¿Democracia Socialista?

Los sectores opuestos al progreso en América latina suelen utilizar al término “democracia” como bandera propia y exclusiva del liberalismo económico y el modo de producción capitalista. En este sentido, ellos definen como democrático solo y exclusivamente a un sistema en el cual existe la libertad política de elegir a funcionarios de un estado cuyo servicio más importante es el de garantizar una supuesta libre competencia económica pero sin intervenir en el manejo de los recursos de la nación, ni sus empresas, ni su economía. Es decir, la democracia es tal cuando los funcionarios están inhabilitados para intervenir en los asuntos económicos. Esa derecha latinoamericana mide entonces al grado de democracia de una nación según existan menos impuestos, menos regulación fiscal, más flexibilidad laboral y menos intervención “populista” en los asuntos económicos de gran importancia estratégica para la nación, aunque irónicamente en Europa o EEUU esto no sea así, ni de lejos. Entendida así, es evidente que esa democracia poco tiene que ver con un modelo de desarrollo socialista, y en realidad muy poco que ver también con el modelo ideal de la mayoría de las llamadas democracias occidentales. El socialismo no es compatible con ese tipo de democracia parcial y amputada a favor de un solo sector de la sociedad, pero hay que tener extremo cuidado en ser transigentes en cuanto al uso de éste término. Me parece preocupante que la derecha se sienta dueña del término y algunos ineptos burócratas “socialistas” parecen aceptarlo y no ver la diferencia entre el significado real de una democracia y el significado manipulado que hace del término la derecha.

Por otro lado, me parece interesado y tramposo dar por hecho que el socialismo es intrínsecamente democrático, y que está demás hablar de “democracia socialista”, eso no es cierto. Seguramente se podrá discutir sobre el significado del término, y en eso no quiero ahondar mucho, pero que un gobierno sea socialista o capitalista no determina automáticamente un determinado grado de democracia o libertades políticas. Así como es una estafa definir a la democracia como una mera consecuencia de la maximización de las libertades económicas, también es una estafa propia de las burocracias de los modelos socialistas primitivos o deformados decir al pueblo que un modelo autodenominado socialista es intrínsecamente democrático y garantía de mayores libertades políticas que cualquier modelo capitalista del mundo, eso no es cierto y es una trampa tan descarada, ofensiva y peligrosa como la anterior. El socialismo es un modo de producción que se basa en la propiedad social sobre los medios de producción, y una burocracia roja puede decir que esa propiedad social sobre los medios de producción se ejerce a través de criterios representativos, de igual manera que en el modo de producción capitalista hay propiedad privada sobre los medios de producción, y los defensores de ese modelo podrían decir que esa propiedad privada es igualmente representativa de la sociedad, siendo ambas cosas igualmente falsas. ¿Hay acaso una diferencia en cuanto a libertades políticas intrínsecamente garantizada en alguna de las dos posturas anteriores?. No, ninguna de las dos posturas garantiza mayores libertades personales que la otra, son formas de potenciar el desarrollo económico, y nada más.

No debemos negar que en la URSS hubo una propiedad social sobre los medios de producción que se ejerció a través del Partido Comunista, ¿eso hizo que hubiese más democracia en Rusia?, ¿fue la URSS más democrática que Francia, Suecia, Suiza o Alemania, o algunos otros países europeos?. No, no fue más democrática que ninguna de esas naciones, porque la nacionalización de las empresas o la propiedad social de los medios de producción no es algo por lo que se lucha en si mismo, es solo un medio por el cual se puede o no alcanzar un mayor nivel de democracia, pero la democracia es el fin último y no una cualidad del socialismo!. La sociedad busca perfeccionarse, en la dirección de mayor bienestar para la mayoría, e igualdad en las oportunidades de desarrollo individual y colectivo, para eso un conjunto de personas puede ser persuadido para asumir uno u otro modelo productivo, nada más. Hablar de democracia socialista no resulta redundante, y solo es válido cuando la economía se planifica para bienestar de las mayorías, cuando las empresas son gestionadas democráticamente, cuando la investigación científica está al servicio del bienestar colectivo, cuando se desarrolla activamente la tecnología y la industria, valorando al máximo el conocimiento, para ponerlos al servicio de todos y cuando la participación política ciudadana (otra palabra odiosa para ciertos burócratas!) puede pasar por encima del poder tanto de las empresas privadas como de la burocracia política, cuando la justicia está realmente al servicio de la verdad y no de un sector en contra de otro, o viceversa.

Es válido hablar de democracia socialista, y no es verdad que está implícito en lo cuando un gobierno se autodenomina socialista. Lo que si es cierto es que solo la democracia socialista puede cambiar las cosas y desarrollar a un país no industrializado como Venezuela, pero no con una burocracia capitalista en rol de representante popular en la dirección de los medios de producción, eso es nefasto. Peor que una economía de libre mercado, es una economía regida por una burocracia todopoderosa, eso es peor para un país no industrializado, solo una monarquía absolutista podría ser más nefasta para Venezuela que un gobierno burocratizado y todopoderoso que usurpe el poder delegado del pueblo para la dirección de los medios de producción. Solo las mayorías conocen los intereses de las mayorías y, por lo tanto, solo cuando las mayorías dirigen orgánicamente la economía del país a través de sus empresas se puede impulsar el desarrollo industrial. En el capitalismo, las empresas privadas están al servicio de los capitalistas maximizando las ganancias como meta principal y por encima de cualquier otra. Esto provoca que los proyectos que no generan ganancias notables para los capitalistas no sean ejecutados aunque sean convenientes para las mayorías populares. Por otra parte, esto no ha de ser así en las democracias socialistas, en estos sistemas se supone que la economía se planifica para beneficio de las mayorías y no quiere decir que éstas puedan ser menos eficientes, sino todo lo contrario. Se opta por la opción más beneficiosa para el colectivo, aunque no sea necesariamente la opción que genere mayor capital financiero, pero seguramente generará un mayor capital social que el capital financiero de cualquier otro proyecto alternativo con lógica de propiedad privada, entonces, como corolario a lo antes expresado, las empresas democráticamente dirigidas en un sistema económico socialista siempre serán igual o más eficientes que las empresas privadas.

El socialismo económico requiere mayor democracia que cualquier otro modo de producción, y que lo requiera no quiere decir que lo tenga intrínsecamente. Construir el socialismo en Venezuela implica la necesidad de maximizar la participación democrática y la inclusión de todos los sectores del país, incluyendo también a los contrarios al socialismo (siempre que éstos respeten las leyes, claro). La democracia no es compatible con la hegemonía política de una burocracia representativa, toda burocracia poderosa es enemiga del progreso y del cambio. No es momento de apelar a la ética de los funcionarios sino al control popular de ellos a través de canales efectivos de regulación. No es cosa ni de ética, ni de leyes, es cosa de regulación. Las mayorías se comportan de una manera y los individuos que componen esas mismas mayorías de otras maneras. La mayoría en conjunto empujará a la revolución socialista, pero un individuo de esa mayoría podría cambiar al estar en cualquier cargo público. La solución es regular, activar canales de regulación. La regulación solo es posible en democracia, con poderes públicos independientes y separados. La coacción no es valida para construir una democracia socialista, solo la persuasión y la convicción de las mayorías son herramientas para desarrollar e industrializar a Venezuela.

Es preocupante que cuando se habla de rectificación algunas caras de la burocracia roja intentan asociar el término a un incremento en el poder del estado y mayor confianza en el poder delegado en funcionarios con más ética y/o mejor preparados. Esto no es así, lo que se necesita es exactamente lo contrario. La solución no es escoger mejor al personal que ejerce cargos públicos, sino construir un sistema en el que un funcionario por si mismo no pueda cambiar en lo absoluto los planes establecidos por la mayoría a través de los mecanismos de participación, que el estado sea un simple ente ejecutor y no director, hay que concretar la idea de poder popular a través de mecanismos efectivos de participación. Apelar a la ética de los funcionarios para poder delegar en ellos cada vez más poder es un absurdo!. La idea es que ningún funcionario tenga tanto poder como para que importe demasiado su tendencia politica, porque realmente las cosas se harán como democráticamente se determine y no como decida un funcionario. El funcionario empleado del estado democrático y socialista no debe necesariamente ser el políticamente más afín a una u otra tendencia sino el técnicamente más calificado para traducir la voluntad popular en una obra o servicio de calidad concreto y tangible. La garantía del cumplimiento de los planes políticos de la nación la ejerce el pueblo a través de los mecanismos de participación popular, a través de los partidos políticos, la asamblea nacional (que para algo más que aprobar leyes tendrá que servir alguna vez!) y el poder ciudadano (¿es que existe un poder ciudadano?), el reto más grande del proceso venezolano es construir esa democracia, eso sí que es duro y difícil porque implica una verdadera voluntad de cambio, mucho mas fácil es pensar que todo se soluciona si los funcionarios fueran políticamente mas claros o más calificados, pero esa no es la realidad. Lo más importante es que se les regule efectivamente, que el aparato del estado esté al servicio directo de los ciudadanos y no al contrario.

La democracia socialista está por construirse y no existe en Venezuela ni una democracia sana ni un socialismo económico siquiera en pañales, porque ninguno de los dos puede existir por separado y tampoco existen juntos por naturaleza. Construir la democracia socialista es dar un paso en lo político y otro en lo económico, sin olvidar ninguno de los dos, o nos caeremos estrepitosamente.


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Alejandro López González

Doctor en Sostenibilidad (Cum-Laude) por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Sus investigaciones sobre la sostenibilidad de proyectos de electrificación rural con energías renovables en Venezuela le valieron el reconocimiento como la mejor tesis doctoral en el período 2018-2019, según la comisión de doctorado de la UPC. Se graduó de ingeniero electricista en la Universidad del Zulia en 2004 y ha publicado más de una docena de artículos científicos acerca de la sostenibilidad de la electrificación con energías renovables en países en desarrollo

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