La guerra es diaria y desmoralizadora: “que me dijeron”, “que te acusan”, “que tú eres enemigo del proceso”, “que no trabajas”, “que no ayudas”, etc., etc. Detrás de cada acusación se esconde una personalísima ambición, una bajeza miserable, la codicia por un cargo, hundir al posible competidor en un puesto, ponerle la zancadilla a alguien para que no avance,.. Un montón de degeneraciones y torpezas que no permiten que nada progrese, que los programas no cojan firmeza y se consoliden, y que por otro lado el enemigo fortifique sus posiciones como hasta ahora lo han venido consiguiendo en Mérida. El PSUV en nuestra Mérida pareciera un piélago de grupitos cada cual en defensa de sus minúsculas parcelitas, unos pensando en la AN, otros en un llamado a un ministerio, algunos sudando la defensa de un puesto que no aflojan y mil pequeñísimas banderas que más bien parecen verduleras dándose de las greñas en un mercado de viles baratijas.
Aquí voy a contar una historia con la que podría muy bien armarse una genial novela sino fuera que mi limitada cabeza no es la de un Rómulo Gallegos o un García Márquez.
Me fui, pues, a Barinas. Me llamaba el rector Pedro Grima a trabajar en la UNELLEZ. Qué loco tenía que ser este noble y valiente amigo Pedro (nunca lo olvido), quien tuvo las agallas de darme trabajo cuando todo el mundo vivía espantado por lo que yo decía en Mérida contra medio mundo. ¿Qué será lo que quiere Pedro?, me decía: Con amenazas de muerte a cuesta, periódicos allanados por culpa de mi pluma, demandas en mi contra, declarado “persona non grata” por el Rectorado de la ULA y por gremios como APULA, el Colegio de Médicos, la Iglesia y por muchos directores de colegios católicos. Al director del diario “El Vigilante”, el doctor Eurípides Moreno lo destituyó Baltazar Porras por permitir que publicara mis artículos. Yo me apiadé, digo, sinceramente de la bondad infinita de Pedro Grima, y durante unos tres meses le estuve sacando el cuerpo para no meterlo en problemas. Realmente yo nunca había ejercido un cargo público (fuera del de ser profesor de matemáticas). Aquello de la UNELLEZ era horrible con mil partiditos chavistas disputándose con saña, locura y maldades de todo tipo los carguitos que ellos vislumbraban como bien bajitos. El enemigo de la derecha no era el problema sino ciertos caníbales chavistas que se estaban despedazando como perros por un hueso, por coger los puestos que otros chavistas detentaban. Me nombraron Jefe de Relaciones Interinstitucionales, y lo primero que hice fue fundar el periódico “Surcos” que sobrevivió hasta que me botaron. Yo nunca había sido jefe de nada, y entonces comencé a recordar mucho a Emile Zolá quien decía que en cada jefe hay siempre un hijo de puta. Y en aquella cangrejera, cada día éramos espectadores de una guerra sorda y sucia, y el sonsonete de cada mañana al entrar a la oficina era: “Al Rector Grima lo destituyeron…”, “Vienen cambios…”, “Que el Rector ya está fuera…”, “Enviaron una comisión de Miraflores para investigar a Grima…”, “En la Gaceta Oficial ya están los cambios…”, etc., y mil etc. Y todo esto saltaba en boca de los referidos chavistas porque nunca un adeco o copeyano se dedicaba a esas cosas. ¡¡¡¡¡¡Cuántos cartapacios de diez, veinte o treinta kilos se llevaron a la Sala Estratégica de Miraflores para denunciarnos con recortes de periódicos ultra-escuálidos en donde las mentiras contra Grima las sacaban de esos mismos medios con declaraciones de los propios chavistas que buscaban que nos echaran!!!!!!!!! A mí me acusaron, con foto y todo, de ser diputado del partido Proyecto Venezuela. Entre esos tramoyeros estaba gente ligada a Wilmer Azuaje y a Pedro Carreño. A la final le dieron el puntapié al pobre Grima y a toda su gente, y entonces hubo jolgorios en los pasillos de la UNELLEZ, se armaron tarimas para la celebración y con grandes y atronadores altavoces con música de Alí Primera se llenaron de ruido unas cinco leguas a la redonda. La fiesta fue más atronadora y justiciera que cuando cayó Pedro Carmona Estanga. Los que nos sustituyeron destrozaron a la UNELLEZ, la expoliaron hasta el infinito, quemaron y mataron a los animales del Parque Botánico y la dejaron en el estelero. Qué cambios tan bellos. Después contaré una historia también de horror por estos casos en Mérida.