El evento electoral
del mes de Noviembre próximo, es la continuación de un proceso de
deslinde con las fuerzas de oposición, partidos tradicionales, la derecha
fascista y los apartidas. Es indiscutible que el poder permite identificar
que clase de hombres y mujeres dirigen una sociedad. Las elecciones
regionales o nacionales en cualquier país es una lucha frontal por
alcanzar el poder político o mantenerlo, por eso se convierte en conflictos,
denuncias, gestión, acciones sociales y todo lo que permita obtener
el objetivo principal para delinear y poner en ejecución lo que se
considera efectivo y trascendente en la población y el país entero.
En el Partido
Socialista Unido de Venezuela, se realizaron varias consultas que le
dieron en primera instancia, forma a una organización política que
nuclear a las fuerzas que apoyan la revolución bolivariana, en segundo
lugar, luego de electos los voceros o vocerías de batallones, se eligen
en las bases del PSUV, los candidatos a gobernaciones, alcaldías y
por último los aspirantes a diputados regionales. Estos pasos representan
el inicio de una etapa hacia la participación democrática. Los
elementos colaterales en medio de todo este contexto de consultas se
convierten en estigmas a combatir y extirpar en la propia marcha de
los acontecimientos. Indudablemente, que fue un gran acierto, con todos
los riesgos intrínsecos que conlleva un mecanismo de consultas de esta
magnitud y en donde por cierto, casi ninguno de los partidos afectos
al proceso de cambios como el PPT, PCV, MEP, demostraron tener suficiente
sentido de unificación y desprendimiento para diluir sus siglas en
una sola estructura política como el PSUV. La acumulación de fuerzas
para consolidar un sólido bloque revolucionario es tan vital en esta
coyuntura, como la unidad de los pueblos latinoamericanos en la tarea
de desarrollar sus economías y decisiones soberanas. El discurso sobre
la importancia de los partidos políticos en un sistema democrático
no se puede tomar como bandera para justificar la inentendible terquedad
de mantener unas siglas partidistas que solo permitirían negociar cargos
de gobierno. En este momento histórico, todos los que apoyen
y crean en la revolución bolivariana, deben comprender como un deber,
la unificación.
Hay que darles el respaldo definitivo a los compatriotas electos para candidatos a gobernador y alcaldes, la historia nos exige esa responsabilidad, la oposición en lo real sigue y seguirá dividida, la oportunidad de desaparecerlos políticamente es esta. Todos los análisis indican que la derrota a la derecha, se vislumbra por todas las características negativas que encierran sus condiciones, en cuanto a maquinarias partidistas y liderazgos. Aquí en el Estado Sucre, la escisión de PODEMOS del bloque bolivariano para irse a la oposición, tiene una incidencia importante en los próximos resultados electorales debido al liderazgo que todavía ocupa el gobernador Dr. Ramón Martínez, significando un esfuerzo mayor en los electores , esa realidad tiene el punto débil en la decisión de la dirección de PODEMOS, en apoyar una candidatura extra-partido y en la práctica identificada con la iniciativa unilateral , sin consultas a sus bases originando el resquebrajamiento y desmoralizando a un buen número de sus militantes y seguidores. Este es un elemento a favor del PSUV, es una marca negativa en las filas de PODEMOS el descontento, que lucen insuperables en sus seguidores y a estas alturas del tiempo, es cuesta arriba explicar la imposición de un candidato.
Es bien reconfortante por ejemplo que el PPT, se decida a mantenerse en la línea revolucionaria, aun con sus candidaturas propias en algunas regiones, igualmente el PCV, debe demostrar su disposición de formar parte del bloque patriótico.