Los intereses económicos son irracionales

Los utopistas, los humanistas, los sentimentalistas, los humanitaristas, los
"visceralistas", los psicologistas, los farraguistas y los populistas son y
han sido personas incapaces de prever el futuro de las sociedades. Todos
"pecan" de ser extremadamente racionalistas. Y lo seguirán siendo mientras
no se sumen a la ciencia de la Historia Materialista, la dialécticamente
legible y entendible. Sólo a través de esta podemos conjeturar el devenir de
nuestras sociedades. Por ejemplo: más tarde o más temprano todos seremos
igual e irracionalmente COMUNISTAS.

De allí que aquellos cuando participan en la búsqueda de soluciones a la
problemática demográfica colectiva de este y de los tiempos pasados echen
mano a todo su arsenal disponible de fórmulas que no pasan de ser simples
ensayos psicológicos consolatorios. Estos apenas logran reformar el
presente, y/o fracasar cuando tales reformas tropiezan con el desarrollo
social temporalmente ubicado más adelante. Incapacitados como se hallan para
vislumbrar nada acerca del futuro social, mal pueden hallar soluciones
eficaces ni siquiera aproximadamente.

Tales soluciones empíricas, aunque muy bien fundamentadas en una cháchara
literaria de comprobada inutilidad pragmática, apenas resultan muy buenas
para aplacar temporalmente la conflictividad social, pero carecen de
basamentos científicos capaces de alcanzar soluciones eficaces y de mayor
duración como para garantizar la esperada paz social que tanto y tan
infructuosamente han buscado los hombres de buena voluntad.

Resumiremos diciendo que la "razón" de los racionalistas es incompatible,
por ejemplo, con los irracionales intereses económicos del agente creador y
provocador de toda esa conflictividad social. Precisamente, los capitalistas
y aburguesados del mundo se mueven en atención a criterios que
involuntariamente los motiva que les viene dados por su misma y ventajista
posición social, sin ningún atisbo de "racionalidad", y que paradójicamente
para nada responden a visceralidades ni asesorías psicológicas ni económicas
ni políticas.

Efectivamente, tomar una decisión para lograr un beneficio "per contra" es
un acto reflejo propio de todos los seres humanos y hasta de los animales
mismos de los cuales el ser humano es, antropológica y biogenéticamente
hablando, un derivado vanguardista. Así, cuando un inversionista
capitalista expone su dinero, aunque este haya sido mal habido, lo colocará
donde mejor funcione, o sea en unos mercados que le garanticen interés y
protección incondicional a su propiedad privada, independientemente de a
quiénes este inversor deje en la ruina, se los lleve por delante o cause
males sociales y colectivos que no figuran en sus balances patrimoniales de
su personalísima, privada y exclusiva pertenencia.

Corolario: Mientras no reconozcamos ni percibamos la irracionalidad de las
actuaciones económicas no podremos atacar sus raíces ni ofrecer con
admisibilidad mayoritaria un nuevo modelo social que pueda funcionar en ese
futuro ya vislumbrado por el materialismo histórico de ultrasesquicentanaria
escritura.


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Manuel C. Martínez M.


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