Los detractores del Libertador; algún parecido con la realidad es pura coincidencia

La obra libertadora del Libertador, Fue realmente ciclópea: de campesinos y analfabetos hizo valientes y aguerridos militares y notables estadistas. Si se considera que en toda la época del movimiento revolucionario que culminó en la independencia del Norte de la América del Sur, las arcas públicas estaban vacías; no existía siquiera el crédito para comprar las armas que requería la lucha; que los campos dejaron de producir el diario alimento, porque los labradores habían cambiado el almocafre por el fusil y que los negocios urbanos no podían renovar sus mercancías, por la dificultad de la importación. Si recordamos que además no existían caminos ni marina y en realidad, tenemos presente, que durante la Guerra Magna, nada existía, ni siquiera el Estado, bien puede comprenderse que Bolívar fue un verdadero artífice, que todo lo formó del no ser, como si fuese el dios de la guerra y merece, por tanto, nuestra admiración y respeto.

Por eso sorprende que los hombres se complazcan en la detracción del Héroe de tan incomparable lucha, en vez de reconocerle su grandeza y agradecerle, que pospuso riquezas, tranquilidad, y aún la amistad, a la que siempre le rindió el más sincero homenaje y verdadero culto, por darnos libertad, igualdad y Patria.

Aun cuando sea increíble, nuestro Libertador ha recibido los dardos ponzoñosos de la maledicencia, se le ha escarnecido y hasta la mentira y la inventiva más odiosas se han puesto en juego para denigrarle y vituperarle; por lo que, no es ni puede ser raro, que aflore en nuestra mente la pregunta que nos dé la razón o el motivo que pueda impulsar esta maldad humana, convertida en vergonzosa y asquerosa realidad.

No puede ser el origen la disquisición histórica ni el deseo de buscar la verdad que debe perseguir el Historiador honrado, pues la mayoría de sus detractores llegan al extremo de adulterar la verdad, tergiversando los hechos y aun las fuentes o pruebas que suministra la Historia.

No puede ser la ignorancia, porque esos detractores son seres de inteligencia cultivada y los contemporáneos del Libertador, presenciaron los hechos y hasta fueron actores de los sucesos.

Tampoco puede tener como fundamento, el anhelo de rectificación de la Historia, pues, generalmente ese deseo no podría dar el resultado apetecido, porque lo guía preferentemente un malévolo e interesado espíritu de alteración y de mentira, por lo que su resultado carece de todo crédito.

Los detractores del Libertador, forman una horda de salteadores de la Historia, que, no obstante, hasta puede decirse que constituyen una malhadada escuela. Sin embargo, no habremos de referirnos a todos porque se haría largo este comentario, pero de la nómina escogemos solamente cuatro: Ducoudray Holstein y Pruvonena, contemporáneos del Libertador, y Sañudo y Madariaga, escritores de nuestros tiempos. Porque esta cuatrinca nos puede enseñar cuáles son algunas de las causas que motivan esta infamante labor.

El primero, inspirador de Carlos Marx, y por lo tanto, éste se hace eco de las falsedades y diatribas del otro, nos lo pintó el mismo Libertador con pinceladas de un colorido capaz de presentarlo tal como era. Según Perú de Lacroix, en el Diario de Bucaramanga, Bolívar manifestó, en contra de lo aseverado por su detractor, que jamás había sido su edecán ni merecido su confianza, pues lo conoció en Cartagena en el año de 1815; después de la evacuación de aquella Plaza, se le presentó en Los Cayos cuando preparaba su primera expedición a la Isla de Margarita y agrega el Libertador, que, nunca tuvo confianza en él, en razón de que tenía una idea poco favorable de su persona y de sus servicios, pues se lo figuraba como un caballero de industria que había llegado a engañarle con falsos despachos, que no eran suyos. Este Ducoudray es el mismo de quien dijo Baralt que era un "francés petulante de muchas palabras doradas y pocas obras buenas, cuya conducta hizo mucho mal a los patriotas de Cartagena". El Dr. Vicente Lecuna, dice, que Ducoudray, "Desdeñado por Bolívar, torpemente dedicóse a promover un cambio de gobierno. . . pero como tratara de sincerarse, el Libertador lo rechazó como delincuente. . . Tal fue la causa de su odio contra Bolívar y sus infames calumnias divulgadas en la obra Histoíre de Bolívar". Dice también el Dr. Lecuna que el propio Ducoudray, despedido del Ejército, "refiere que el Libertador lo increpó duramente por la pretensión de cambiar el Gobierno, llegando a decirle que merecía ser fusilado". Pero Ducoudray confiesa su enemistad, al decir que muchos de sus amigos se quedaron atónitos al no verlo a él a la cabeza de los ascendidos, con motivo de la acción naval cerca de Los Frailes. Basta con lo dicho para clasificar a Ducoudray, entre los enemigos del Libertador y ser ésta la causa determinante de su diatriba.

Pruvonena, seudónimo bajo el cual cubrió su cobardía el peruano José de la Riva Agüero, es otro de los contemporáneos maledicientes del Libertador. En un libro póstumo, aparece un Capítulo dedicado a denigrar del Libertador, en el cual asevera que el Libertador cometió iniquidad, felonía y crueldad contra él; pero la mentira siempre sale a la superficie, por más que se pretenda taparla bien, y así Riva Agüero, se encarga, sin quererlo, de decir con evidencia desconcertante, que lo considerado como mal proceder de Bolívar, fue al contrario, el castigo a la traición, pues este peruano quiso servirle a dos dioses, y así a la vez que defendía la causa patriota trataba de entregar los republicanos a los realistas, que eran los enemigos. En una ignominiosa Proclama a los peruanos, confiesa expresamente su perfidia y deslealtad cuando dijo: "Yo he dictado que os uniereis con los Españoles como el único modo de cortar vuestra ruina. . ." y en la misma Proclama dice Pruvonena: "Bolívar es el mayor monstruo que existe sobre la tierra. Es enemigo de todo hombre honrado, de todo el que se opone a sus miras ambiciosas. . .". De modo que, para este peruano, quien fue el verdadero monstruo, era encomiable y patriótico llamar a sus paisanos para reunirse contra quien luchaba y se sacrificaba por hacerlos libres de la opresión realista; y equivalía la acción libertadora desarrollada por Bolívar a miras ambiciosas. Así pues, este otro calumniador de Bolívar, no hizo otra cosa que resollar por la herida, pues, naturalmente Bolívar tuvo que castigar su execrable traición.

Veamos ahora los modernos bolivofóbleos, palabra que nos permitimos derivar de bolivofobia empleada por el distinguido historiador colombiano Aguilera. En orden de fechas, debemos citar primeramente al nariñense José Rafael Sañudo, nacido en la población de Pasto, y esto no hay que olvidarlo, porque es decisivo en la saña de que ha hecho gala el escritor Sañudo al referirse al Libertador. La detracción de este historiador pastuso se debe a la mala voluntad que supone en Bolívar contra la "ciudad de las rosas", como calificara un viajero a la población nativa de Sañudo. Y esto que le atribuimos a este detractor de Bolívar, no es conjetura, sino legítima deducción de sus propias palabras, porque en su obra "Estudios sobre la Vida de Bolívar", aparece realmente clara y evidente la causa de su intención calumniadora. En el Capítulo V, de "Estudios sobre la Vida de Bolívar", a la página 137, se define él mismo en el párrafo siguiente: "... tanto se habían exaltado sus instintos sanguinarios, (los de Bolívar) que para contar sus efectos contra Pasto, tengo, dice el sañudo pastuso, que contener mí ira, y decir con Cicerón: In hac sententía dicenda, nec parebo dolori meo, nec serviam indignatione, ira que brota naturalmente de la piedad de un hijo, por los insultos a su patria ..." Así, pues, Sañudo, el hombre nacido en la ciudad que está dominada por alturas y tendida al pie del volcán Galeras, al igual de éste, proyectó lava, pero la de la calumnia, contra el propio Libertador para desquitarse el innegable triunfo de la sangrienta y provechosa batalla de Bombona, que no han podido desvalorizar la detracción ni el odio. Y para alejar toda clase de dudas, Sañudo ratifica su ira contra Bolívar, cuando escribió, pensando en los duros epítetos del Libertador contra los hijos de Pasto por su recalcitrante realismo, "Si, que un pastuso noble no debe olvidarlos! pues no hay hidalguía en olvidar ofensas de su madre, y es muy vil elogiar a quien se manchó con tantos crímenes contra ella. Así, pues, la ira y la consideración de ser una vileza elogiar a Bolívar, le hicieron olvidar a Sañudo, la definición que de la Historia dio Cicerón, acogida en parte en la Introducción de su libro", pues el gran orador romano la definió como: "testigo de las edades, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida y heraldo de la Antigüedad". Y el historiador pastuso, en el hecho no la vio cual luz de la verdad, luz verítatís, sino al contrario, consideró que la Historia, a diferencia de lo que Cicerón presentó como su primera ley, era decir lo falso y temer confesar toda la verdad. El olvido de la ética de la Historia y la pretermisión de sus leyes, aunadas a su ira, convirtieron al pastuso en detractor de Bolívar.

Por último, démosle el puesto al conocido español Salvador de Madariaga, quien por su llamada biografía "Bolívar" y a pesar de ser uno de los detractores modernos del Libertador, ha sido conceptuado por algún venezolano como historiador insuperable de Bolívar; sin embargo, la fobia del escritor hispánico llega al extremo no sólo de interpretar erróneamente la acción bolivariana, sino que, influido por su aversión a Bolívar, establece deducciones falsas e interpreta las fuentes históricas contra toda regla de hermenéutica. Pero la explicación de esto nos la dio un notable escritor venezolano que presenció cuando en lejanos tiempos Madariaga y otros notables intelectuales de la Madre Patria, se concertaron para desprestigiar a todos los que, según ellos, habían contribuido a formar la leyenda negra contra España, y Bolívar como el Reverendo Padre Las Casas, fue incluido en el número de los supuestos denigrantes, pasando así por alto que si el Libertador usó frases duras y hasta ofensivas contra los realistas españoles, fue por causa de la guerra y como una respuesta a los epítetos injuriosos que contra él y los suyos empleaban los realistas, a su vez. La prueba de la verdad de esta aserción, está en las mismas palabras del detractor, pues, distraídamente, tal vez, o arrastrado por la ira sañuda» Madariaga nos dice en el Prólogo de su Bolívar: "La tradición de denigrar a España y a los españoles, establecida en todo el mundo…, y todavía vivaz, presta a los movimientos sudamericanos de secesión una índole de revoluciones contra el dominio de una nación extranjera que en solo muy en parte tuvieron. . .". Y el escritor español da como causa del fenómeno, "las exigencias de una perspectiva determinada por el jacobismo francés o por el duelo trisecular entre España e Inglaterra... Para Madariaga la acción libertadora de Bolívar, como la de San Martín e Iturbide, fue el producto de la imitación al jacobinismo francés, o al duelo trisecular a que hace mención, y esto para quitarle la grandiosidad a la obra; pues bien sabe Madariaga que la fuerza que impulsó la lucha en que se empeñaron decididamente estos tres grandes hombres, fue, por encima de todo, un ideal de libertad y de igualdad. La ira sañosa, le oscureció la inteligencia a Madariaga y no le permitió pensar con el talento de Unamuno, cuando este extraordinario representante de las letras españolas, vio en la obra bolivariana el resultado de la influencia hispánica y en Bolívar, el Genio de la raza conquistadora de América. Así, Unamuno superó a Madariaga en talento, ecuanimidad y justicia, cuando dijo: "Mi intención ha sido mostrar en rápida fulguración con frases del mismo Bolívar, al Hombre español, al Quijote de América hispana libertada, a uno de los más grandes héroes en que ha encarnado el alma inmortal de la Hispania máxima, miembro espiritual sin el que la humanidad quedaría incompleta".

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José Antonio Velásquez Montaño


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