¿Cómo distinguir entre un fanático de la derecha o de izquierda?

Es inevitable que en un proceso “embrionario” de revolución surjan situaciones emocionales y psicológicas desbordadas. Y digo “embrionario” porque nuestra revolución sigue en proceso de gestación en el vientre de la patria con la esperanza de algún día parir y pueda cristalizar la justicia social, sin distinción de clases sociales, sin prejuicios ni posiciones extremas.

El fanático político puede serlo de la tendencia izquierdista o derechista, ésta última con sus matices de facismo, de ultraderecha, racismo, clasismo, etc. Un partidario de una de esas dos posiciones que no analice con equilibrio la filosofía de su tolda política, que no tenga ponderación en su accionar como miembro militante y que crea ciegamente en lo que sus líderes le predican, es un fanático en esencia, un dogmático más. El fanatismo abraza como subconjunto doctrinario al sectarismo. Un sectario no acepta autocrítica, no permite que el vino nuevo entre en un odre nuevo, por el contrario, cualquier vino nuevo le corroerá aún más su odre viejo, o sea, su mente, su función intelectual. Esa persona es un peligro latente y puede causar mucho daño a su paso. La historia es abundante en ejemplos patéticos. El fanatismo no solamente existe en el ámbito político, también en lo religioso se presenta con mucha fuerza. Recordemos los excesos criminales de la Inquisición católica, las famosas Cruzadas, el genocidio nazi contra los judíos de la vieja Europa, y el más reciente que palpita como sangre en corazón de hiena en los asesinatos sumarios e impunes de palestinos por parte de los sionistas de Israel. En el deporte también han ocurridos hechos lamentables por el desenfreno al apoyar a algún equipo de fútbol, de béisbol, etc.

Esas conductas torcidas deben ser estudiadas con sumo cuidado en el acontecer político nacional. ¿Un fanático de la derecha? Veamos las marchas de los pertenecientes a la OND (oposición neurótica disociada). Allí el odio y la exacerbación irracional colman las paciencias de cualquier agudo espectador. Cuando aquella señora fuera de sí arrojó un paquete de arroz sobre el ex ministro Samán se comportó como una auténtica fanática derechista. En el sabotaje petrolero vivimos escenas de fanatismo tenebroso que no vale la pena recordar.

¿Y cómo nos afecta ese flagelo en el socialismo bolivariano? Debemos diferenciar entre el oportunista que se disfraza de rojo y pregona su hueco apoyo irracional a nuestro líder presidente y el fanático chavista que está convencido de que este proceso no tiene errores de doctrina, de procedimiento y de sanción. El caso reciente del affaire Henry Falcón sacó a relucir el trapo hediondo del fanatismo rojo. Salió una diputada (ya lo hizo hace pocos años con otro dirigente) y dijo que ese señor se alió a nuestros enemigos y que si pasaba a otro partido afecto al proceso entonces quedarían “congeladas” las conversaciones con ese grupo, el PPT. Fanatismo puro. Al insultar al adversario, descalificarlo y barrer el piso con él, es signo evidente de un desequilibrio psicoemocional . El que se quiera ir que se vaya pero no lo debemos enviar a la hoguera inquisitorial, aquí no queremos Torquemadas, lo que necesitamos es ponderación y respeto y poner en práctica lo que nuestro presidente tanto repite: El amor. Muchos de nosotros hemos cuestionados decisiones del comandante Chávez y no por eso saltamos ninguna talanquera. Sin autocrítica ningún proceso revolucionario llegará a buen puerto, nunca lo hará. Cuando varios de los actuales ministros que provienen de otros partidos de izquierda se pasaron al Psuv, no ocurrió ningún escándalo por parte de aquellos, simplemente guardaron silencio y continuaron adelante. Si algún miembro del Psuv “salta” al PPT o al PCV, esperemos los acontecimientos y no procedamos con ligereza cayendo en fanatismos ridículos que desdicen de la naturaleza del asunto. Y me pregunto: ¿Será que el gobernador de Bolívar, de Aragua, de Trujillo, por ejemplo, y alcaldes dizque rojitos del ámbito nacional son de izquierda y revolucionarios patria o muerte? En los hechos muchos de ellos son unos burócratas que se olvidaron del pueblo que les dio su voto sincero y ahora padece, ese pueblo, en el desierto del olvido. ¿Y donde están sus obras socialistas, dónde? Hay excepciones. Sin la lupa de nuestro presidente el país no andaría en los esperanzadores caminos que trillamos actualmente. ¿Alguien me puede decir por qué en VTV no se escucha ni se ve la autocrítica de nuestros hermanos revolucionarios que piden a gritos un bálsamo para aliviar sus penas por falta de servicios básicos, vivienda o promesas incumplidas?

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Efrain Jose Granadillo


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