Sumarialmente podemos afirmar que esa causa estriba en el agotamiento creciente del mercado rentable. Al ritmo de ese agotamiento mercantil va en paralelo el “decrecimiento tendencial de la “tasa de ganancia media”. Se trata del pronóstico lapidario de Karl Marx: Unos países y regiones se habrán saturado de ofertas invendibles con ganancias, y otros ya no contarán con mano de obra asalariable de menor costo medio.
Intentaremos explicar en qué consiste ese decrecimiento de la tasa de ganancia media y porqué ella atenta contra la continuidad del sistema vigente, al punto de que marcará su extinción:
Marx habló de “composición orgánica del capital”, o relación coste medios de producción–coste salarial, pero a riesgo de incurrir en simplezas diremos que la tasa va descendiendo con el desarrollo de las fuerzas productivas y de la correspondiente ampliación y uniformación del mercado mundial a nivel de las modernas globalizaciones transnacionalitas (el capital carece de patria). Este descenso en la tasa sobreviene porque cada vez es más costosa la mano de obra asalariada como resultado de la puja obrero-patronal; por cierto una mejora erróneamente atribuida a la gerencia sindical que paradójicamente ha frenado el desarrollo de la conciencia proletaria. Súmese la industrialización in crescendo que busca su abaratamiento a punta de mejoras en la productividad media del trabajo con auxilio de óptimas organizaciones y de maquinarias cada vez más sofisticadas pero altamente costosas. Tal descenso viene operando a largo plazo.
Ese desarrollo industrial y la mejora salarial van extendiéndose a los demás mercados menos industrializados donde la tasa de plusvalía es mayor que la de los países industrializados de avanzada, y con ello resulta menor el reparto macroeconómico de la plusvalía arrancada a los asalariados de empresas menos desarrolladas, y arranque practicado durante el proceso de conversión del valor de en precios de producción 1/ a los que definitivamente son colocadas las mercancías de todas las empresa desigualmente desarrolladas. Ciertamente, Lenin descubrió la ley del desarrollo desigual y combinado, pero su precipitada praxis política le impidió concretarla.
Lenin, como tantos otros defraudados líderes revolucionarios, no llegó a entender que esta lucha no es cuerpo a cuerpo, que una cosa son las protestas de los trabajadores, y otra cosa muy diferente es la lucha proletaria. Esta, más bien, consiste en desarrollar todo el potencial laboral para acrecentar y alcanzar un poder tecnocientífico que permitiría a la economía mundial dejar sin efecto cualquier asomo de ganancias personales, cosas así someramente dadas.
Seguimos: Digamos que las empresas van perdiendo esa diferenciación que convertía a unos países en exportadores de plusvalía, y a otros en sus importadores.
Tal es el meollo de la baja en la tasa de ganancia que desemboca en el agotamiento de mercados lucrativos capaces de sostener la rentabilidad de esos “dinosaurios industriales” cuyo capital constante ya pesa demasiado sobre el capital variable como para seguir funcionando con beneficios crecientes ni estables para los numerosos accionistas burgueses involucrados.
Los aumentos salariales y la mayor composición orgánica ya no permiten mayor redistribución de la plusvalía arrancada a todos los trabajadores del mundo por parte de las grandes y pioneras empresas capitalistas. Estas han sobrevivido en el tiempo, a pesar de su voracidad sin límites porque hasta ahora las economías del planeta han sido muy desiguales en cuanto a su desarrollo de fuerzas productivas. Esta desigualdad combinada ha ido lentamente perdiendo su perfil, y cuando este uniforme a todas las economías el Imperialismo se habrá consolidado, y llegado el fin del capitalismo.
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1/ http://www.aporrea.org/actualidad/a37856.html