Desde hace algún tiempo he venido sintiendo una leve picazón que no me deja vivir en paz: es que hay una especie de resorte que hace saltar a algunos revolucionarios cuando a uno se le ocurre cuestionar, criticar o mostrar desacuerdo con cosas que pasan dentro de nuestras filas.
Que no hay que hacerle el juego a la canalla, explican, y yo me pregunto: ¿cuál de las canallas, la externa o la interna? porque no solo luchamos contra la oposición, luchamos también contra la ineficiencia, el cuartorepublicanismo enquistado en algunos cerebros ‘’revolucionarios’’, la sed de poder, las roscas, las maquinarias, los empujones, el arribismo, la mediocridad, la corrupción, la falta de conciencia…
Me preocupa sobremanera esta mordaza solidaria que, según algunos compañeros, debemos colocarnos voluntariamente. Y es que yo no se callarme la boca, y menos si creo que mi silencio colaboraría con la derrota de mi propia lucha. Callar, entonces, sería convertirme en Chacumbele y a mi no me gusta esa canción.
Creo que un revolucionario debe ser crítico, y creo que debe serlo en voz alta. Callar es permitir que pasen las cosas, callar es ser pasivos, callar es ser cómplices.
Ya se que lo que tenemos es mucho en comparación con lo que antes teníamos, eso no lo niego, pero donde haya algo que mejorar habrá que mejorarlo. Donde algo esté siendo carcomido por la ineficiencia, pues, habrá que sacudirlo y ponerlo a funcionar. No podemos conformarnos porque el conformismo no está en el diccionario de quienes pretendemos cambiar al mundo.
¿Que no nos dejan? ¿que no nos oyen? Solo si nos dejamos, solo si nos nos hacemos oír. Y es que allí radica el poder del pueblo, ese que no hay que esperar que nos transfieran porque siempre lo hemos tenido. ¿No recuerdan lo que el pueblo logró el 13 de abril? ¿Tuvo alguien que darles permiso para salir a rescatar a nuestro presi?
Y aquello fue algo espontáneo, imaginen el poder del pueblo organizado, centrado en su lucha sin tapujos, sin perder la oportunidad ni el tiempo por no querer darle el gusto a la oposición. Y es que hagamos lo que hagamos ellos van a escupir veneno. ¿Los han visto reconocer alguna vez un solo logro de la revolución?
Le hacemos el juego a la canalla, si, se lo hacemos cuando callamos, a la de afuera y a la de adentro que, al final, como que juegan en el mismo bando.
Por eso digo que esta boca es mía. Mía, de ustedes, de mis hijas, de todos menos de quienes pretenden aprovechar el silencio para acabar con la revolución.
He dicho… por ahora...
carolachavez.blogspot.com