Los objetivos de la Revolución bolivariana son claros: lograr la inclusión, la justicia social y la mayor suma de felicidad para todos, así como la construcción de una sociedad socialista que abra el umbral hacia la formación de un nuevo modelo de hombre y mujer.
Luego de (incluso un poco antes) declarar el carácter socialista de la Revolución los esfuerzo para avanzar en el logro de sus objetivos, han sido muy positivos. Posterior al golpe de estado y paro petrolero, se comienza la implementación de las Misiones, estructuras paralelas ante la ineficiencia de la administración pública, minada en su mayoría por personal adverso a nuestro proceso político.
Una administración pública ineficiente, con una carga burocrática inspirada y promovida por la perversión que representaron los partidos políticos AD-COPEY-MAS, ayer, como hoy, empeñada en revertir el orden constitucional mediante el saboteo y la falta de respuestas necesarias y oportunas a toda la población que reclama eficiencia. Existen algunas excepciones, sin lugar a dudas. Hay que destacar que estas estructuras no permiten el avance hacia la construcción del socialismo del siglo XXI, sus modelos de gestión no se adaptan a los nuevos paradigmas que la Patria reclama.
Las Misiones, como alternativa, han permitido muchos logros a nivel político-social-cultural, representan, en esencia, el comienzo de la dignificación de nuestro pueblo y la respuesta contundente ante una pervertida estructura administrativa y BURROCRATICA, que sólo permite drenar sumas astronómicas de dinero sin retribución cierta en los niveles de producción.
Vemos como comienza ha mejorar el sistema de salud, educación, entre otros. La Misiones en salud, en todos sus niveles y las de educación, han permitido la incorporación de muchos que por años estuvimos excluidos de derechos que están consagrados, incluso, en nuestra Constitución. Sería algo mezquino pretender ignorar avances en algunas de estas instituciones de la administración pública.
El nivel de ingreso de la población en general, ha mejorado sustancialmente y con ello el poder adquisitivo del venezolano. Hoy en día es mayor el salario mínimo, siendo el más alto de América latina.
En medio de estos avances que ha posibilitado la Revolución entendemos que todavía falta mucho por hacer, pero existe la voluntad política para resolver todos lo problemas que nos han aquejado durante los años de democracia representativa. La deuda social es muy alta, con intereses a su vez muy elevados, pero poco a poco se van solventando.
En medio de todos los logros, somos testigos de la propagación de muchos sindicatos y la creación de centrales obreras que apoyan a la Revolución (muchas, por cierto), mientras otras se trasforman arrastrando TODOS los vicios y trampas predominantes en la cuarta república. Sus luchas se centran sólo en la búsqueda del bien de sus pequeños colectivos, sus demandas, en muchos casos, sobrepasan las expectativas y se convierten en groseras peticiones e insalvables obstáculos para buscar puntos de encuentros y lograr el consenso tan necesario. Es así como, muy a pesar de los aumentos salariales que ha promovido el Gobierno revolucionario, la mayoría de las demandas se centran en lograr salarios astronómicos no cónsonos con la realidad del país, beneficios contractuales leoninos que sólo pretenden socavar las bases de nuestra Revolución. El chantaje, como norma, es el arma principal de estos consabidos compañeros dedicados al sindicalismo.
Generalmente para el comienzo de la discusión de las contrataciones colectivas aparece la figura de los BONOS ÚNICOS (mayúscula perversión), por demás elevadísimos, desde ahí se desprenderán toda una gama de peticiones que en la mayoría de los casos rayan en lo absurdo, si el Gobierno no cede a las demandas, entonces decimos que este es un gobierno que va en contra de las clases trabajadoras así como en contra de los sindicatos de empleados públicos y pare usted de contar cada una de las folklóricas agrupaciones de sindicatos existentes en el país.
Discutimos, por ejemplo, que los aumentos en las pólizas de hospitalización, cirugía y maternidad sean muy altas, por si nos enfermamos (ver la posibilidad de una trampita para hacerse los senos o practicarse una liposucción en el caso de las damiselas), preferimos hacer las colas en las clínicas privadas, en los CDI nos quejamos. Prima por nacimientos de hijos, prima por estudio de esos hijos para insértalos, en la mayoría de los casos, en escuelas privadas (de nada valen los esfuerzos del Gobierno revolucionario en materia de educación), primas para comprar los útiles escolares, primas para comprarles el niño Jesús a nuestros pequeños, aumento en los cesta ticket para ir de shopping, más días de vacaciones para disfrutar todo lo que conseguimos en estas contrataciones colectivas, que nos den medicamentos para ir a las grandes cadenas farmacéuticas, servicios odontológicos y cualquier otra locura que se les ocurra a estos compañeritos “dirigentes” de nuestro sindicato. En fin, buscar la forma de seguir contribuyendo con el enriquecimiento de TODOS aquellos que quieren derrocar al Gobierno revolucionario, para que los mismos puedan continuar financiado a la contrarrevolución.
Entre tanto, la Revolución bolivariana, a través de nuestro máximo líder, continua haciendo esfuerzos para contribuir a adecentar nuestro nivel de vida, incluso muy a pesar de todos los que, bajo la cubierta de revolucionarios, no se cansan de joder desde la tribuna de muchos de estos sindicatos y distorsionar el mensaje revolucionario valiéndose del chantaje el cual manejan a conveniencia a través de un discurso que sólo promueve la irracionalidad. El Gobierno debe cumplir las demandas como única vía de seguir apoyando este proceso, dirán algunos de estos “líderes”. ¡Qué vaina! gracias a Dios las cosas están cambiando.
NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.
Pátria, Socialismo o Muerte…
Venceremos