tratan de demostrar que nuestro presidente, no esta vendiendo a otros países, sino regalando nuestro dinero. Y no se han parado nunca a analizar qué cantidad de esclavitud significó para el pueblo de la Republica Bolivariana de Venezuela la cantidad de barriles de petróleo, que se vendieron en los años 50, 60, 70, 80 y 90 a precios preferenciales al "gigante del Norte".
Es por esto camaradas que hay que estar firmes, constantes y categórico en lo que es nuestra lucha por la liberación económica, quiere decir, en la construcción de una economía solidaria basada en la reciprocidad y en la ayuda mutua tal y como se esta perfilando en el marco del proyecto ALBA.
Tanto en la lucha económica interna de nuestra República Bolivariana de Venezuela, como a nivel latinoamericano, esto es la parte más difícil: Romper con los viejos esquemas capitalistas de explotación que nos han impedido, y siguen impidiendo la realización plena de nuestro sueño SOCIALISTA.
Patria Socialismo ó Muerte Venceremos.
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