La llamada talanquera es una especie de línea imaginaria que delimita una posición política de otra. En estos tiempos de cambios, tan rápidos que a veces sólo se les ve el celaje, la talanquera es más ancha o más angosta de acuerdo al punto de vista desde donde la veamos. Para mí la talanquera es ancha cuando puede constituirse en una especie de limbo político desde el cual, o se pasa al nirvana del silencio, o a las oscuras profundidades del infierno de la escualidez. Pero puede ser también una manera de sincerarse las personas, y nunca el salto viene sin una honda reflexión de lo que le conviene al saltador o a la saltadora.
LA ANCHA LÍNEA DIVISORIA
Lo de Henry Falcón fue un salto corto, porque el PPT está justo en la ancha línea limítrofe entre chavismo, chavismo “light” (que es un chavismo de otoño) y escualidez. El gobernador sólo pasó la primera línea, la segunda, tal vez la pase o no, de acuerdo a como convenga a sus intereses. Yo creo que lo hará, porque su nombre ha sonado fuertemente como candidato de oposición, desde antes de dar el salto. Otros han dado un brinco bien largo, como aquel de Podemos que es invitado a todos los programas de la derecha, y los saltos más vistosos son los saltos de emergencia, que son laaaargos, aparatosos y llevan directamente a la fase más oscura de la escualidez.
LOS SALTOS DE EMERGENCIA
Los saltadores de emergencia son los que reciben un pitazo, o sus servicios de escucha notan, que han sido descubiertos en sus actividades corruptas, que les puede venir un juicio porque ya el gobierno tiene evidencias. Entonces agarran una bandera escuálida, pegan cuatro gritos por los medios privados (siempre los entrevistan) y declaran que están saltando porque no están de acuerdo con tal y cual medida del gobierno, y que su corazoncito de Demókrata no puede palpitar más junto a un sujeto comunista radical puro como Chávez. De esa manera, cuando viene el juicio, pueden alegar que los están persiguiendo por sus opiniones, que la causa es falsa y bla, bla, bla. Exponentes de un olímpico salto de emergencia son Baduel y el ex gobernador de Sucre.
¿Y QUIÉNES ESTÁN DE ESTE LADO?
De este lado de la talanquera está un nutrido grupo de gente de izquierda que tuvo mucho que ver con las luchas pre chavistas en el país. Gente proveniente de la llamada clase media (un eufemismo por pequeña burguesía), que tuvo acceso a la educación superior, que combatieron fuertemente cuando eran estudiantes y que tuvieron un sueño ...que ahora están intentando poner en práctica. Es el caso de Jackeline Farías, Elías Jaua, Alí Rodríguez Araque, y otros muchos que no cito por no alargar esto más. También están los “recién” llegados, otras personas que tal vez no eran tan activos ni sonoros en tiempos prechavistas, pero que ahora decidieron y lograron, por conveniencia propia que coincide con la del país, asumir cargos de poder, que desempeñan haciendo lo mejor que pueden, en un gobierno anti imperialista y progresista, que aún no es socialista.
No es indispensable haber estado el 23 de enero del 58 y haber sido guerrillero en los años 60 y 70 para calificar como revolucionarios, porque si así fuera, tendríamos de este lado de la talanquera a Teodoro Petkoff, a Américo Martín y a una joya llamada Gabriel Puertas, para dar sólo unos ejemplos. Una persona puede haberse convencido por los hechos de Chávez, además de su arrolladora personalidad y ese poder que tiene para que, oyéndolo, a una le renazcan las esperanzas de que un cambio profundo es posible y se está trabajando en eso. Así que no podemos sospechar de muchos jóvenes porque no tienen ese currículo, camaradas que en esos tiempos ni siquiera habían nacido.
Aunque haya diferencias de origen, de estilo, de concepciones y de objetivos personales, en esta ancha acera revolucionaria y anti imperialista, camaradas probados como Eduardo Samán y Elías Jaua, no sólo están del mismo lado (hasta que se pruebe lo contrario), sino que ambos son importantes para el proceso. Igual acontece con Diosdado Cabello, de quien he oído decir que “está acumulado poder”, “tiene mucha plata”, “es un corrupto”. Ninguna de las personas que me ha dicho esas cosas, ha podido decir concretamente en qué casos de corrupción ha participado el ministro Cabello, ni si el dinero que puede manejar es propio, ajeno o robado, o si lo maneja para beneficio propio. Sólo son frases genéricas, matrices de opinión. Y lo serán hasta que se pruebe lo contrario. Por tanto, Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, María Cristina Iglesias, y todos los otros, están de este lado de la acera, son nuestros, como nuestro es el gobierno progresista y pro-socialista de Hugo Chávez.
LA EXPECTATIVA DEL PUEBLO
La gente quiere un avance revolucionario más rápido y profundo, menos negociaciones, menos Chevron y menos Cativen como socios, menos tolerancia con los canales escuálidos que han violado todas las leyes con la más completa impunidad.
El pueblo, que ha sido politizado casi exclusivamente gracias a Hugo Chávez, quiere participación protagónica, pero hay una franja que separa los deseos de la gente, que obstaculiza sus intentos por hacer valer el poder popular, de las instancias gubernamentales que pueden ayudar en eso. Esa separación se debe a las concepciones políticas e ideológicas de los funcionarios que, por miles, están en la administración pública, como nunca antes se ha hecho, intentando ayudar a conformar un poder popular que muchos de ellos no entienden bien, con un pueblo que sigue siendo moreno, pata en el suelo y, a veces, desdentado, pero con una claridad política e ideológica mayor que la de muchos funcionarios que se creen por encima de ellos. Eso es un problema que se puede solucionar, pero que pasa por la organización política del poder popular.
¿Podemos decir, sin mentir, que todo el mundo es alacrán? Eso sería tergiversar la crítica interna que el general Müller hizo, buscando que sea corregida, generalizando lo que no debe ser generalizado. Si él dice que existen los alacranes, seguro que es así, pero no sabemos concretamente quiénes son. Es una respuesta que está en blanco, todavía.
LO QUE NOS QUEDA
Al pueblo lo que le queda es nada menos que organizarse para el poder popular, pero eso quiere decir que debemos asumir responsabilidades, luchar contra la herencia de la democracia burguesa de que se lo hagan todo a uno, y esperar viendo televisión a que el “Consejo Comunal” haga las cosas por nosotros. Si somos revolucionarios y no asumimos las instancias del poder popular como parte de nuestra vida cotidiana, no podemos quejarnos después de que los escuálidos se infiltren y pretendan reventarnos desde adentro, siguiendo el guión de Maquiavelo.
El proceso revolucionario somos también nosotros, el protagonismo también es nuestro, hay una lucha cuerpo a cuerpo en la base, o mejor podría decir: concepción a concepción, entre las ideas que los derechistas infiltraron en las mentes de mucha gente y la concepción revolucionaria que, a la larga, se seguirá imponiendo, porque los hechos dicen mucho más, y con mayor eficiencia, que las palabras. Y la clave, no debemos cansarnos de repetir, es la organización.
Sólo así podremos avanzar hacia el Socialismo.
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