Es pertinente develar la real naturaleza del sistema capitalista, ya que
los sectores de la pequeña burguesía sienten confianza en este sistema y
tratan por todos los medios de convencer a la clase trabajadora que, en
estas condiciones de explotación, la única forma de "salir de abajo y
hacerse rico es trabajando". A simple vista parece cierto y razonable,
pero precisamente el sistema capitalista y su entramado de relaciones
enmascaran la crudeza de la relidad social. La realidad en el sistema
capitalista es que el trabajo de los pobres es la mina de los ricos.
Según la visión de un capitalista, sí, de vez en cuando, un individuo de
la clase inferior, a fuerza de trabajo y de privaciones, se remonta sobre
el nivel en que nació, nadie le debe poner obstáculos, pero "todas las
naciones ricas están interesadas" en que la mayor parte de los pobres,
gasten siempre todo lo que ganan. Los que se ganan la vida con su trabajo
diario no tienen más estímulo que sus necesidades. Lo único que puede
acelerar el deseo de un hombre trabajador es un salario adecuado. Si el
salario es demasiado pequeño puede, desanimarle o moverle a
desesperación; si es demasiado grande, puede hacerle insolente.
Una vez más, el sistema capitalista también dice que para hacer feliz a
la sociedad [formada también por los que no trabajan, es decir los
capitalistas] y conseguir que el pueblo viva dichoso, aun en momentos de
escasez, es necesario que la gran mayoría permanezca inculta y pobre. El
conocimiento multiplica los deseos de los trabajadores, y cuanto menos
deseos tenga un hombre, más fácil es satisfacer sus necesidades.
El sistema capitalista reclama trabajo para la satisfacción de las
necesidades, por eso una parte de la sociedad, tiene que trabajar
incansablemente, y algunos de los que no trabajan gozar de los frutos del
trabajo de otros. Esto está refrendado por todas las instituciones
burguesas,que justifican el que los capitalistas se puedan apropiar los
frutos del trabajo sin trabajar.
Los capitalistas deben su fortuna por entero al trabajo de otros, de los
trabajadores, no a su propio talento, no se trata de la posesión de
tierra ni del dinero, sino del mando sobre el trabajoque es lo que
distingue a los ricos de los pobres... En el capitalismo se vende que la
naturaleza humana requeire un estado de sumisión necesario para comodidad
de los propios obreros. (que maravilloso sistema).
Al acumularse las ganancias de los capitalistas, éstas van convirtiéndose
incesantemente en nuevo capital acumulado, y ciertas capas de
trabajadores perciben una parte mayor de lo producido, en forma de
salario, lo que les permite vivir un poco mejor, alimentar con un poco
más de amplitud su fondo de consumo, dotándolo de ropas, computadoras,
carros, apartamentos de playa, muebles, etc., y formar un pequeño ahorro
en dinero. Pero, así como el hecho de que algunos esclavos anduviesen
mejor vestidos y mejor alimentados, de que disfrutasen de un trato mejor
y de un peculio más abundante, no destruía el régimen de la esclavitud ni
hacía desaparecer la explotación del esclavo; el hecho que algunos
trabajadores, individualmente, vivan mejor, no suprime tampoco la
explotación del trabajador asalariado en general. La producción de
plusvalía, la obtención de lucro; tal es la ley absoluta de este sistema
de producción.
Es decir, que por muy favorables que sean para el trabajador las
condiciones en que vende su fuerza de trabajo, estas condiciones llevan
siempre consigo la necesidad de volver a venderla constantemente y la
reproducción constantemente ampliada de la riqueza como capitalque es
adueñada por el señor capitalista.
Por eso, tan pronto como los trabajadores desentrañan el misterio de que,
a medida que trabajan más, producen más riqueza para el capitalista, tan
pronto como se dan cuenta de que el grado de intensidad de la competencia
entablada entre ellos mismos depende completamente de la presión ejercida
por la superpoblación relativa desempleada; tan pronto como, observando
esto, procuran implantar, por medio de los sindicatos, un plan de
cooperación entre los obreros en activo y los parados, para anular o por
lo menos atenuar los desastrosos efectos que aquella "ley natural de la
producción capitalista" acarrea para su clase, el capital y los
economistas vendidos, se ponen furiosos, y luchan contra contra la
violación de la ley la oferta y la demanda de trabajo. Todo acuerdo
entre los obreros desocupados y los obreros que trabajan estorba, en
efecto, el '"libre" juego de esa ley.
Si en un país colonial o subdesarrollado, por ejemplo, surgen
circunstancias que estorban la formación de un ejército industrial de
desempleados, y la supeditación absoluta de la clase trabajadora a la
clase capitalista, el capital, el capital se rebela y procura corregir la
situación acudiendo a recursos violentos. Este es el caso de la Venezuela
revolucionaria.
(*) Lucidio García (Sintraintevep-CTMI)/ Corriente de los trabajadores y
trabajadoras marxistas de PDVSA-Intevep
(garcialwx@pdvsa.com)