(Límites del Mercado Burgués)

Desarrollo Marxiano del Capital (II)

Es un hecho incontrovertible que el PTB de las sociedades capitalistas no puede crecer más allá del potencial de la demanda solvente; esta irresoluble contradicción significa que de antemano el sistema deja parcialmente sin alimento, calzado, vestido y muchas cosas más a la mayoría de los asalariados, y con hambruna a buena parte de los 5M MM de hab. que ya explosivamente pueblan este planeta.

El crecimiento de la oferta se torna cíclicamente fluctuante, las crisis económicas repotencian el sistema imperante y los ataques en su contra sólo conducen a su prolongación en el tiempo. La porción de la población impotente para ir al mercado sobrevive gracias a las dádivas promocionales de gobiernos populistas que han tomado como bandera la ayuda a los pobres como si estos fueran un asunto de eterna coexistencia social. Este ejemplo data de los mismos tiempos bíblicos, con Jesús de Galilea en su condición de líder pionero en estos menesteres electorales favor de los pobres de marras.

También sobreviven gracias a las limosnas de algunas empresas privadas y de las sobras de los comensales y usuarios solventes con un ridículo alarde de “pantallería” filantrópica. Los delincuentes de baja estofa son producto de esa mezquindad de la producción bajo leyes capitalistas

Las tragedias masivas, endemias y epidemias, las guerras frecuentes, los incontrolables accidentes de trabajo y automovilísticos, la mortandad atribuible a la desenfrenada delincuencia criminal, todos esos males sociales representan la expresión más palmaria de que el sacerdote Robert Malthus tuvo razón al considerar estas desgracias como paliativos del problema de la permanente desigualdad entre la prelimitada capacidad alimentaria burguesa y el crecimiento explosivo de la población meramente insolvente. Lo pobres e indigentes son otra categoría demográfica no exclusiva de ningún sistema económico.

Si bien es cierto que el crecimiento vegetativo (mayor índice de nacimientos que de defunciones) refuerza la demanda potencial del PTB y encarece los precios, no menos cierto es que de esta nueva demanda sólo una parte resulta solvente. En los hogares de la mayoría de los asalariados reina el prejuicio según el cual “donde comen 2 personas pueden hacerlo 3”. Efectivamente, los artilugios caseros culinarios del queso rallado, la carne molida, el café aguarapado, la leche aguada, la ropa remendada, las “chivas” del ropavejero, las “media suelas”, y las mercancías de tercera calidad, los carros usados, los medicamentos genéricos, etc., dan cuenta de más personas permanentemente subalimentadas y enfermizas, quienes si bien potencian el mercado de la farmacopea, el consumo de esta rama productiva correspondientemente merma el de los demás bienes.

Es que no hay salida en el mercado burgués, su acotación está predeterminada por la ínsita incapacidad del sistema para brindar “pleno empleo”, y, además, cuando llegare a darlo la limitación sería mayor habida cuenta de que los ahorros derivados de la acumulación de ganancias no tendrían cómo ser colocados rentablemente y la competencia intraclasista sería mayor ya que el mercado que va conquistándose iría ineluctablemente con cargo a la desaparición de sus competidores.

Cómo se sostienen las empresas ya establecidas, cómo ingresan al mercado más empresarios, es un asunto que sólo puede explicarlo la competencia dentro de la clase burguesa. Se trata de una variante de la misma lucha social que finalmente dará cuenta de la extinción del sistema capitalista, como tan premonitoriamente apuntó Karl Marx. Unos capitalistas terminan arruinando a otros, o muchos empresarios quedan condenados vivir en condiciones de estancamiento crónico. Los pequeños y medianos empresarios no terminan de despegar porque sencillamente el mercado ya está limitado de antemano y sus rivales tienen un mayor poder de aguante económico a tal punto de sacrificar ganancias temporales con rebajas de precio para asegurarse la continuidad del control mercantil.

Nuevas asociaciones, carteles, holdings, etc., todas esas organizaciones paramonopólicas empresariales buscan seguir en el mercado y suavizar la inevitable competencia causada por las limitaciones del mercado burgués. Un mercado naturalmente no apto para todos. Como todos necesitamos alimentarnos está claro que se trata de un sistema en cuyo desarrollo siempre será incapaz de brindar satisfacciones para la sociedad en pleno, sólo las da a medias a una parte, aunque hace muy ricos a pocos. Consecuencialmente, la retórica populista en búsqueda de un mejor reparto del PTB dentro de la sociedad burguesa es mendaz y carece de toda seriedad científica.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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