Miles de ideas bullen en toda Venezuela acerca de cómo debe ser el Socialismo del Siglo XXI. La lucha de clases se expresa por supuesto en esta materia. La contradicción principal, que es entre el Imperialismo y sus aliados, por una parte, y el campo revolucionario, por la otra, debe estar en el predicado de la discusión. Dentro del proceso también hay contradicciones de clase: la llamada derecha endógena y las clases medias, dudosas y egoístas por naturaleza, expresan un socialismo delimitado por temores, mientras que los sectores populares van a la esencia de la contradicción.
Para avanzar en el socialismo hay que hacerlo en todas sus dimensiones, en una marcha dialéctica. Son cinco las dimensiones que podemos evaluar para conocer si estamos avanzando:
En lo filosófico, es necesario observar si se incrementa el grado de conciencia del pueblo, si se da apertura a los nuevos paradigmas que se abren a lo espiritual, (conservando el carácter marxista) y si estimulan posturas éticas.
En lo político, prestamos atención al grado de traspaso de poder del Estado al Pueblo organizado, el incremento de los derechos civiles y de las formas democráticas de decisión.
En lo económico debemos avizorar el grado planificación centralizada y en qué medida se democratiza su ejercicio, la cuantía de aumento de la propiedad estadal y social (preferiblemente la segunda), en qué medida el mercado es sustituido por mecanismos de intercambio socialistas y, por supuesto, la magnitud en que mejora el equilibrio ambiental.
En lo social, la vista debe ir al grado en que aumenta la satisfacción de las necesidades básicas y la distribución equitativa de los ingresos.
En lo individual es importante evaluar en qué medida el individuo crece como persona, intelectual, emocional y espiritualmente.
Todos esos elementos, en forma integral, nos permiten evaluar si en determinado momento avanzamos hacia el socialismo. Hay que verlos en el contexto, no podemos analizarlos en forma aislada. Una medida particular que se tome, económica, política, social, etc., debe ser evaluada en forma integral.
Una medida puede parecer mala desde el punto de vista económico, pero puede ser buena políticamente. El balance puede ser bueno o malo, dependiendo de la incidencia en cada aspecto. Por ejemplo, si estamos evaluando una casa, podemos considerar la comodidad, su ubicación o su apariencia. Podemos escoger una casa fea por su excelente ubicación, lo que puede ser cuestionado por alguien que prefiera otra, pero podría decírsele que la ubicación es estratégica, y la apariencia puede mejorarse después, no su ubicación.
Una medida económica puede parecer ir en contra del socialismo, y de hecho puede serlo en el corto plazo, pero puede considerarse adecuada desde el punto de vista político estratégico. Por ejemplo, en determinado momento convendría una alianza táctica con la burguesía nacionalista para unir fuerzas contra algunas tácticas del imperialismo que pudiesen poner en peligro la supervivencia de la revolución.
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