Cuando el Verbo se hace Aclasista

Así, sin darnos mayor cuenta,  usamos el lenguaje como si todos fuéramos igualitos, como si todos,  cual idílica y bíblica parejita, todos hubiéramos  nacido  y desarrollado    simultáneamente, comido lo mismo, leído lo mismo, aprendido lo mismo, todo lo cual configura  una auténtica  imposibilidad hasta comprobada por la Física Moderna.

Así, por ejemplo, mi gratamente recordada  e inolvidable maestra CRUCITA ROMÁN1/, comadre de mi difunta Abuela materna y madrina de mi ya fallecida Madre,  allá en su “escuelita no graduada”, pero “multigraduada”, sita en  la avenida  Carlos Soublette, entre las calles Pedro Bermúdez Cousin y Miguel Peña, a mano izquierda  de sur a norte, Valencia, Carabobo, Venezuela, mi recordada maestra, digo, con su bien trabajada, fina, alargada, elegante, fuerte  y femenina uña de su pulgar derecho marcaba el trozo de lección donde decía: ¡Roque, se quema tu casa! Roque corrió. Como niños principiantes del alfabeto jamás conocimos ni averiguamos  si el hipotético Roque era o no inquilino o propietario de la casa en cuestión. Obviamente, luego supimos que “nuestra” población ha estado durante más de 25% de la Era Cristiana dividida entre inquilinos, rentistas y propietarios de su inmueble, algunos gravados hasta la muerte, listos para ser rematados por  fraudulentas hipoteca a favor de quien   auxilió financieramente en caso de alguna de esas enfermedades que demandan servicios  de elevado coste hospitalario, no aptas para pobres insolventes per se, y otros como ranchos de variopintas calidades, los más  peores que otros. 

Así, otro ejemplo, cuando el médico recomienda la toma de una pastillita P tres veces al día después de cada comida, ora a él  le consta que su paciente come  esas otras tantas veces, ora asume una postura aclasista.

Así, un nuevo ejemplo, cuando decimos que la vida está cara, efectivamente siempre lo ha estado pero  sólo para los asalariados de medianos y bajos ingresos,  y para los artesanos, profesionales y técnicos de tercera (los de los pobres), así como para el grueso de los funcionarios públicos honestos y capaces, ya que en estos  mercados (eufemismo de países), como Venezuela,  por lo general la alta Burocracia sigue corriendo a cargo de los Mejores Incapaces no sólo en lo moral sino en lo tecnocientífico, rudimentariamente hablando, y son ellos quienes terminan recibiendo o cogiendo para sí, por sí mismos o a través de serviles testaferros,  las mejores partidas presupuestarias, razón por la cual son inmunes ante cualquier brote inflacionario, cualquier devaluación monetaria, cualquier tragedia natural, cualquier comisión de hechos punibles. 

Así, otro caso, cuando el trabajador de fábrica o el tendero les dice a sus clientes, familiares o amigos, o a sus compañeros de trabajo, y aunque no se lo crean: “Mi” empresa paga correctamente sus impuestos municipales y nacionales…”, o les afirma: “No “tengo”  mantequilla, sólo “tengo” margarina, esos tenderos, esos obreros, renuncian a su  condición de simples empleados y asumen ser copropietarios. Para corroborarlos en su  error, la fulana Real Academia Española (RAE)  les reserva en sus entradas semejantes desaguisados aclasistas vaciadas en su Diccionario de la Lengua Española, que está configurado, editado, enriquecido, manipulado, amputado, corregido, recorregido e impuesto al mundo hispanoparlante y extranjero como lo máximo en gramaticalidad, según la misma RAE. 

Otro: Solemos oír desde el vientre materno que “tememos” patria,  que “somos iguales” ante la ley, que tenemos todos los derechos y garantías sociales y políticas,  y económicas, del mundo, que “tenemos” el mejor salario, que “tenemos” el mejor gobierno, etc., a sabiendas de que “nuestros” gobernantes suelen defecarse sobre todo ese parapeto jurídico constitucional.

Tener patria para quienes no tienen ni siquiera una casita propia ni trabajo propio,  ni herramientas propias; para quienes ni siquiera tienen “nombres propios” ya que por lo general son clones apelativos tomados de sus ancestros, de santos y de no tan santos; de santas y de no tan santas, eso es, decimos, es  algo más que asumir una postura de craso ignorante, es ser   un pendejote desconocedor de “nuestra” sociedad clasista por causa de un lenguaje aclasista tendenciosamente manejado, enseñado y configurado  por los reales y “arrealados” académicos de la dominante cosa burguesa.

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1/ La Señorita Cruz Román, Crucita para sus alumnos y representantes, ignorada por todos los gobiernos de ayer y de hoy. Maestra pionera, descontratada y trabajadora incansable a dedicación exclusiva durante sus buenas 8 horas diarias y hasta más. Hasta dónde sé, trabajó por su cuenta, riesgo y amor durante las décadas 20-50/SXX, aprox., en flagrante violación del Decreto Guzmancista de 1870. De esta  trabajadora docente y decente podríamos decir que representó el auténtico y olvidado trabajo ad honórem y vocacional espontánea y disciplinadamente  realizado  a favor de la comunidad de su tierno y precioso   entorno  de infantes e infantas, y sin  más remuneración que las gracias y/o Bs. 1/semanal por cada pupilo. Impartía enseñanza desde las primeras letras hasta los siempre temidos y desencantadores “quebrados” u operaciones con   números fraccionados. Para sobrevivir  creaba extracátedra unas bonitas pantuflas femeninas    para  su consumo personal y un remanente que previo encargo colocaba dentro su “distinguida“ clientelita vecinal para damas y niñas. Las trabajaba  a base de liencillo  negro, hilos de cocuiza blanquecina y piel de neumáticos “desechados”. Murió sin pena ni gloria burocrática, pero  quedó eternamente   sembrada y bien cultivada en nuestros  infantiles corazones  y pensamientos.

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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