(Más allá del plusvalor)

Trascendencia del Valor de Uso

Es una hecho característico del modo burgués de producción que los fabricantes   se comportan como si el proceso de producción fuera un acto comercial donde el inversionista aporta dinero en un monto D para comprar mercancías varias que luego termina vendiéndolas para retirar del mercado otro monto de dinero cuantitativamente > que D.

El objetivo inmediato del capitalista no es el valor de uso, ni tampoco la ganancia inmediata, sino, al contrario, su objetivo es el movimiento incesante de la ganancia siempre renovada. La obtención de una ganancia con la cual obtener otra y otra y otra hasta que el mercado deje de ofrecérsela. Ese proceso visto comercialmente se expresa mediante la fórmula algorítmica: D-M-D’, para D’ > D. (Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, passim).

Pero para practicar la fórmula D-M-D’ es necesario producir a M. Si antes el comerciante hallaba la mercancía porque su productor salía a venderla, ahora el comerciante decide fabricarla para otros comerciantes y para consumidores en general. Digamos que algunos comerciantes se independizan de los vendedores de M y deciden producir a esta.

Las mercancías han surgido como evolución de las fuerzas productivas cuando la demanda del Medioevo y de más atrás comenzó a superar la oferta comunitaria, cuando la cesta básica no podía cubrirla ningún artesano y desapareció todo rastro de economía autárquica,  cuando el valor de uso de las mercancías se valoró por su valor cuya medida se conoce como valor de cambio. El capitalismo aparece cuando la demanda potencial creció en razón de relaciones extracomunitarias y ya los trabajadores podían comprarse como mercancías a las cuales se les necesitaba como simples valores de uso y no como mercancías para ser revendidas tal como entraban en aquella fórmula. Las mercancías que adquiere el capitalista sólo son útiles para producir otras mercancías, y de allí que representen medios de producción y fuerza de trabajo productivo, como capitales constante y variable, respectivamente, según la terminología marxiana.

Bien, esas mercancías se producen en régimen burgués para cubrir necesidades de consumo en general, y son lanzadas al mercado independientemente de que los inventarios terminen abarrotados, o que hayan pasado de moda, que se dañen por perecibilidad o maltratos durante su transporte y estiba. Simplemente se fabrica un bien que satisfaga una necesidad que puede ser inducida innovadoramente. Digamos que desde hace varios cientos de años la oferta artificial precede la demanda.

El tráfico mercantil precedió al capitalismo pero siempre estuvo privando el valor de uso por encima del valor de cambio, y las ventas tenían como límite la satisfacción de las necesidades. Durante el capitalismo la acumulación o concentración de valor de cambio carece de límite, ya que el capital dinero tiende a variar en cantidad pero su calidad como capital se mantiene incólume. (Ob. Cit.)

Pero si bien las relaciones sociales son acciones objetivas o independientes de la voluntad de los accionistas y trabajadores, no por ello el valor de uso deja de ser lo más importante. Sólo este satisface necesidades vitales de toda índole, y la calidad y el volumen de esta satisfacción dependerá siempre de la calidad de esa mano de obra   que en condiciones de asalariada sólo sirve  para ser explotada por el patrono.

Esta realidad nos hace inferir y mueve al reconocimiento de que en todas partes existen trabajadores altamente remunerados a quienes lejos de explotarse, estos, por el contrario, explotan las necesidades de sus compradores. Estamos hablando de los trabajadores al servicio de la alta burguesía  y de los miembros de las clases medias de los países más industrializados, quienes colman de dinero, de respeto y de otras mejoras a un personal a quienes aprecian como valores de uso  para con el cual satisfacer sus necesidades como personas y no como capitalistas.

El caso de Costa Rica, (Centroamérica) podría ser un buen ejemplo. Al parecer, allí todos los trabajadores están recibiendo un trato social de parte de los “ricos” extranjeros e inmigrantes, de quienes allí veranean y pasan su jubilación, que ya envidiarían los profesionales mejor pagados del resto de los asalariados del mundo. Parece ser que allí la mano de obra no es comprada para fabricar plusvalor y valores de uso para su reventa, sino que son comprados para usarlos in situ y como tal reciben mejor tratamiento social, un tratamiento pluscapitalista.

 

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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