El papel histórico de la Juventud del PSUV

Al referirnos a la Juventud, nos remitimos a un sector social, que para un país como Venezuela, representa una fuerza de carácter indispensable en la lucha por la conquista del poder político, por parte de cualquier sector de la sociedad.

No se pueden hacer señalamientos, como a veces lo hacemos, en base a lo que alguna vez fuimos o tuvimos, porque se obvia la realidad concreta en la cual nos estamos desenvolviendo en la actual fase de desarrollo capitalista.

Por lo tanto, la base fundamental, para desarrollar una política correcta parte de una adecuada caracterización del proceso político, y con ello de la juventud venezolana.

Este proceso de Liberación Nacional en el cual, en primera instancia, es necesario mantenerse firme frente a la injerencia extranjera, por la autodeterminación nacional, ha sido sostenido por una masa del pueblo, mayoritariamente pobre en la cual convergen diversos sectores sociales, entre ellos la juventud pero en una expresión que no se corresponde con lo que debería ser el Movimiento Juvenil, tomando en cuenta el porcentaje poblacional.

Se debe partir de dos factores sumamente trascendentales, cuyo impacto en la juventud ha logrado no sólo mantenerla al margen de la revolución Bolivariana, sino incluso, movilizarlas en contra de la misma. Y es que la hegemonía de los sectores más reaccionarios sobre los medios de comunicación social, y su control en las Universidades Autónomas ha logrado, aislar y enajenar de tal manera a la Juventud venezolana, que en ellos y con ellos, se forman los potenciales cavadores del hueco en el que el Imperialismo Norteamericano y sus agentes internos aspiran sepultar este proceso político.

Ya se ha demostrado cómo la derecha identifica su influencia en este sector, y cómo ha logrado en experiencias como la Venezolana, la Boliviana, y recientemente la Ecuatoriana, movilizar a la juventud en defensa de intereses que le son ajenos.

Para caracterizar la juventud revolucionaria venezolana basta con decir que es una expresión fiel de nuestra izquierda, en la medida que está cada vez atomizada y desarticulada, a la vez que sigue alimentando vicios de sectarismo, esto sin contar con la mayoritaria expresión de sectores socialdemócratas que así como han venido ejerciendo el poder político, se han ocupado de garantizar su continuidad en los espacios juveniles.

Si nos vamos a la juventud en general, vemos cómo el argumento apolítico (que finalmente refuerza la ideología y el sistema dominante), toma cada vez más fuerza producto tanto del bombardeo mediático, como de la formación acrítica, tecnócrata y sin ningún tipo de conciencia social que se recibe en nuestras universidades. Es por tanto la juventud, una masa desmovilizada, alienada, individualista, consumista, y despolitizada, cuyo papel, que debería ser de vanguardia, se torna cada vez más gris e inexpresivo.

Sumado a este escenario, la ausencia de verdaderos liderazgos juveniles desde las bases, ha permitido que desde el gobierno se impongan liderazgos y figuras para dirigir las políticas “revolucionarias” en materia juvenil, que obviamente, no han tenido ningún impacto, ni mucho menos un saldo político – organizativo para la Revolución. Basta con referirse a dos experiencias, el Instituto Nacional de la Juventud, y la Federación Bolivariana de Estudiantes, que no han pasado, hasta ahora, de ser espacios de financiamiento de los sectores políticos a los cuales representan, pero que no han logrado incluir y tocar verdaderamente las necesidades de la Juventud, a pesar de que se puedan haber realizado intentos para ello.

Ahora bien, la convocatoria para la realización del Congreso Fundacional de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela reviste por lo tanto una importancia trascendental para la continuidad y profundización de la revolución Bolivariana. Y es que los retos que se plantean en materia juvenil tocan los puntos más neurálgicos que pueden garantizar el retroceso o avance del proceso político venezolano.

En primer lugar, pese a que a la mayoría del pueblo venezolano, nos une un sentimiento de identificación con la revolución bolivariana, no existe hasta hoy, ningún sector social del país que haya logrado unidad de acción en determinado espacio, y lo vemos en los sectores de Trabajador@s, Campesin@s, Estudiantes, Mujeres, Artistas, etc., los cuales pese a diversas experiencias de unidad, terminan (o terminamos) exacerbando las diferencias (que la mayoría de las veces son tácticas), por encima de las coincidencias que son las que revisten carácter estratégico.

El reto principal para la JPSUV viene a ser entonces, lograr articular a partir de un programa, su accionar en las masas juveniles. Entendiendo, que por el carácter de clase de ese partido, y la correlación de fuerzas que hoy no es favorable para los sectores revolucionarios, en este momento no es posible la unidad ideológica que permita actuar como un puño cerrado frente al Imperialismo y el Capital.

En el PSUV, hoy se concentran diversas fuerzas juveniles consecuentes con los principios del Socialismo, que no sólo están llamados, sino que están obligados a unir esfuerzos y cerrar filas en esta coyuntura que requiere de una gran unidad, por encima de las diferencias, para lograr jugar un papel de primer orden en las duras batallas por venir, y para la cual se hace indispensable una juventud organizada, movilizada y consciente.

Compañeros y compañeras, que son cuadros revolucionarios con la suficiente formación política, ideológica y moral, han venido siendo desplazados de diversos espacios, producto de que no se logra un consenso en estos sectores para avanzar en la toma de espacios de poder que permitan aplicar una política revolucionaria, que termine de desmontar la idea que hoy priva en el pueblo (ya descontento y con altas posibilidades de implosionar)  de instituciones y gobiernos regionales y locales de la Revolución, absorbidos por la estructura del estado, donde la burocracia, la corrupción, y la ineficacia, sirven de base para que los sectores más reaccionarios desmonten la idea de  los beneficios que brinda un sistema político y social superior con nuevos valores morales, pero que en lo concreto, no se ha materializado.

Hoy revolucionarios y revolucionarias, ex militantes de diversas organizaciones políticas y sociales, así como aquellas individuales que se encuentran dispersas en la estructura de PSUV, tienen la obligación revolucionaria de trabajar en un programa que en primer lugar, garantice políticas revolucionarias para con la Juventud, y en segundo lugar, pero de igual o mayor importancia, garantice elevar el nivel de conciencia de nuestra juventud y con ello del resto del pueblo, y trabajar en conjunto para que se produzca un cambio en la correlación de fuerzas a lo interno del proceso revolucionario, que permita garantizar el carácter de clase del proceso bolivariano, y con ello, una verdadera perspectiva de construcción Socialista.

Una dirección colectiva, y así lo hemos tenido que entender, es indispensable para que este proceso no dependa de una individualidad (que indiscutiblemente es el líder histórico), sino que desarrolle las potencialidades revolucionarias del verdadero sujeto histórico, el pueblo organizado por la conquista del poder político para subvertir el orden establecido y liberarse (por sí mismo) de las cadenas de la explotación.

Esa dirección colectiva es la única garantía de que se incluyan en las políticas juveniles, las necesidades de las diversas expresiones de la Juventud. Tenemos que superar la visión y la práctica, a la que nos ha venido obligando a jugar la socialdemocracia, de que el dirigente es aquel que logra llenar un autobús para demostrar su fuerza, o aquel cuyo discurso conmueve, así no se lo crean ni ellos mismos. Es necesario, que liderazgos verdaderos, que los hay, pero castrados por nuestra propia práctica sectaria que le abre paso a la derecha endógena, tomen parte para definir el rumbo el proceso Bolivariano. Y es que más allá de quién o quiénes ejecuten las políticas establecidas, es necesario incidir directamente en el diseño de esas políticas para que sean revolucionarias. De allí que para la izquierda sea impostergable la necesidad de lograr la unidad, coherencia y articulación dentro del PSUV.

Por otro lado, hay que combatir el planteamiento de quienes pretenden cercar a la juventud en lo meramente estudiantil, y abrirse a las diversas áreas que permitan el desarrollo de nuestras potencialidades. Más aún tomando en cuenta, que objetivamente, no hay un movimiento estudiantil revolucionario organizado.

En el neoliberalismo, la Juventud es pieza clave para el sostenimiento de sus políticas, pues la explotación económica a la que somos sometidos, unido a la arremetida ideológica y a la exclusión social, terminan aislándonos cada vez más de la posibilidad de luchar por una alternativa real al modelo capitalista.

El difícil acceso al empleo; la tercerización y terciarización donde somos despojados de los más elementales derechos; la exigencia de experiencia previa que obliga a ejercer labores en áreas subvaloradas en el sistema productivo y distintas a la especialidad; la exigencia de requisitos estereotipados que afectan principalmente a las mujeres jóvenes; los empleos que impiden el desarrollo profesional de la Juventud; la prohibición de Sindicalización de sectores ocupados principalmente por jóvenes como las franquicias; la desigualdad de sueldos y salarios por la que ciertos profesionales jóvenes prefieren optar por trabajos en el sector informal donde tienen mayores ingresos, pero despojados de cualquier clase de seguridad social.

El secuestro por parte de élites, que impide el acceso masivo a carreras técnicas y científicas indispensables para el desarrollo productivo de la nación; las condiciones antagónicas en las que se forman las y los futuros profesionales, donde los estudiantes de las Universidades Autónomas se desarrollan en condiciones de opulencia y, los estudiantes de las misiones sociales en precarias condiciones a veces incluso de insalubridad (de donde se debe partir para determinar si es necesario, la verdadera apertura de las universidades al pueblo, o acelerar el cambio cualitativo de la educación que imparten las misiones sociales). De igual manera, la necesidad impostergable de la profesionalización de cuadros políticos de la revolución, porque de lo contrario, en un futuro inmediato, todos los espacios de burocracia estatal, estarán en manos de estos parásitos que forman las Universidades Autónomas, lo que redundará en una mayor crisis de burocratización. 

El titánico esfuerzo que para una pareja joven representa obtener una vivienda, más aun si trata de madres solteras jóvenes, es otro elemento al que ponerle mayor atención.

La falta de políticas masivas dirigidas a disminuir, prevenir, y tratar el consumo de Drogas, que encuentra su mercado más fuerte en la Juventud. Así como la prevención en materia de Drogas Lícitas que ejercen de igual manera una influencia negativa en los niveles de criminalidad y violencia, especialmente de parejas y círculos juveniles.

La falta de promoción e incentivo del deporte, la cultura y la recreación también de manera más directa, son elementos que tienen que ser masificados de manera inmediata; pues si bien es cierto hay una mayor atención y democratización de éstos espacios, su mayor incidencia e impacto se produce a nivel de las capas medias, mientras en los barrios y comunidades más pobres, sigue reinando una subcultura que exacerba y endiosa elementos vinculados a las drogas, la violencia, la delincuencia, y la deserción escolar.

Las escasas y mediocres políticas aplicadas en materia de Educación Sexual, sobre la cual se fundamenta no sólo el aumento de embarazos precoces, sino la proliferación de enfermedades de transmisión sexual, así como el aumento de muertes maternas por causas relacionadas con el embarazo, que están ligadas principalmente, a mujeres jóvenes que no tienen madurez desde el punto de vista biológico desencadenando dichos embarazos en la muerte, así como la práctica clandestina de abortos en condiciones insalubres.

Es necesario rescatar el carácter rebelde y contestatario de nuestra juventud, pues vemos como a través de los medios de comunicación social arrecia cada vez más el bombardeo dirigido fundamentalmente este sector social, a través de la reproducción de estereotipos de género, la utilización de la imagen de la mujer como un objeto sexual, la discriminación a personas con discapacidad, a homosexuales, manifestaciones de racismo, incitación y apología a la violencia, escenas de sexo y violencia en horarios estelares, así como una serie de manifestaciones en violación flagrante de nuestras leyes y principios constitucionales, mientras no hay ninguna política dirigida contrarrestar el bombardeo mediático, y mucho menos, expectativas de movilización de la juventud para ejercer presión de masas sobre estos medios.

La educación media es el sector juvenil que requiere de mayor atención y la que está más olvidada, pues en ella se encuentra la generación de revelo que finalmente consolidará o dará al traste con lo que ahora podamos estar construyendo. Si no hay atención a este sector podemos dar por estéril una lucha en la que muchos estamos dispuestos a dar la vida, pero en la cual no bastan las buenas intenciones para influir en el nivel que se requiere para la construcción de una nueva sociedad.

Necesitamos una organización juvenil  curada de vicios burocráticos, sectarios, que debe tener verdadera vinculación con el pueblo, y que no puede dirigirse sólo a reforzar corrientes internas, sino que debe dirigir su impacto concreto a la Juventud que hoy se encuentra desvinculada sin ningún tipo de conciencia. De igual manera, es necesario incluir en el debate, la posición y papel que deben jugar otros sectores y organizaciones juveniles y sus aportes para con la Revolución Bolivariana.

La política internacional es otro elemento que debe valorarse, más aun cuando en América Latina se levantan experiencias hermanadas con la Unidad de nuestros pueblos. La necesaria alimentación de experiencias juveniles exitosas en otros países, el rescate de valores como la solidaridad con los pueblos más golpeados por el Imperialismo, la coordinación de actividades de carácter anti neoliberal, contrarrestar la campaña internacional contra los gobiernos populares latinoamericanos, el rechazo al asfixiante bloqueo yanqui a la Revolución Cubana, y la cada vez más profunda e inminente violación de Derechos Humanos en nuestros Pueblos producto de la coerción ejercida por Ejércitos Yanquis de soldados (mayoritariamente) latinoamericanos sobre sus propios suelos patrios, son sólo algunos elementos que requieren de una coordinación e impulso en esta materia.

Si partimos de la idea de que no hay en el país ninguna organización o movimiento juvenil que tenga impacto real en este sector, es porque seguimos arrastrando modelos y prácticas que a este nivel desarrollo capitalista no se ajustan a las necesidades e inquietudes de la juventud, que son creadas y recreadas por la ideología burguesa a su antojo.

La emulación debe ser estimulada como una práctica revolucionaria en oposición a la competitividad individualista, para garantizar el desarrollo de cuadros revolucionarios, el avance de la revolución y como parte de los valores que deben privar en el hombre y la mujer nueva. Parte de la frustración y desgaste de muchos y muchas revolucionarias se da precisamente porque son utilizados como escalera para el ascenso de oportunistas, y son burlados y pulverizados de la escena política cuando se obtiene de ellos lo que se quiere.

Esta organización por nacer, tiene el reto de cargar sobre sus hombros el futuro de la Revolución, de allí que su amplitud es indispensable para incluir a quienes hasta hoy se han tornado casi invisibles.

Estudiantes de educación media, estudiantes universitarios, jóvenes indígenas, afrodescendientes, con discapacidad, homosexuales, intelectuales, artistas, trabajadores del sector público, privado e informal, religiosos, ecologistas,  campesinos, mujeres, deportistas, trabajadores sociales, amas de casa, profesionales y técnicos, deben tener una expresión en esta organización que está obligada a triunfar y que requiere de sus mejores cuadros para garantizar ese éxito. Las precarias condiciones y niveles de organización de nuestra juventud, crean las condiciones para que todos y todas tengan cabida en esta necesaria construcción colectiva.

Se están agotando las oportunidades de que la Revolución Bolivariana genere el cambio cualitativo que requiere este proceso, pues quizás para luego tarde. Apostamos al éxito de esta nueva experiencia.

rebecafrank@hotmail.com



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Rebeca Madriz Franco


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