Salgamos de la trampa de la historiografía oligarca

19 de abril de 1810, este abril de 2010 y la lucha de clases

La historia la hacen los pueblos; la escriben los historiadores (suerte de periodistas de amplio espectro) y se la apropia para colocarla a su servicio la clase dominante, la misma clase que proveerá de medios y espacios de privilegio a los historiadores que cuenten “su” historia y execrará convenientemente toda historiografía disidente. Exactamente como ocurre con estos historiadores de lo inmediato que son los periodistas, en el día a día venezolano.

Si alguien tiene duda de esta afirmación échele un vistazo a la historia enseñada en las escuelas a todo lo largo de la IV República (1830-1999) y comprobará como por la vía de la manipulación o la invisibilización, esa “historia” fue la que les permitió conciliar sin sobresaltos la traición al pueblo con la exaltación de sus acciones. Había que apoderarse de los signos más sagrados de patria, independencia, democracia, libertad… y colocarse en los primeros lugares del protagonismo… y así lo hicieron, pero su patria no es la Patria. Su patria es la misma que estuvieron dispuestos a entregar a potencias europeas (justo al año haber asesinado a Zamora en San Carlos), ofreciéndoles la Guayana Venezolana a cambio de que los pusieran a salvo de las "hordas zamoranas", por cierto, entre otros oligarcas, el petitorio lo firmaba un antepasado del "patriota" Guillermo Zuloaga: Nicomedes Zuloaga, (causa de profundo orgullo para este heredero de la "Guipuzcuana", la misma patria que estaban -y están- dispuestos a entregar cuando el 11 de abril de 2002 clamaban por "infantes de marina subiendo por la autopista Caracas-La Guaira", la misma patria que hoy entregan a la invasión de asesinos paramilitares o a quien sea con tal de salir de esta vaina.

Respecto a la manipulación de la historia pensemos, sólo para apelar a un hecho histórico bien reciente, ¿qué historia estarían contando a nuestros niños y jóvenes en las escuelas, o qué se estaría diciendo en los programas de radio y televisión, si el pueblo no hubiese revertido el golpe de estado de Abril de 2002?, ¿cómo será, que aún cuando el pueblo recuperó el gobierno y en cierta medida el poder para comunicar la verdad, la “historia” contada por la burguesía continua tratando de tapar el sol con un dedo, y lo logran, al menos para un buen sector de venezolanos y venezolanas –el mismo día once no más- seguían hablando y escribiendo sobre “pistoleros de Puente Llaguno”, “Círculos Oficialistas del terror”, “marcha de la sociedad civil y democrática pacífica” etc., etc.

Bien, aclarado esto, afirmamos aferrados a la ciencia que “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases” y que, por tanto, los acontecimientos del 19 de abril de 1810 no son ajenos a esta realidad. Es una pena que usando nuestros propios medios no tengamos la inteligencia –o la voluntad- necesaria para desenmascarar la historiografía positivista y fragmentaria que arropa bajo el manto del patriotismo a todas las clases en lucha en aquel momento, que no las define, que coloca al mismo nivel de amor patrio al cura Madariaga y su dedito (un cura al servicio de la causa de la Iglesia que nunca –óigase bien nunca, ni entonces, ni ahora, ni mañana- estará , como institución, al servicio de otra cosa que no sean los intereses de la clase dominante). De modo que el grito de independencia de la clase mantuana (oligarca) absolutamente nada tenía que ver con la lucha de los pardos, aborígenes o negros (el pueblo en suma)

Lo cierto es, que ayer como hoy, la clase mantuana luchaba por la preservación de sus intereses (por más que estos se disfracen de patria). Ir contra el Capitán General Emparan, tenía que ver más con el pavor que le causaba el posible establecimiento de las ideas de igualdad, libertad y fraternidad que con ideales de independencia. Para la oligarquía independencia era –y es- sinónimo de autonomía para hacer negocios. El ejemplo cercano de los “Jacobinos negros” haitianos los impulsó a poner rápidamente sus “bardas en remojo”. En ese sentido, la presencia de Emparan, nombrado Capitán General por el gobierno establecido en Madrid el 5 de mayo de 1808, luego de la Abdicación de Bayona, y la posible difusión de las ideas de la Revolución Francesa, les causaba auténtico terror. La Patria –ayer como hoy- eran sus intereses y privilegios.

Napoleón decretó el derecho a la independencia “de las naciones Continentales de América” en 1810, sólo con una condición: que estas Naciones Continentales no negociaran con Inglaterra, su gran enemiga. Ante esto, incluida la probabilidad de que con este camino a la Independencia se impusieran las ideas de igualdad, libertad y fraternidad, de José Leonardo o de Francisco de Miranda, etc., la oligarquía mantuana activó los reflejos condicionados de la sociedad colonial, de reconocimiento al carácter de mandato divino del poder monárquico; la sumisión asquerosa de la iglesia a la monarquía española y la ambición y los deseos de poder que les ofrecía una “independencia” que los condujera a dejar las cosas como estaban pero acceder a los espacios de poder y privilegios que sólo detentaban los peninsulares.

Véase esta proclama de la Junta a los habitantes de Venezuela: “Este es el voto de Caracas. Todas sus primeras autoridades lo han reconocido solemnemente, aceptando y jurando la obediencia debida… y acaso lograremos la satisfacción de ver presidir en el destino glorioso de estos pueblos a nuestro muy amado soberano el señor Don Fernando VII”

Ocurrió que –como siempre- la oligarquía se olvidó del pueblo. Ese pueblo verdadero protagonista de su propia historia; ese pueblo que estaba allí en la Plaza Mayor el 19 de abril; que estuvo en las calles el 27 de febrero de 1989, o que se tiró a las calles el 13 de abril de 2002. Ese pueblo fue forzando la barra. Ese pueblo obligó a que la sumisa junta tuviese que decretar, días antes del 5 de julio de 1811, el reconocimiento de los derechos de los pardos. Ese mismo pueblo, en esa misma historia, libra hoy la batalla por alcanzar la libertad, justicia e igualdad, metas inalcanzadas e inconclusas hasta hoy. Hoy como ayer y mañana, la lucha es de clases, que no nos engañen más.

Patria Socialista o Muerte!!!

VENCEREMOS!!!


martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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