Ortodoxamente hablando, Marx condicionó la caída espontánea del
capitalismo al desinterés general de sus agentes para seguir explotando
trabajadores asalariados.
Realmente, la productividad mercantil podría elevarse ad infinitum gracias
al desarrollo de la Fuerza de Trabajo Humano y Salarial (THS), pero el valor
del PTB producido por asalariados jamás compensará cuantitativamente los
apetitos de ganancia correspondientes al cúmulo creciente de capital
material y dinerario que el propio sistema va inevitablemente atesorando y
es ilícitamente apropiado por un número de manos burguesas cada vez más
reducido.
Sin embargo, esa "profecía" marxiana lleva más de 150 años en espera de su
cumplimiento. Debemos y nos proponemos dar alguna hipotética justificación a
semejante tardanza.
Bien mirada la explotación burguesa de los últimos 500 años, observaríamos
que además de la explotación comercial lograda a través de compraventas de
mercancías no capitalistas, los dueños del dinero industrial consiguen
jugosas ganancias en la contrata de mano de obra asalariada para la
producción de sus propias mercaderías.
Por otra parte y complementariamente, al lado de esas expeditas y
convencionales formas de lograr ganancias hasta para un simple y analfabeto
bodeguero, al lado de ellas, decimos, ha estado el saqueo de riquezas varias
por la fuerza o por la diplomacia gubernamental de los pueblos débiles por
los países más poderosos, más promocionados, más admirados e
industrializados del mundo occidental europeo.
Pues bien, resulta que todas esas anteriores formas de enriquecimiento las
practican los inversionistas burgueses en la producción asalariada, en el
comercio y la banca con paraasalariados, y, como si fuera poco, han
visto mejorada su tasa de ganancia mediante la consecución de materias
primas de bajo coste, el cautiverio de mercados, las facilidades de
transporte y el negocio de la bibliografía de transculturización
Todas esas ganancias confluyen con sus respectivas ponderaciones al logro de
una "Tasa de Ganancia Media" que hasta hace pocos años había crecido
sostenidamente, salvo bajones experimentados en coyunturales crisis
inherentemente derivadas del zigzagueante movimiento del sistema
burgocapitalista.
Y hoy de consuno algunos países empiezan a sospechar de las buenas
intenciones del Imperialismo Industrial, a cuantificar la merma de sus
materias primas para sus propios desarrollos y empiezan a entender que el
desarrollo de las fuerzas productivas nacionales sigue en desventaja con el
alcanzado en los países saqueadores.
El llamado ejercicio de la soberanía nacional, la fijación de nuevas reglas
de juego y la regulación parcial de las riquezas nacionales tendrá
necesariamente un efecto deprimente en la tasa de ganancia internacional.
Digamos que la profecía de Marx podría estar en sus prolegómenos de
ocurrencia, no precisamente por cese de la relación laboral ni por
rebeliones huelgarias, sino porque con la reducción del saqueo diplomático
comercial merma las ganancias por este concepto ya dejarán solas las
ganancias de producción y de las actividades mercantiles y financieras con
lo cual numéricamente la tasa de ganancia media tenderá
incontrovertiblemente a su baja.
marmac@cantv.net