Alienación (III)

En la primera y segunda parte de este artículo, Alienación (I) y Alienación (II), revisamos grosso modo algunas formas de cómo nos alienamos en esta sociedad capitalista, y vimos la forma pura y escuetamente económica de la alienación, la alienación celular, o primaria. Veamos ahora la diferencia entre ideología y cultura, y una descripción de la alienación ideológica en el capitalismo.

La ideología, entendida como el pensamiento que nos domina, se caracteriza por ocultar la realidad. La cultura, en cambio, la descubre. La ideología es el aspecto ilusorio que se ve en la superficie de los fenómenos, y es comparable al edificio o superestructura jurídico político. La cultura, en cambio, descubre la realidad en las bases de ese edificio o estructura económica, y coexiste junto con la ideología en la superestructura. Esto quiere decir que no todo el espacio de la superestructura es ideológico. El edificio o superestructura reposa sobre las bases del edificio o estructura económica. Sin embargo, mientras que la ideología oculta las bases del edificio, la cultura la descubre. O sea, mientras que la ideología encubre la realidad, la ciencia la descubre. En consecuencia, en el edificio o superestructura coexisten el espacio ideológico y el espacio cultural como manifestaciones de la inconciencia social y la conciencia social, como las llama Ludovico.[18] Por un lado, la ideología, que es divulgada por mercenarios de la ciencia y el arte al servicio de las transnacionales, encubren las verdaderas relaciones sociales de la estructura. Y por otro lado, la cultura, que se resiste en la medida que la ciencia y el arte descubren lo que realmente ocurre en esa estructura social. Sin embargo, la ideología todavía impera porque los ideólogos mismos están alienados. Unos más que otros, por supuesto. Y mucho de esto tiene que ver con la propia estructura psíquica que les impide ver el bosque por estar viendo el árbol. Las personas muy alienadas creen que la realidad es tal cual ellos la ven. Por eso es que las personas muy alienadas no tienen conciencia de la realidad. Por ejemplo, si un trabajador está muy alienado y no ve que lo están explotando, entonces decimos que la inconciencia del trabajador es ideológica porque justifica, sin saberlo, la explotación de que esta siendo objeto. Por otro lado, la inconciencia del explotador es más ideológica aún, porque el capitalista no hace sino reprimir u olvidar el movimiento real del proceso de producción, a fin de proteger sus propios intereses. De modo que, el capitalista, al tiempo que oculta la realidad, defiende lo aparente, y luego se impone para que lo existente se haga norma, y se convierta en ideología.

En efecto, con la ideología nos engañan para tapar la explotación. Nos dicen que la fuente de la renta de la tierra es el suelo, como si fuera un regalo que le hace la naturaleza al terrateniente por ser elegido del señor, cuando en realidad la fuente de la riqueza del suelo es el trabajo, el sudor del obrero agrícola, y la ganancia no es más que la plusvalía que le roban. Los ideólogos nos dicen que la fuente del salario es el trabajo y que la fuente de la ganancia es el capital, como que si el empresario no le debe nada al trabajador, como si el dinero pariera dinero, cuando en realidad, la ganancia no es más que el sudor del trabajador. O sea, ocultan la plusvalía, que es nuestro sudor, y la llaman ganancia y capital a intereses, para engañarnos. Nos dicen que por fin somos libres, independientes, que tenemos libertad para competir, cuando en realidad, se han rotos los lazos amistosos de dependencia personal, para quedar sujetos bajo la dependencia y dominación del capital. Pues, sabemos que es una libertad aparente, porque en la libre competencia no se pone libre a los individuos, sino al capital. Todo esto no son más que mistificaciones ideológicas. Porque la ideología más que entender al mundo lo que busca es justificarlo. De manera que, mientras haya que justificar la explotación, habrá ideología. Esto es alienación ideológica. Es la alienación que maneja la estructura psíquica de las personas, engendrando un conflicto entre su conciencia y su inconciencia.

Es verdad que en todas las sociedades ha existido una formación ideológica, y que estas convienen a un fin, tales como la ideología fetichista primitiva, la ideología esclavista, la ideología de la servidumbre, pero ninguna que fabricara tantos robots egoístas como lo hace la ideología burguesa. Si el ser social determina la conciencia, los medios la manipulan, la transforman, hasta que hoy en día la psique de las personas se ha convertido en un problema de salud pública. Se impuso la competencia, el individualismo, el consumismo, y la automatización del ser. A la alienación del trabajo, se le sumó la alienación ideológica de la persona que contribuye a la pérdida de la relación consigo mismo como ser social, como conjunto de sus relaciones sociales. Sólo consume y se divierte, pero no alcanza a ver la totalidad social. No distingue al enemigo. Con la globalización de los capitales, la totalidad se hace más compleja. El flujo financiero viaja como el viento y nadie lo ve. El enemigo se hace cada vez más invisible. Cuando Lukács escribió su polémica obra “Historia y conciencia de clase” por allá por 1923, donde estudió la relación sujeto-objeto, decía que el trabajador no puede tener conciencia de su ser social salvo si tiene conciencia de sí mismo como mercancía.[19] Para entonces, reconocerse como mercancía era más viable que ahora. En esa época no había televisión, y la cosificación no había llegado a los extremos que hoy padecemos. Hoy en día, todas las relaciones sociales se hacen entre cosas, y las personas no visualizan el proceso de producción. De modo que las personas poco se comunican, y cuando lo hacen poco se toca el tema de la explotación. Hoy las personas solo luchan por adquirir bienes y servicios para su subsistencia y para que le proporcionen momentos instantáneos de placer. La actividad vital creadora se transformó en un simple empleo con valor de cambio. Así, el origen del trabajo como actividad de objetivación del ser, de reconocimiento de sí, se esfumó.

Bueno camaradas, recapitulando, se entiende que la alienación es “el paso universal del valor de uso al valor de cambio” en el sistema capitalista compuesto por la división del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil. De modo que, la causa de la dominación que sufrimos es el mismo sistema capitalista, y la clase oprimida tiene el deber histórico de superarlo. Según entiende Ludovico, la forma de la alienación seguirá existiendo mientras exista la forma capitalista. Cuando ésta se extinga, se extinguirá la alienación, al menos como forma dominante de la sociedad y del proceso de trabajo.[20] Aspiramos a alcanzar un tipo de sociedad en la que, sin haber desaparecido por completo la alienación, ya no sea ésta el factor dominante, sino un residuo, una reliquia del pasado, del mismo modo como en la actual sociedad los restos de feudalismo y esclavitud que aún persisten no son factores dominantes, sino meros residuos. [21]

Compatriotas, para liberarnos tenemos que superar la alienación. Pero no basta superar la alienación en el pensamiento, en la conciencia, sino desde su raíz, superando la alienación material para que no se reproduzca nuevamente una ideología que justifique la dominación. Y esto se hace en la práctica con la revolución, hasta que algún día se reconcilien el sujeto y objeto. O sea, nosotros y el mundo que creamos. En otras palabras, nosotros como sujetos tenemos que entender el mundo que construimos. Tenemos que saber que nos convertimos en mercancía. Tenemos que saber a quién beneficia la publicidad de mercancías. Tenemos que entender de qué manera nos afectan las decisiones de los ricos. Tenemos que entender de qué manera estamos vinculados con las demás personas y con los demás pueblos. Tenemos que entender cómo nos afectan los acontecimientos de cualquier parte del mundo. Tenemos que saber que a los ricos dueños de medios no les conviene informarnos la verdad. Para ello, pues, es necesario que las mujeres y los hombres tomen conciencia de sí mismos como seres sociales, como sujeto y objeto simultáneamente del devenir histórico y social.[22]

Finalmente, camaradas, después de hacer esta breve revisión e interpretación del tema de la alienación, la cual es necesaria para entender de qué manera estamos dominados, puedo ahora comprender mejor por qué las personas se sienten libres cuando en realidad no lo son, y por qué confunden inconcientemente sus frustraciones atribuyendo a estas un origen interno, cuando en realidad tiene un origen externo y se llama capitalismo.

[1] Karl Marx, IV Tesis sobre Feuerbach. Obras Escogidas (en un tomo), C. Marx / F. Engels, Editorial Progreso, Moscú (sin fecha de edición), pág. 25.

[2] Ludovico Silva, La alienación como sistema. Fondo Editorial Ipasme, Caracas, 2006, pág. 277.

[3] Karl Marx, VI y VII Tesis sobre Feuerbach, pág. 25.

[4] Karl Marx, Manuscritos Económicos-Filosóficos, Karl Marx. Brevarios del Fondo de Cultura Económica, México, 1987, pág. 149.

[5] Ludovico, pág. 50.

[6] Ibídem, pág. 24, 276.

[7] Ibídem, pág. 11.

[8] Ibídem, pág. 12.

[9] Karl Marx, Crítica de la Economía Política. Citado por Ludovico, pág. 24, 52, 274.

[10] Ludovico, pág. 272.

[11] Ibídem, pág. 323, 375.

[12] Karl Marx, El Capital, volumen I. Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 1981, pág. 73.

[13] Ibídem, pág. 38.

[14] Karl Marx, El Capital, volumen III. Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 1981, pág. 374.

[15] Georg Lukács, Historia y conciencia de clase, Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro, La Habana, pág. 120.

[16] Ludovico, pág. 275.

[17] Karl Marx, Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Obras Escogidas (en un tomo), C. Marx / F. Engels, Editorial Progreso, Moscú (sin fecha de edición), pág. 182.

[18] Ludovico, pág. 287.

[19] Georg Lukács, Historia y conciencia de clase, Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro, La Habana, pág. 192.

[20] Ludovico, pág.385.

[21] Ibídem, pág. 249.

[22] Lukács, pág. 53.



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http://www.aporrea.org/ideologia/a63816.html



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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

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