(Por el camino heterodoxo)

¿Fin del Anticapitalismo?

Llamamos “camino heterodoxo” al que se aparta del que descubrió Karl Marx. Recordemos que este último  conducirá ineluctablemente a la extinción de la tasa de ganancia media, hecho que ocurrirá al margen de que el mercado produzca o no la ganancia, en una réplica   metafórica de la decisión tomada oportunamente por Galileo   cuando optó por vivir a cambio de negar que la Tierra se moviera. Es una salida de naturaleza largoplacista   sujeta a la mayor o menor velocidad de la transnacionalización del modo de vida burgués.

La historia del contracapitalsimo cumplida hasta el presente nos indica que ni siquiera los portentosos ensayos socialistas soviéticos hicieron mella alguna en la estructura económica propia de la prerrevolución. No pudieron abatir el imperio de las relaciones burguesas. Tampoco la China maoísta, hoy abiertamente capitalista, ni el apasionado y admirado ensayo cubano puesto que este sigue clamando un cese del embargo burgués que pesa toneladas sobre una economía socialista que groso modo ha terminado siendo más retrógrada que progresista.

Para la instalación exitosa de un  imperialismo  socialista   en el globo mercantil actual no bastan asociaciones políticas de ninguna envergadura ni densidad demográfica, por cuanto, en el supuesto de que triunfara sin que antes la tasa de ganancia media dejara de ofrecer rentabilidad para los mismos conductores sociales, entonces subsistiría el albur de que las   semillas del capitalismo no tardarían en germinar mientras haya un cm2 de tierra o mercado capitalizable.

 A estas alturas, ante conatos de rebelión y reiteradas protestas contra gobiernos imperiales, contra los transnacionalistas, los monopolistas y contra la pésima distribución de la Renta Nacional (PTB), los caminantes del método heterodoxo anticapitalista suelen echar manos a métodos represivos cruentos o incruentos que subjetivamente consideran apropiados. Ante esos fracasos y resultados contraproducentes ha ido fraguándose  la convicción y el reconocimiento de que la lucha anticapitalista subjetiva es más bien  la más preciada ayuda que los explotados y sus defensores populistas pueden prestarle al sistema ya que con ella le alargan la vida al  modo que desean reemplazar por otra forma de vida.

Es que los políticos y gobernantes disconformes con este sistema recorren caminos heterodoxos, o senderos señalados por procedimientos feudaloides, según los cuales la dinámica económica de la Edad Media era reducida a la contienda política subjetiva para el sometimiento de feudos vecinos y así incrementar   la tributación, el vasallaje y los diezmos como fuentes de ingresos de la aristocracia y de sus reyes vencedores.

Para finales del Medioevo terminó asentándose el Fisiocratismo y el Mercantilismo. Estas teorías acientíficas dejaban a un lado el trabajo de los siervos y esclavos como fuente del valor del PTB; para los apologistas y paracientíficos de marras la naturaleza y las transacciones de compraventa originaban las ganancias, un fenómeno muy evidente pero ilusorio. Adam Smith quebró esas doctrinas y dio luz verde al capitalismo que hoy confrontamos.

Luego de sus descubrimientos científicos, Marx intuye que la lucha tradicional contra gobernantes, contra especuladores, contra los monopolios y paramonopolios; que las regulaciones de precio, las mejoras salariales el intervencionismo o liberalismo económico según las coyunturas y zigzagueos propios de la dinámica internacional burgonmercantil, lejos de mermar o debilitar el sistema terminaban repotenciándolo. Y esto se ha cumplido al pie de la letra.

Marx jamás aconsejó una rebelión precipitada o extemporánea contra el capital. Digamos que ni siquiera la iniciativa leniniana tuvo soporte marxiano, y en  tal sentido  el pionero en transitar caminos heterodoxos fue Vladimir I. Lenin. Por el contrario, Marx hizo observaciones puntuales al respecto. Fue así cómo  en el Primer Prefacio de la Primera Edición de Das Kapital afirmó que: <<…descubierta la ley económica del movimiento de la sociedad moderna, la sociedad no puede franquear de súbito las fases de su desarrollo natural, ni mucho menos abolirlas por decretos. Pero la sociedad podría acortar el período de gestación y atenuar los dolores del parto>>. E inmediatamente (misma fuente) dice: <<Mi punto de vista, según el cual el desarrollo de la formación económica de la sociedad es asimilable al desarrollo de la naturaleza y a su historia, puede, menos que ningún otro, hacer responsable al individuo de unas relaciones de clase de las cuales ese individuo es socialmente la criatura, haga lo que hiciere por desprenderse de ellas. >> Estas negrillas las he puesto adrede.

Ese es el meollo del mensaje marxiano para dar cuenta de la inconveniencia de las luchas prematuras y subjetivas que vienen aplicando los caminantes de la vía heterodoxa en su infructuosa lucha anticapitalista. 

La atenuación de los “dolores del parto  sólo puede lograrse cuando, mutatis mutandis, se dé plena libertad al desenvolvimiento económico burgués a fin de que este agote con la mayor brevedad posible cualquier tasa de ganancia rentable.

Paradójicamente, pues, los apologistas y sus panegíricos que han combatido hasta con despiadadas guerras los conatos heterodoxos “marxistas y antimarxianos a la vez (?), y   han  pedido a gritos la supervivencia de la actividad mercantil burguesa, lejos de estar defendiendo al capitalismo  lo han estado combatiendo, habida cuenta de que por ese camino le  acortan   su   desenvolvimiento natural, mediante  un curioso anticapitalismo ortodoxo ya previsto y sugerido por Marx, según las citas anteriores.  Pensamos que ante tantos fracasos de esa lucha heterodoxa  y  feudaloide   practicada por marxistas y no marxistas debamos  preguntarnos si estamos ante el fin del  Anticapitalismo.

 

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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