Ya tenemos resultados de las Elecciones Internas del PSUV, de precandidat@s a diputad@s, ya contamos con candidat@s a diputad@s legítim@s del Partido a la Asamblea Nacional, candidat@s elegid@s por las bases. Puedo describir la jornada de ayer como única en el Mundo, con participación y movilización de más de 2.500.000 militantes, una proeza que llena de satisfacción a cualquier alma revolucionaria y motiva a seguir luchando por grandes ideales de igualdad y justicia. Sin embargo, no todo puede ser color de rosas, y es necesario plantear críticas a esta, nuestra primera contienda de tal magnitud, para que las próximas sean casi perfectas y no cometamos los mismos errores "Eficiencia Revolucionaria".
Antes de comenzar mis críticas constructivas, me gustaría hacer una reflexión sobre la participación en las elecciones internas; fue buena pero no tanto... Bastante abstención tuvimos, por lo cual, debemos analizar estos datos y definir los militantes que somos. Resulta paradójico que durante mi periodo de campaña como precandidato, muchísima gente me preguntó "que si podían votar los que no estuviesen inscritos en el Psuv... Que ellos apoyan el proceso revolucionario pero no se inscribieron en su momento". Los que están fuera, que apoyan esta Revolución no votan, y los que están dentro, que deberían apoyarla, si votan y no lo hacen. El proceso de inscripción en nuestro partido debe estar abierto indefinidamente, y al mismo tiempo el Partido debe estar en constante actividad para actualizar sus militantes y definir realmente cuántos somos.
Para hacer un breve análisis crítico sobre nuestras elecciones internas del Partido, utilizo la experiencia y perspectiva de haber sido precandidato del Circuito 3 del Distrito Capital, y me baso en lo que fue esta contienda, exclusivamente en este Circuito; ya los comentarios de otros militantes y precandidat@s nos permitirán una visión más amplia que abarque otras regiones y circunscripciones.
Particularmente, he manifestado mi satisfacción en estas elecciones internas bajo la frase: "yo me gocé mi campaña electoral", pues esta significó aprendizaje, experiencia, nuevas relaciones y de alguna manera, me demostró las inmensas potencialidades políticas no desarrolladas, pero que espero seguir trabajando y cosechando. Así mismo, desde la trinchera de precandidato pude observar como el efecto de los precandidatos y las elecciones internas, movilizaron positivamente a la militancia del Partido.
No obstante, con mucha tristeza y desilusión me percaté que esta contienda nada tuvo de justa y la igualdad brilló por su ausencia. Como politólogo objetivo, daba victoriosos a los precandidat@s que contaban con mayor logística y recursos para la campaña, medidos por su despliegue propagandístico, o el "efecto panfleto" de quién había más papeles y afiches en las calles... En esa medición, catalogué en orden: primero a Andreina Tarazón y en segundo a Julio Velasco. Por otro lado, mi pasión revolucionaria y mi creencia en iniciar cambios estructurales en el Partido, me inclinaba a una visión subjetiva y abstracta de la sorpresa de un candidato elegido por las bases, por su trayectoria e ideales, más allá de su capacidad para desarrollar una maquinaria electoral (ojo, yo no me sentía incluido como ese posible candidato sorpresa), confío plenamente en el criterio de las bases…
¿Cuál es mi sorpresa anunciada objetivamente? Los candidat@s elegidos fueron aquellos que mi ojo de politólogo había teorizado bajo la variable del despliegue propagandístico y en el mismo orden: Andreina Tarazón de candidata a diputada y Julio Velasco de diputado suplente. En realidad no hubo tiempo suficiente para hacer campaña política de otra manera que no sea el marketing político con el soporte de una maquinaria electoral. En este juego caímos la gran mayoría de todos los demás precandidatos, no había tiempo de ir casa por casa de todos los militantes y someter a su evaluación, una trayectoria y un programa político. Así que sólo restaba al límite del bolsillo del precandidato y sus relaciones políticas, la cantidad de afiches, carros, motos, gente y volantes que tuvieran lo esencial: “cara, nombre y número”, alguna que otra frase y ya… Camaradas, puro Marketing, estábamos vendiendo un candidato.
Esta triste hipótesis fue rotundamente confirmada el día de las elecciones, la mayoría de los militantes iban a los centros de votación sin saber cuál era su candidato o candidata y quedaban presa de inclementes asechadores precandidat@s o grupos políticos para conseguir a como dé lugar un voto más… Algunos convencieron con palabras, cito mi caso en un centro de votación de la parroquia San José: “venía una cándida pareja de militantes enamorados, perdidos entre esos 96 precandidatos del circuito 3 del Distrito Capital, viendo los afiches rasgados ilegibles de precandidat@s pegados en una cabina de teléfono… Y se les ocurre preguntarme, a mí, que por quién hay que votar. Una sonrisa invadió mi cara e inmediatamente con pasión y convicción solté mi discurso, trayectoria de vida, visión política, propuesta y por supuesto mi número el 49… Esos votos fueron para mí”. Hubo un caso que no puedo dejar de escribirlo, allí en el mismo centro, una señora convenciendo a un militante que Héctor Rodríguez el número 46, no era Héctor Rodríguez, que el verdadero Héctor apoyaba a la candidata de la juventud, la número 13… En ese momento volví a saltar “Epa… Yo también soy un candidato de la juventud… Por supuesto votó por mí.
Había otros precandidat@s que tenían un grupo de susurradores, que le soplaban en las orejas de los militantes el número a jugar en esa lotería de la boleta, y había veces, hasta que se asustaban… “El 49…” “El 30…” Y hasta se escuchaba, antes de emitir el voto… ¿Cuál fue que dijiste? Y por último, el arma secreta: “volantes y panfletos” cajas llegaban a los centros de votación y se entregaban a mansalva, porque era muy probable que un volante fuera un voto, y el que más volantes tuvo ayer, se garantizó un incremento porcentual en las encuestas “exit polls”… Volante en boca de urna es la última tendencia en elecciones internas.
Imaginémonos estas formas de convencimiento del voto, y alguna más que también se aplicó en esa Jornada, todos juntas reunidas en un sólo lugar… Eso era la Universidad Bolivariana, centro de votación de la Parroquia San Pedro, un bazar de volantes y militantes.
Nuestras elecciones internas terminaron con éxito, y no puedo dejar de estar orgulloso de haber sido protagonista de este proceso, de ver la participación activa de un pueblo que quiere profundizar la revolución y construir socialismo. Pero también debemos darnos cuenta de nuestros errores para seguir avanzando… Yo estoy más que seguro que nuestras próximas elecciones internas no serán como estas que vivimos, y el marketing político se lo dejamos al capitalismo y los gringos. Necesario es revolucionar nuestras campañas y la metodología de hacer política, es evidente que el cambio no es sencillo, pero debemos iniciarlo.
De más está decir que la candidata cuenta con mi apoyo incondicional para que el 26 de septiembre, el circuito 3 del Distrito Capital tenga una diputada joven y revolucionaria… Y juntos construir la Patria Socialista.
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