La estructuración de la población mundial clasificada por su poder adquisitivo creó los conceptos de clases sociales. En un comienzo era elementalmente fácil describirlas: la clase pobre tenia que trabajar para vivir y la clase rica vivía del trabajo de los pobres. Una clase opresora y otra clase oprimida, una explotadora y otra explotada. Hoy en día eso sigue igual en esencia, simplemente que la dominación mediática e hipnótica del mismo sistema capitalista borra la conciencia de clase dentro de la marea incesante del consumismo y una enorme parte de la clase explotada, no se siente explotada, a cuenta de que puede tener un televisor de plasma y vivir para pagarlo, ya se siente parte de la clase explotadora, sólo basta que alguien tenga menos que yo, para yo sentirme que estoy arriba de ese alguien y esa banal sensación de superioridad me auto engaña y esclaviza más aun, a ser un esclavo para mantener un mundo de apariencias que en el fondo sólo implica una vida absolutamente hipotecada.
En fin de cuentas, entonces, pobre verdaderamente pobre, será solamente el último de la fila, los demás somos clase media, esa trampa jaula moral que maquilla la pobreza y la esclavitud servil de la eterna clase trabajadora, disfrazada de rica, o nueva rica, de intentos fallidos de ser o hacernos creer ser pequeños burgueses.
Lo más importante de pertenecer a la clase media, es que ya, socialmente, nos salvamos de ser catalogados como miembros de la clase pobre. A partir de allí tendremos una vida sometida a perseguir eternamente la zanahoria que nos cuelgan los ricos de siempre enfrente de las narices, convirtiendo nuestro tiempo en quincenas, en sobres de salario, en hipotecas y plazos vencidos, en pagadores eternos de los bienes de consumo con que disfrazamos nuestra condición de esclavos. Siempre pienso que esta clasificación de nuestra especie, según nuestro poder adquisitivo, es lo más vergonzoso e inmoral de nuestra especie y que al fin y al cabo, más allá de esta ficción que se ha dado por llamar clase media, este traje de etiqueta, confeccionado con una tela barata, es sólo un traje de media clase, detrás de donde se esconden las dos clases de siempre: la clase asalariada y la clase explotadora.
Y es que en parte el sistema está montado de esta forma, al tener dinero en forma abstracta en forma de tarjeta de crédito las personas gastan algo que no ven y pese a saber que más tarde se lo descontaran, siguen consumiendo. Hoy día es tiempo de comerciantes que tienen todo a su favor: una sociedad boba, con un sistema que les venda los ojos y gente impulsiva cuyo mayor placer es consumir. En el marxismo, el proletariado, como clase oprimida capaz de superar a la burguesía, debía de unirse contra ésta para romper con su explotación. Siendo su negación dialéctica y sin haber generado dentro de sí nuevas clases opresoras u oprimidas, se volvería el instrumento de negación de la sociedad con clases. La condición de su transformación en clase política era la superación de sus diferencias geográficas y culturales ("¡Proletarios de todos los países, uníos!" había sentenciado en la última página del Manifiesto Comunista) y el descubrimiento de su conciencia de clase para así superar la alienación. Vencer su condición como grupo explotado llevaría a dos etapas finales en la evolución histórica de las formas de producción: Socialismo y Comunismo.
Socialismo: Mantenimiento de las clases sociales no poseedoras y representación política de su consciencia mediante un partido político. Propiedad pública de la producción provisionalmente traspasada al Estado. Distribución por función.
Comunismo: Abolición de la división del trabajo y el dinero. Colectivización total de la sociedad civil. Disolución de cualquier forma de clase y absorción de las funciones colectivas del Estado. Distribución por necesidad y disolución del Estado como signo de haber logrado una sociedad evolucionada y con conciencia de especie superior dentro del universo que habitamos.
El peor enemigo en el camino al socialismo no es otro que esta mal llamada clase media, que yo llamo media clase: la pérdida de la conciencia de donde uno se halla, de donde se encuentran sus intereses y de donde están los defensores de esos intereses reales es un terreno abonado al triunfo de la derecha. Uno puede votar desde donde está, desde donde piensa que está o desde donde le gustaría estar y el mundo de los deseos es tan libérrimo como, en ocasiones, estúpido.
Lograr que esa enorme clase media, en la que autoincluye la mayoría de la clase pobre que trata de liberarse del estigma vergonzoso de que se le señale como pobre vistiéndose de marcas y comprando imagen para aparentar no serlo es lo que la convierte en la clase oprimida defensora de sus opresores, es la fuerza social que le da permanencia al imperio del empresariado burgués, sus explotados los defienden para que le sigan pagando su salario de miseria y tratar de ser como sus amos.
Un poema que encontré dedicado a esa media clase, sin conciencia de clase, vendida, hipnotizada y servil, que piensa como rica y vive como esclava:
POEMA A LA CLASE MEDIA.
Clase media
medio culta
medio rica
entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande
Desde el medio mira medio mal
a los negritos
a los ricos a los sabios
a los locos
a los pobres
Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che
medio también
En el medio de la nada
medio duda
como todo le atrae (a medias)
analiza hasta la mitad
todos los hechos
y (medio confundida) sale a la calle con media cacerola
entonces medio llega a importar
a los que mandan (medio en las sombras)
a veces, solo a veces, se dá cuenta (medio tarde)
que la usaron de peón
en un ajedrez que no comprende
y que nunca la convierte en Reina
Así, medio rabiosa
se lamenta (a medias)
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanzan a entender
ni medio.
(Autor: Daniel Cézare)
brachoraul@gmail.com