La Aritmética opera con una variable abstracta de valores homogéneos o simples sumandos, mientras en Álgebra algunas sumandos se desdoblan en otros. Esto complica la comprensión del operador ya que de perogrullo es más difícil o más concreto atacar dos variables que una sola.
Esa diferencia cognoscitiva entre aritmética y álgebra es, más o menos, la que se da entre los valores de las mercancías, antes de salir al mercado, y los precios de producción al que son liquidados fuera de fábrica en el mercado correspondiente. Es una diferencia entre Microeconomía y Macroeconomía, una diferencia entre la ciencia de la Economía y la paraciencia de la Crematística. Consecuencialmente, estas diferencias podrían explicar la afinidad entre la devaluación del bolívar y una ecuación con dos incógnitas.
Veamos: Muchos atribuyen a la ESCASEZ la causa o fuente del valor mercantil o v. de cambio, pero ella simplemente sirve para encarecer o abaratar los precios, según la orientación del desbalance entre ofertas y demandas. Los precios son la concreción final en el mercado del valor creado en los centros fabriles o manufactureros, de manera que sólo en condiciones muy hipotéticas o inverosímiles y abstractas se da una identidad entre valores y precios.
Los valores de las mercancías difieren de sus precios de mercado en que estos últimos desde los tiempos del trueque sirven para concretar las operaciones de compraventa, pero los primeros han sido el resultado de muchos años de estudio, análisis, elucubraciones y sostenidas investigaciones científicas realizadas desde que los primeros pensadores y filósofos se ocuparon de la Economía. El grecomacedonio Aristóteles, por ejemplo, de varios siglos precristianos atrás, fue el pensador que más se acercó al concepto concreto del valor-trabajo.
Según Karl Marx (Cónfer El capital, Libro Primero, Cap. IV Cartago), Aristóteles supo distinguir entre Economía (arte de satisfacer necesidades siempre finitas mediante valores de uso) y Crematística (arte de obtener dinero, siempre infinito). La Crematística, cargada de contabilidad, acertadamente es la misma que hoy siguen practicando los apologistas del mercado en su férrea convicción de que en este está la riqueza y fuente de la ganancia. Sólo así omiten la condición de explotador del comerciante al lado de banqueros y de productores con obreros asalariados. Los “mercantilistas” en general pertenecen a la Economía de Bodegueros; más que Economistas son crematísticos o Economistas Vulgares.
Marx infirió que Aristóteles estrelló su extraordinario talento frente al concepto de “valor” por su condición esclavista donde le tocó vivir, razón por la cual se mostró “cegato” o incapaz de ver en el trabajo de los esclavos la verdadera fuente de la riqueza dineraria. (Ob. cit., pág. 76).
Marx descubrió que la separación crematística entre precios de mercado de las mercancías y el valor económico de las mercancías surge de la dificultad para llegarle económicamente al PRECIO de PRODUCCIÓN (Ob. cit, Libro III). Este tipo de precio pertenece a la Macroeconomía, mientras que los precios cotidianos de los bodegueros pertenecen a la Microeconomía1/, independientemente del giro del capital involucrado. Para estos efectos poco pesa la diferencia entre el microcapital de un pequeño burgués y el megapital de un inversor transnacionalista.
Las dificultades en Economía suelen ser mayores que en Crematística. En aquella se determina el valor de cambio de las cosas, el valor trabajo presente en las mercancías capitalistas. En Crematística sólo hablamos de la diferencia entre el dinero que entra en un transacción y el dinero que sale de la misma, una operación de vieja data y al alcance hasta de analfabetos. Por esta razón hay tanto intruso y “tirapiedras” en los asuntos mercantiles.
Asimismo, las dificultades algebraicas son mayores que las aritméticas. En el caso concreto de las DEVALUACIONES del BOLíVAR nos hallamos con una variable que a su vez se desdobla en dos factores excluyentes pero igualmente capaces de resolver la ecuación en juego, o dar cuenta de las transacciones de compraventa: 1.- El valor del bolívar frente a las mercancías (valor nominal o aritmético), y 2.- El valor del bolívar frente a la divisa norteamericana (valor adquisitivo o algebraico de mercancías importadas 100% o predominantemente fabricadas con insumos importados). En el primer caso hablamos de dinero nominal, del salario, de la pensión, de nuestros ahorros, cosas así. En el segundo caso hablamos de la paridad del bolívar o poder adquisitivo real.
Ocurre que los trabajadores suelen entretenerse en el cálculo y estima del dinero nominal y la “devaluación” o poder adquisitivo real del bolívar queda reservado a los comerciantes y al Estado, por aquello del control cambiario. Por esta razón los trabajadores en general sólo ven especulación, alzas de precio, y exigen mejores salarios paliativos, incapacitados como están para ver en las devaluaciones la causa intrínseca de esa Inflación inducida por el Estado. Los gobernantes por su parte aprovechan el reducido pensamiento aritmético del consumidor para atribuirles a los comerciantes las causas del malestar económico, de la insuficiencia de la oferta y de la carestía de la vida. Mediante esta argucia gubernamental el gobierno sesga su responsabilidad directa mediante las devaluaciones cambiarias aplicadas al bolívar frente al dólar.
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1/ “Microeconomía” es la carrera universitaria que se ha impartido en la Escuela de Economía (Economía como eufemismo de Crematística) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Carabobo. Por lo menos así fue durante mi carrera en esa magna casa de estudios, años 1960-1965.