En las sociedades capitalistas, la demanda general de medios de producción
(MP) y de bienes de consumo anda por un lado, y la oferta correspondiente
por otro. No existe una planificación de conjunto. Los trabajadores se
aíslan en sus fábricas, y los consumidores se dispersan en mil expendios de
mayoreo y menudeo mercantiles.
Esa demanda general preexiste, viene dada y su volumen depende de la
población con sus hábitos de consumo. La oferta es arbitrariamente hecha y
cuantificada por los capitalistas para cubrir sólo una porción de la parte
solvente de la demanda general. Además, el fabricante decide cómo, cuándo y
dónde satisfacer las necesidades sociales. El consumidor no cuenta como
planificador.
Ahora bien, científicamente hablando la producción de las mercancías se
lleva a cabo exclusivamente con la mano de obra en funciones (T). Los
asalariados del sistema son sus auténticos creadores de dichas mercancías.
Que los MP estén en manos privadas de los no trabajadores (empresarios), con
ayuda de los cuales aquellos puedan trabajar, no viene al caso. Esos MP
agregan a las nuevas mercancías el valor creado en momentos anteriores, y T
les agrega nuevo valor. Digamos que los trabajadores y los dueños de MP son
los condueños legítimos de toda la producción, habida cuenta de que ambos
confluyen en los mismos centros productivos de mercancías. Esta
ambipropiedad es la que nos permite analizar y afirmar que ambos factores
son empresarios y condueños del valor de las mercancías.
Cierto que originariamente la apropiación de MP fue ilícita, pero hoy por
casi toda la propiedad privada de los MP está legalmente respaldada, con las
excepciones del caso. Los saqueos actuales de riqueza que practican los
gobiernos de los países imperialistas son ilícitos, pero no así la propiedad
de los empresarios que llevan años y décadas acumulando capital, aunque sean
de procedencia salarial. Estos empresarios conforman la clase burguesa al
lado de la clase proletaria.
El proceso técnico discurre así:
El capitalista aporta dinero, suyo o financiado por un tercero, y con este
compra los insumos de uso (Capital constante, CC). El trabajador durante su
jornada aporta toda su humanidad laboral Capital variable, CV).
Digamos que en cada empresa capitalista hay dos agentes de producción: el
dueño del CC y el dueño del CV (mano de obra). Ambos agentes deberían
recibir el tratamiento de capitalistas.
Curiosamente, la literatura económica no marxista afirma y vende el criterio
según el cual legalmente el primero aparece como dueño de toda la
empresa, y como contratista de los asalariados. A estos últimos se les niega
toda propiedad sobre las mercancías. Pero más curioso es el hecho de que la
literatura marxista presenta al asalariado como vendedor de su fuerza de
trabajo antes de trabajar. Olímpicamente, esta literatura sostiene que el
capitalista reconoce el valor de la fuerza de trabajo, y que la explotación
sufrida por el asalariado se limita al tiempo de trabajo excedentario
involucrado en la jornada diaria reconvenida, durante el cual se genera el
conocido "plusvalor".
Desde nuestro punto de vista, el proceso económico y la contabilidad
capitalista requieren una reformulación teórica. Hacemos abstracción del
mercado como escenario dominante, y proponemos la siguiente:
Trabajadores (T) y empresarios (E) se agrupan en la fábrica, el primero
aporta su mano de obra y los segundos, D. De esa manera:
D - M;
T - M' - D';
D'- D = Valor Agregado (VA);
VA- salarios = G, para:
D = Capital dinero del empresario burgués;
M = Capital constante comprado con D;
M' = Mercancías fabricadas por T;
D' = Valor de M'
T = Conjunto de trabajadores en funciones;
G = ganancia de E. Es este monto, G, el que tiende a repartirse por igual
entre los empresarios directos no trabajadores, los comerciantes y los
financistas.
La transformación de M en M' corre a cargo de T.
En el mercado opera la oferta y la demanda según la Ley que las rige. Se
logra un precio para M', igual, superior o inferior a su valor de fábrica.
De este precio debe deducirse la paga de T y el remanente se constituye en
ganancia de E.
Con este enfoque se deja de considerar el salario como un coste de
producción, y pasamos a reconocerlo como parte del Valor Agregado a M
durante su conversión en M', cuyo valor es D'.
Resumiendo: Los trabajadores del capitalismo son vendedores forzosos de su
Valor Agregado dentro de la fábrica. A cambio de esta venta recibe unos
salarios preconvenidos que obviamente dejan un ancho margen de ganancia al
dueño de MP.
Si se logra mejorar esta compraventa a favor de los trabajadores, las
ganancias empresariales podrían reducirse a valores justos en razón del
riesgo, de sus servicios directamente aplicados al manejo supervisor de la
empresa y a otros aportes no laborales que como burgués viene reclamando, y
que bajo el enfoque marxista y no marxista le ha permitido hacerse más rico
mientras el asalariado sigue en permanente pobreza.
marmac@cantv.net