Decía Marx que "Los filósofos se han dedicado a contemplar la realidad cuando lo que hace falta es trasformarla".
Si debiéramos de ubicar al Comandante Chávez entre una de estas definiciones que en nuestro articulo se plantean como contradictorios -aunque en realidad no lo sean- diríamos que Chávez es más filántropo que filosofo por que lo mueve un gran amor por la humanidad. Sin embargo, no se puede ser filántropo sin conocer y amar la filosofía humanista que enarbola la revolución socialista. Planteamos la contradicción de otra manera.
Un verdadero revolucionario no es quien, precisamente, se dedica a contemplar la realidad y a criticar las fallas del Estado, o los errores políticos del gobierno, sino, más bien, quien desde posiciones de poder se dedica, en tiempo y vida, a transformarla y promover nuevas políticas revolucionarias y humanistas.
El Comandante Chávez, gracias al pueblo, ha tomado las riendas del poder del Estado para hacer la revolución y transformar la sociedad venezolana. En ese sentido, Chávez es más filántropo que filosofo. Decepcionan y perjudican al Comandante Chávez, y a la revolución, quienes desde posiciones de poder se han dedicado a filosofar y a sólo contemplar la realidad. Decepcionan y desmoralizan quienes mucho hablan de la necesidad de cambios y son precisamente ellos los más incapaces de mover un dedo para promover cambios en su entorno de influencia.
Decepcionan y desmoralizan quienes llegan a tomar espacios de poder dentro del Estado e inmediatamente son seducidos por el mismo poder y sus comodidades, olvidando sus promesas. Decepcionan los endiosados por las dulces mieles del poder. La revolución es obra sólo de revolucionarios.
Lo peor, es que mientras algunos olvidan su retórica y se relajan en sus lujosos despachos, seducidos por las trampas del poder, otros continúan con sus encendidos discursos revolucionarios sin llevar nada de sus planteamientos a la práctica. Llega el momento en que la realidad comienza a cachetear sus rosadas mejillas, y cuando entran en cuenta de que han perdido totalmente el liderazgo y respeto que alguna vez gozaban entre los trabajadores, compañeros y camaradas más cercanos, es demasiado tarde. Es allí cuando el sectarismo de esos "cuadros" se hace cada vez mayor y peligroso.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) debe de estar atento y en pie de batalla frente a estos demagogos que también hacen mucho daño. La dirigencia revolucionaria y el PSUV deben recordar siempre que en revolución no es suficiente con vociferar consignas y hablar del socialismo; que hace falta actuar. De lo contrario, es mejor callar.
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