Independientemente de que el Estado sea mono, aristo o democrático, pero particularmente el moderno Estado republicano, en todos ellos la prestación de Servicios Públicos supone una contrata de funcionarios que se conoce como “burocracia” debidamente dividida según el esquema aclasista del romántico Juan Jacobo Rousseau. Pasaremos a explicar cómo estos estados explotan a sus funcionarios.
En esa burocracia existen los mandatarios y funcionarios que toman las decisiones, coordinan actividades ministeriales, negocian con otros países, administran los impuestos y el patrimonio nacional, hacen de policía, de contralor y hasta de jueces. Son la alta jerarquía burocrática, muy buena para el pillaje de la corrupción, la demagogia y la inservibilidad funcional. A su lado y por debajo de esa alta burocracia se halla el grueso de los funcionarios públicos, más abnegados que bien remunerados. Estamos hablando de casos como el venezolano.
Para ingresar en las nóminas de la Administración Pública débese tener recomendaciones de todo tipo, muy al margen del currículum profesional. Un egresado universitario mediocre, por ejemplo, puede perfectamente ser designado ministro, magistrado o rector universitario, siempre que goce del aprecio y confianza que la “aristocracia” burocrática de turno así lo estime, y no necesariamente en cargos acordes con la profesión del caso. El control de calidad profesional y técnica no funciona: sólo fidelidad partidista, amiguista, familiarista, como tartufos y corifeo.
Por supuesto, una Admón. Púb. con esas características entorpece y hace utópica toda posibilidad de progreso social, pero en un país como Venezuela acostumbrado a vivir de la Renta petrolera, chucuta o excesiva, poco importa. Venezuela ha sido un país con una Economía parasitaria dependiente de los trabajadores directamente fabricantes del PTN petrolero, y de este depende por reflejo el resto del PTB Nacional. El PTB venezolano se halla marcadamente desviado hacia las actividades petroleras.
Bueno, pero es que un Erario público manejado al arbitrio del partido Político de turno y de su alta directiva debe causar un déficit crónico obligante de mayores endeudamientos públicos. Estos endeudamientos suelen ser en efectivo provenientes de la banca Internacional. Esta es parasitaria por excelencia, y se la prefiere en lugar de atraer capitales privados y patronos extranjeros. El apologista y perverso Economista J. M. Keynes sembró la mala conseja de un Estado empresario o estimulador de las funciones empresariales a punta de créditos blandos para cuánto pirata y corrupto resultare amigo del gobernante. Casi todos han resultado maulas y el mismo Estado ha decido condonarles la deuda insolvente y darles más “capital” de los ciudadanos que jamás son consultados ni siquiera para la selección de los beneficiarios de semejantes créditos.
Por otra parte, una Admón. Pública cargada de funcionarios de mediana, poca y nula capacidad productiva convierte a los organismos públicos en auténticos desangradores del Erario, sus costes operacionales resultan superiores al empleado por economías de países con mayor población y mejor calidad de vida.
Todos los organismos de Venezuela presentan faltantes presupuestarios todos los años, y el Estado mantiene una mora permanente con proveedores varios y con el personal contratado por tiempo determinado, además de negar el pago oportuno de la prestaciones sociales que jamás son pagadas como lo ordena la Ley ad hoc.
Pero el punto burocrático más resaltante de estos Estados es que sus trabajadores jamás han recibido su paga completa. Los funcionarios públicos responsables y necesitados de sus cargos para el sostén familiar, ante la carencia de vacantes en un empresa privada tan deficiente como la nuestra, se acoge a los horarios ilegales y tareas leoninamente establecidas. En Educación Secundaria, por ejemplo, hay docentes universitarios que laboran hasta 50 horas semanales, ¿y el Min Educación? Bien, gs.
Como si fuera poco, esos docentes, al igual que el resto de la burocracia media e inferior, sólo reciben sueldos y solarios (sic) que apenas les cubren su modesta cesta básica. Y este salario mínimo (sic) es producto de luchas sindicales como si se tratara de empresas privadas gerenciadas por tacaños capitalistas.
Cubrir apenas la cesta básica significa que su valor perfectamente es compensado con el trabajo del funcionario durante una parte de la jornada que obligatoriamente cumple este funcionario. De manera que el resto de su jornada es simple plusproducto que se manifiesta en servicios públicos por los cuales ese funcionario no recibe paga alguna.
Al contrario, recibe vejámenes de toda índole por cualquier politicastro que se le antoje mirarlos por encima de su hombro, le niega sus prestaciones, le mendiga y chivea el salario mínimo (sic), le devalúa la moneda o constriñe su poder adquisitivo en favor de una supuesto desarrollo industrial “keynesiano que no se ve por ningún espacio. También le permite encarecimiento de precios, y en fin, estos funcionarios son sometidos a trabajaos que encajan perfectamente en un cuadro de explotación precapitalista que nada tiene que envidiarle a la los feudales de la época preindependentista nacional. Por cierto, es esta explotación precapitalista la que le ha permitido a los desvergonzados gobernantes afirmar que los Servicios Públicos son gratuitos, habida cuenta de que el Estado subpaga a los funcionarios que los prestan bajo semejantes condiciones de “explotación de ciudadanos por gobernantes”.