Me es imposible determinar hacia donde va el mundo, o si a los procesos sociales se les puede alterar el curso natural de formación y evolución, pero lo que si creo es poder especular, sobre la existencia de políticas dirigidas a entorpecerlos o acelerarlos con el único objetivo de evitar que sigan por ellos mismo su proceso natural de crecimiento y desarrollo. Las grandes potencias son expertas en provocar dentro de los movimientos progresistas de los pueblos, situaciones y sentimientos en los cuales hacen pensar a la gente que lo están haciendo por ellas mismas, cuando en realidad lo que sucede, es que son el resultado de acciones y situaciones previamente provocadas para acelerar respuestas que terminan beneficiando a quienes las provocaron.
Creo particularmente, que no debemos ser tan ingenuos (de hecho en la vida hasta el que se cree el mayor de los avispados(as), por lo menos una vez peca de serlo) como para creer que solo los(as) demás son ilusos, porque con ese pensamiento, seguiremos siendo fieles representantes de lo contrario, para derrotar al “oponente” debemos partir de la aseveración real de considerarlo tanto o más capaz que uno(a) mismo ó hasta superior, para así evitar que nos agarren descuidados(as).
Yo he conversado con muchas personas que creen que quienes están al frente de un imperio o quienes forman parte de él, son tontos(as), locos(as) o sencillamente no saben lo que hacen, púes déjenme decirles que no hay aseveración más fuera de la realidad que esa, ya que nadie llega a construir algo poderoso porque no tiene la capacidad de hacerlo ó como dicen otros(as) porque todo lo hicieron los que llegaron después o fueron inmigrantes de otras tierras, púes bien, mientras creamos lo que ellos quieren que creamos (que nosotros somos los vivos y ellos los gafos) seguiremos siendo victimas y no verdaderos(as) constructores(as) de la historia.
La realidad de una sociedad la construyen todos(a) los que hagan vida dentro de ese territorio, pero para concretar esa máxima, es necesario pisar sobre terreno firme, y esto implica en principio aceptar la verdad, en principio la interna, pero manteniendo una estrecha relación con la que viene de afuera, para poder cambiar lo que nos afecte y construir una sociedad nueva, es necesario tener un sentido de la realidad (interna y externa) que nos permita mantener una coherencia entre el discurso y la acción, sobre sustentos reales y no sobre falsos supuestos inoculados desde afuera.
Démonos cuenta que debemos partir de un proceso de introspección crítica mediante el cual analicemos y observemos nuestros propios errores, pero con la suficiente humildad y sin complejos, para corregir los traspiés y defectos de manera definitiva que nos sirva de ejemplo y poder fortalecer nuestras potencialidades, si no sabemos éticamente hacer política hacia lo interno, mucho menos lograremos ser coherentes en cuanto a la política exterior, porque un solo líder sin respaldo no puede solo, aunque tenga el liderazgo que tenga.
Al “enemigo” hay que combatirlo como nosotros realmente queremos (de igual a igual) y no como ellos quieren, para ello debemos en principio utilizar sus estrategias y tácticas que tanto les resultan y cuando se vean en su propio espejo, estoy seguro, quedarán encandilados. La batalla de las ideas se gana con astucia no con posiciones irracionales que solo divierten al contrario, y nos hacen más vulnerables ante ellos, porque al darse cuenta que nuestras respuestas no representan ideas propias, sino actos reflejos, se sienten y de hecho lo son, verdaderos(as) triunfadores de la contienda ideológica.
Démonos cuenta que reconocerle a Grupos, Movimientos, Estados o Naciones su justa dimensión no es un acto de subordinación o de cobardía, sino aceptación como resultado de un análisis objetivo de la realidad, para contextualizar las circunstancias y poder generar una respuesta efectiva que nos permita un mejor desempeño ante el contrario.
Este es un planteamiento sacado de mi propia experiencia y que es un cuestionamiento que yo mismo me hago, porque subestimando perdemos, incluso otros(as) creen que reconocer cualidades en el contrario son conductas antipolíticas, púes yo prefiero la antipolítica que una manipulación imperial, porque los contextos políticos son integrales, en donde se involucra lo histórico, lo sociológico, lo cultural y hasta lo religioso, que son bien estudiados y comprendidos por quienes quisieran crear una matriz para conseguir una posterior derrota de quienes en principio no partieron de premisas reales.
Ahora bien, yo creo que cuando nos damos cuenta que los actos políticos terminan siendo la concreción de las reflexiones humanas de manera individual pero como resultado de la consolidación del sentir colectivo, para tomar decisiones que se realizan de manera acertada (en cuanto a los resultados) en el ámbito local en el que se concretan, pero que además trascienden a lo internacional demostrándole a los poderosos que no somos un experimento creado por ellos, sino que tenemos vida y conciencia propias, es cuando verdaderamente podemos darnos cuenta que estamos haciendo lo que creemos y en la dirección que deseamos hacia la construcción de nuestro destino.
Un acto político solo es acertado en la medida que satisfaga y responda a las necesidades reales de las personas a quienes va dirigido, por lo tanto, si el resultado solo sirve para reforzar una postura o sentimientos contrarios, ese acto no cumple el objetivo por el cual se propuso, y quien lo ejecutó solo se está engañando a sí mismo(a), porque las pueblos como bloques integrados terminan superando a los actores que no cumplen con los postulados y mucho menos con las promesas electorales. Es por ello que es tan importante que quienes ejerzan la vocería deben saber reflejar el sentimiento general de quienes lo(a) delegaron, pero también mantener el sentido de lo real, no solo con su entorno inmediato, sino universal de la responsabilidad que la historia le ha encargado…
luisantonio.henriquez@gmail.com
