Desde el presidente de una empresa hasta el supervisor de planta configuran una parte de la plantilla de trabajadores que figura en los estados financieros como costes por concepto de “trabajadores indirectos”. A estos se les reconoce su significativa utilidad dentro del proceso productivo pero no por ello dejan de ser trabajadores parasitarios que operan al lado y por encima de los trabajadores productivos.
En consecuencia, esos trabajadores indirectos escapan de la explotación capitalista directa, y más bien representan un personal que colabora entusiastamente en la explotación directa de los trabajadores realmente productivos o sujetos a la explotación generativa de plusvalor.
Recordemos y reafirmemos que sólo agregan valor los trabajadores que operan directamente en la fabricación de los productos durante un tiempo y con una productividad tal que no sólo reintegra el monto de su salario sino también un excedente de valor que nutre la cuantía de la ganancia final que estimula a los dueños jurídicos y económicos de la empresa.
Los trabajadores indirectos no reintegran el monto de su paga ni mucho menos agregan plusvalor. No deberían figurar en el cálculo del Valor Agregado Neto. Sólo encarecen los costes de producción y los precios finales de mercado. Curiosamente reciben los mejores sueldos y terminan haciendo la vida más costosa.
Ideológicamente, los trabajadores no productivos no se suman a las huelgas de los demás trabajadores. Suelen ser semilleros de esquiroles y defensores incondicionales del sistema. De allí que mientras más parasitan más se aburguesen porque realmente representan esa porción de trabajadores que también viven del trabajo productivo de sus supervisados.
Una sociedad que no eduque moralmente a sus ciudadanos ni logre inculcarles valores éticos de responsabilidad laboral y de “amor al trabajo” es una sociedad presta para ser dirigida por un Economía de explotación, ayer esclavista y feudal, y hoy burgocapitalista. Inclusive cualquier sociedad que atraviese el periodo transicional propio del Socialismo Científico se ve obligada al empleo de mano de obra indirecta con toda su carga de parasitismo y encarecimiento de la producción y coste de la vida.
Obsérvese que los países tecnológica y moralmente más civilizados suelen acusar los menores índices de inflación y menores presiones sociales por concepto de salarios miserables. Sus reclamos suelen ser extralaborales.
Los trabajadores indirectos reducen la merma productiva que suele acompañar al asalariado descontento y/o de baja vocación laboral. Sólo la hipotética sociedad comunista científica se desligaría de la necesidad del empleo de estos trabajadores indirectos, habida cuenta de que en este tipo de sociedad cada ciudadano y cada trabajador por antonomasia habrían alcanzado tal grado de responsabilidad que ya no necesitaría la mirada sigilosa de un supervisor ni la dirección de ningún jefe que los custodie a todos.
En la sociedad comunista el coste de la vida se abarataría no sólo porque el plusvalor también iría al bolsillo del trabajador directo, sino porque se operaría con un costo de producción libre de trabajadores parasitarios.