China es la economía de mayor crecimiento en el mundo y la que recibe la mayor inversión extranjera. Parte de ese logro económico se debe a la venta de mano de obra barata controlada por el Estado, quien garantiza estabilidad al Capital y mantiene a los trabajadores a raya. En particular se prohíbe la formación de sindicatos libres con elecciones democráticas. Yo me imagino que ese no era el sueño de Mao. Pero está llegándose a un punto en China donde el modelo de bajos salarios, más bien bajísimos salarios y condiciones laborales cercanas a la esclavitud se hace insostenible. Los trabajadores están comenzando a manifestarse abiertamente y el Estado ha tenido que ceder en cierta medida por diversas razones.
Un ejemplo de las terribles condiciones en que trabajan los obreros chinos nos lo ofrece tristemente una empresa llamada Foxconn. Foxconn fabrica en China partes electrónicas para empresas como Apple y HP. En que va de este año 10 trabajadores de esta empresa se han suicidado. Hace casi un mes un trabajador murió en su casa al regresar después de trabajar más de 34 horas seguidas sin descansar. Se supone que murió de cansancio. Los salarios de los trabajadores de Foxconn son tan bajos que los obreros lograron un aumento de sueldo de 66% el año pasado después de una dura lucha, sin embargo no lograron que la constitución de un sindicato con elecciones libres.
La presión de los trabajadores sobre las empresas y el Estado ha ido aumentando. Tanto así que el Estado chino ha tenido que aceptar ciertas huelgas, para aliviar un poco las tensiones. Sólo en este mes se permitieron dos huelgas en sendas plantas de la automotriz japonesa Honda. En una de esas plantas los obreros lograron un aumento de sueldo del 24%, es tanto el nivel de ganancia de esta empresa en China que este aumento representa menos del 1% de sus ganancias anuales.
El Gobierno Chino sabe que el descontento de los trabajadores no podrá ser represado por siempre. Los obreros en algún momento, como ya han comenzado a demostrarlo, se levantarán en contra de la explotación desmedida. Por ello, el Gobierno está trabajando con los inversionistas una nueva estrategia, convencerles de que la única fortaleza de China no es la mano de obra barata. Que tal vez su mayor fortaleza es tener un amplio mercado, que les convendría aumentar los sueldos para que los chinos se conviertan en consumidores de las mercancías que producen. Tal vez por esa vía logren aliviar un poco la presión de los trabajadores por un cierto tiempo. Contamos con que los trabajadores chinos no se aguanten esa nueva estrategia del Capital y que, en respuesta, inicien una nueva revolución.
Los revolucionarios no podemos colocarnos en la acera del Gobierno Chino, estamos obligados a pararnos en la acera de los trabajadores. El Gobierno Chino, el Estado chino, por muy comunista que se llame, está en este momento del lado del Capital. Ha organizado su país de manera tal de facilitar la explotación de su pueblo por parte del Capital internacional y del naciente Capital local. Los revolucionarios nos oponemos a ese Estado, los revolucionarios atendemos el llamado que hicieran Marx y Engels hace más 150 años: ¡Proletarios de todos los países, uníos!
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