Lloveremos sobre mojado sólo para colocar las cosas en contexto. Hay cosas que no por conocidas son conscientemente asumidas y pudiéramos estar ante una de ellas. En Venezuela –por más que algunos signos así parecieran indicarlo y sobre todo porque la contrarrevolución se empeña en tratar de convencer de ello a tirios y troyanos- no se está ante un pugilato democrático conforme al cual unos grupos luchan por alcanzar el poder para gobernar conforme a sus ideas sin que esto implique la desaparición física, ideológica y total del adversario. En Venezuela –por si no lo sabías- dos concepciones absolutamente excluyentes están en guerra. Si una triunfa la otra desaparece y no hay términos medios.
El enemigo de clase capitalista –que no adversario, oposición o cualquier otra ristra de subterfugios que se usan para escurrirle el bulto a la verdad- no se plantea, ni por asomo, alcanzar el gobierno bajo los principios de la alternancia “democrática” aceptando un retorno –algún día- por la vía democrática del indigestable fantasma del socialismo (vía al comunismo). La consigna de “Hombres nuevos y alternabilidad republicana”, al menos en la historiografía venezolana, surgió de la lucha por el poder político entre conservadores y liberales (caimanes de la misma poza) y salió de la mente de Antonio Leocadio Guzmán. El principio de la “alternabilidad democrática” llenó todo el contenido del archiconocido “Pacto de Punto Fijo” En ambos casos –en todos los casos- de lo que se trata es de jugar al “un ratito tú, un ratito yo” siempre que no se toquen las bases del sistema. ¿Por qué creen que dejaron fuera del pacto –esa fue la esencia del pacto- al Partido Comunista?
Bien, aclaradas estas perogrulladas, es de una ingenuidad criminal imaginar que en cada uno de los torneos electorales -trampa burguesa de primera calidad- el pueblo venezolano en su lucha histórica contra el enemigo explotador se juega un simple cambio de nombres, de colores o tendencias. El enemigo de clase sabe bien a lo que va en cada uno de esos “torneos” y del otro lado el pueblo revolucionario también debe saberlo. El capitalismo –vernáculo e internacional- en su necesidad de restauración exige, requiere y demanda, la extirpación de raíz del “mal ejemplo” socialista. En ninguno de los espacios de poder a los que han llegado en el uso del “caramelito electoral” se han sentado a “gobernar” En todos ellos su presencia se caracteriza por la articulación armónica de esos espacios de poder (gobernaciones, alcaldías, etc., etc.) con la conspiración general contra el gobierno revolucionario al costo que sea necesario. Desde la importación de paramilitares para asesinar líderes campesinos, hasta la complicidad abierta con los enemigos de la patria sean estos gringos, españoles, israelíes o marcianos. El fin último es uno sólo, reitero: extirpar el enemigo potencialmente socialista. Así lo hicieron donde quiera que este enfrentamiento se produjo. Así sumieron en la sangre de cientos de miles de muertos a la España Republicana, aun “importando” tropas alemanas o italianas para asesinar a su pueblo (¡Ay Guernica!), hasta la más reciente razia por el cono sur de Nuestra América (¡Ay Allende!) ¡Qué caras en sangre y dolor resultaron las ingenuidades! Azaña confiando en el buenazo de Franco o Allende en el no menos buenazo Pinochet.
El 26 de septiembre vamos – ¡otra vez!- a otra manga de coleo electoral. A lo largo de esta campaña la contrarrevolución usará todos los recursos que el marco legal burgués le proporciona y el que no le proporciona también. Mentirá, aterrorizará, atormentará, prensará por la vía de la “inseguridad” con sicarios, mortificará con la escasez de productos de primera necesidad, se colocará del lado de cualquier agresor internacional, etc., etc. Todo en el marco muy claro de un solo objetivo: extirpar la Revolución Bolivariana y asesinar (poco importa el modo) moral o físicamente al líder del proceso. Ese objetivo lo tendría a la mano –sin abandonar nunca cualquier otro camino por supuesto- si logran una mayoría, así sea pírrica, en la Asamblea Nacional. Soberbios y arrogantes no lo esconden, van a por ello y lo dicen con descaro. Si alcanzan una mínima mayoría en la Asamblea Nacional irán a por Chávez con el libreto bien aprendido en Honduras del “golpe lavado” Pueblo, Gobierno y Partido tienen que estar bien claros en esto. Hay que jugar cuadro cerrado y además hay que hacerlo desde las más profundas esencias revolucionarias.
La Revolución tiene que presentar al pueblo como candidatos a la Asamblea Nacional a los mejores hombres y mujeres sin excepción alguna. Cada uno y cada una de los hombres y mujeres que se presenten al “torneo” tienen que garantizar el triunfo más aplastante sobre los candidatos de la contrarrevolución. Aquí –de nuevo- no se puede optar “entre vencer o morir” El método aprobado por el Congreso Extraordinario del PSUV pareciera garantizar que estos candidatos y candidatas serán los mejores. La auto postulación debería garantizar la presencia de los mejores en el marco de una imprescindible honestidad revolucionaria. Auto postularse significa –en ese marco de honestidad imprescindible- que quien se ofrece lo hace irrefragablemente persuadido de que ningún otro revolucionario está más capacitado para dar esa batalla que él mismo. ¡Así debería ser! Sin embargo… así fue en la oportunidad de las auto postulaciones para gobernadores y alcaldes –les confieso que yo creí que aquel día lunes amanecerían desiertas las postulaciones porque pocos tendrían ese atrevimiento- y resultó que se batió record de postulantes y postulantas, incluidos unos cuantos centenares de adecos y copeyanos de vieja data ahora inscritos en el PSUV.
La auto postulación no es garantía, debería serlo pero no lo es, a las pruebas me remito. La otra condicionante debería resolvernos este problema porque siempre habrá el sinvergüenza que no la paré mucho a eso de “antes de postularte mírate al espejo” (como dijo el Presidente Chávez) porque se mirarán al espejo y se verán bellos y bellas, ¡faltaría más! La otra condicionante debería serlo, podría serlo y tenemos que lograr que lo sea. La elección de los candidatos y candidatas en elección directa y universal. Esto debería garantizar que el pueblo con su tino haga la elección más idónea. Pero… para que esto no se termine embarrando yo propongo algunas medidas previas:
a) Que ningún candidato o candidata reciba o disponga de apoyos provenientes del poder constituido (gobernadores, alcaldes, concejales, etc., etc.) del cual no dispongan todos y todas en igualdad absoluta de condiciones y oportunidades.
b) Que ningún candidato o candidata pueda disponer de medios (prensa, radio, televisión, etc.) de los cuales no dispongan todos y todas en igualdad de condiciones y oportunidades.
c) Que sea severamente castigado cualquier ventajismo.
d) Que los candidatos y candidatas hagan renuncia formal (legal) a cualquier cargo de dirección dentro del partido, en el caso de tenerlo en la actualidad.
e) Que candidatos y candidatas asuman el compromiso, moral y legal, de renunciar a cualquier privilegio distinto al de ser voceros y voceras de su pueblo en la Asamblea Nacional
Quizás falten cosas… quizás, pero estas –a modo de arranque- me parecen imprescindibles. Hay que ganar la Asamblea Nacional para garantizar la Revolución. Hay que ganarla y con mayoría calificada. Hay que ganarla y ningún otro interés puede privar por sobre este fundamental objetivo. La Revolución, la Patria y nuestro pueblo así lo exigen y así debe ser y será, se moleste quien se moleste.
¡LA CAMPAÑA ADMIRABLE PASA POR LA ASAMBLEA!
¡Chávez es Revolución!
¡Chávez es Socialismo!
¡PATRIA Y SOCIALISMO… O MUERTE!
¡¡¡VENCEREMOS!!!
martinguedez@gmail.com