Se suele evaluar a los presidentes una vez cumplidos los 100 primeros días de Gobierno. Este “método” tiene su origen en el siglo XIX y está relacionado a hechos históricos acaecidos, entre el 20 de marzo y el 28 de junio de 1815, en Francia, y cuenta los acontecimientos políticos que ocurrieron desde la evasión de Napoleón a las isla de Elba y su derrota en Waterloo. Los 100 días se asocian al rumbo, debilidades, estabilidad o permanencia de un presidente en el gobierno.
Pero como hablaremos de Colombia esta lógica cambia, aquí tendríamos que evaluar cuáles son sus directrices nacionales, su visión de integración y unión de Nuestra América, cuáles son sus aliados y enemigos, etc.
Con Colombia es la dialéctica y el sentido común lo que deben predominar, porque luego de la ruptura de relaciones con el gobierno de Uribe, la campaña mediática ha impuesto la matriz de que con el nuevo presidente Santos, las “aguas volverán a su cauce”.
La historia política de Santos demuestra que es un yanqui que odia a Venezuela. Si las condiciones objetivas lo permiten, el Presidente Chávez debe esperar no 100, sino 200 primeros días, porque más allá de las Relaciones están las bases militares y la amenaza de una invasión de los EEUU.
Santos controla el “poder” mediático en Colombia y los primeros 200 días de su gobierno nos dirán por donde van los tiros.
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