Dos cosas dejamos en claro y de plano: El mercado es una irrefragable fase industrial capitalista que dependiza al productor de una clientela solvente. Cuando los gobernantes ignaros y dejados llevar por concepciones pseudocapitalistas persiguen el monopolio, están con ello coartando la verdadera competencia. El monopolio sólo expresa el desarrollo del capitalismo bajo el libérrimo ejercicio del mercado burgués. El monopolio es premio a la competencia por excelencia.
Farsantes de la Economía Vulgar, o de la izquierda desviada, han teorizado sobre infundadas aberraciones de mercados paradójicamente en manos del mejor competidor de ellos. Se ha confundido la “centralización del capital” con daños al consumidor, como si este supuesto daño no atentara contra los proveedores de mercancías. Semejante desaguisado ha tenido una amplia y profusa acogida y divulgación por parte de marxistas y no marxistas. Curiosamente, Marx no condenó jamás la variante mercantil del monopolio. Falsos marxistas, como Paul M. Sweezy (Teoría del Desarrollo Capitalista, FCE), suavizan esta mentira afirmando que Marx se quedó corto en su análisis de la Acumulación de Capital, y que ahora allí estaba él para perfeccionar a Marx. Muchos han querido perfeccionarlo, pero han terminado muy mal.
Veamos: El encarecimiento inflacionario del coste de la vida de los salariados en funciones de consumidor provoca que sindicalistas y gobernantes burgueses negocien y decreten, respectivamente, ajustes salariales. Con estos ajustes mal llamados “aumentos salariales se frena el empuje de los capitalistas menores en su carrera hacia el monopolio.
De partida, cuando aquellos ajustes no responden a mejoras productivas, el PTB sigue constante aunque a un mayor precio inorgánico, como inorgánico resulta el poder circulante del consumidor beneficiado con tales ajustes. Se reduce así la composición orgánica del capital involucrado y con ello también queda reducida la “concentración” de dichos capitales individuales por el desvío de fondos sin el empleo de los complementarios medios de producción.
En razón de esta imprudencia burocrática, la productividad laboral va congelándose, se frena la contrata de nuevos trabajadores, se incrementa la demanda de bienes finales y se reinicia la inflación que viciosamente sigue su curso. Los capitalistas menores reducen su capacidad competitiva, pueden arruinarse algunos y los capitalistas sobrevivientes termina concentrando aceleradamente más capital rumbo a su inevitable monopolización. Digamos que cuando se combate un monopolio se ataca la “competition” y alejamos el agotamiento y reemplazo del modo de vida burgués.
1/ Usamos el idioma inglés para conmemorar a la pionera Inglaterra en materia de explotación textil y burguesa, con cargo a sus millones de asalariados, jovencitas, a sus menores usados en la limpieza de las cónicas chimeneas industriales dónde sólo ellos resultaban muy útiles. Buena parte de estos infantes murieron como consecuencia de semejantes y criminales prácticas. (Karl Marx, Das Kapital, Libro I), pero el orgullo y la petulancia burguesa han seguido de largo. Nadie ha pagado hasta ahora por esos crímenes. El capital inglés desparramado por el mundo lleva en sus venas sangre de consanguíneos compatriotas sacrificados en fábricas para el enriquecimiento de algunos. El sostén burocrático de sus reyes y reinas tiene hoy por hoy semejante, despiadado y remoto origen.