La desaparición física del Muro de Berlín, no se tradujo, en lenguaje militar, en el final del la Guerra Fría. Los códigos geopolíticos heredados desde la Política de Contención de Truman, acentuados en la expansiva geopolítica de Kissinger, que popularizó en la política doméstica de los Estados Unidos el papel mesiánico de sus Fuerzas Armadas, con la constitución de un mundo más seguro para los Estadounidenses ante la amenaza comunista. Tales códigos, han sido trastocados por nuevas tendencias de evaluar los riesgos y amenazas ante la ausencia del mundo Bipolar. Desde la caída del World Trade Center y los ataques de septiembre, la deslocalización del nuevo enemigo: “Terrorismo”, han permitido desincorporarlo del tradicional esquema de ataque contra un Estado – Nacional no alineado, y, situarlo, en una reinterpretación de los conflictos en los casos propios y de los aliados, permitiendo usar la vieja estructura jurídica internacional de post-guerra para enfrentar a tradicionales grupos irregulares o religiosos en la nueva categoría de terroristas. De esta forma se estandariza al enemigo y se uniforma la amenaza, que tipificada, implicaría una engorrosa tarea de asimilación, por ejemplo: ¿Cómo explicar que Hamas y las FARC son una misma amenaza?. Así, movimientos nacionalistas, religiosos o de guerra civil entran en la categoría y permiten una supresión del carácter territorial de sus acciones, lo que implica una validación de cárceles como la de Guantánamo, repleta de prisioneros Islámicos o la Extradición de Guerrilleros de las FARC desde Colombia a Estados Unidos, con el acuñado de Narco-Guerrilla como único indicio.
El desarrollo del capitalismo informacional supone una globalización a medias, y aunque estén emergiendo nuevas categorías en el campo de la Seguridad y sus reinterpretaciones en el Derecho Internacional Público, los conflictos tradicionales no han cesado, del mapa de Conflictos actuales, la totalidad provienen de la Guerra Fría, o, incluso, de siglos anteriores, como el caso de algunas rivalidades étnicas en el África. Podríamos decir, que los viejos conflictos tratan de ser re- categorizados y que las amenazas no pueden ser homogeneizadas como se pretende en el discurso dominante, aunque la revolución de las Telecomunicaciones ha permitido una circulación de la información, las lógicas y códigos de la Guerra siguen anclados en la geopolítica de la Guerra Fría, quizá, con algunas excepciones como los combatientes del 90 de la Guerrilla Zapatista en el Sur de México, que algunos consideraron como posmoderna.
¿Vivimos una Guerra Fría sin mundo Bipolar?, las recientes declaraciones sobre los programas de desarme nuclear entre los Estados Unidos y Rusia nos dejan clara la respuesta, aunque hoy en el Kremlin no ondee el martillo y la hoz y los episodios de espionaje sean resueltos con el intercambio diplomático y de bajo nivel, existen dos industrias armamentistas que compiten por mercados y en un mundo con una “amenaza” anónima y deslocalizada en el nuevo discurso de la seguridad, el tema del equipamiento militar sigue reflejándose en los altos presupuestos dispuestos por los Estados Nacionales y en las inversiones a la industria por los países productores.
Estados Unidos, ha sumado en una misma lista, a varios Estados Nacionales que consideran forajidos por proteger o promocionar el “Terrorismo” pero incluye también movimientos políticos beligerantes. Así, países como Irán o Corea del Norte entran como enemigos de la Democracia y representan claras amenazas para la seguridad de sus ciudadanos o empresas. De esta forma, tanto Teherán como Pyongyang reciben especial atención en los discursos del reciente Presidente Obama, pero con una larga lista de condenas y referencias de sus antecesores, desde la caída del Chad en Irán y la Guerra de Corea en los 50, el apoyo de los Estados Unidos se ha centrado en promover sus aliados regionales, dando como resultado en los casos de Golfo Pérsico el control estratégico de los recursos energéticos y el aseguramiento por vía militar de Irak, vecino puntual de Irán, el segundo productor de petróleo a nivel mundial. Esta situación varía en términos de intereses en el caso de Corea, que sirvió en su origen como pretexto de las dos Superpotencias para avanzar sobre Asia y controlar el surgimiento de China en un área, donde tradicionalmente, Japón, antes de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, había jugado un papel importante, como lo demuestran sus aspiraciones de restituir un Reinado Manchuco en 1932 y sus constantes intentos de hacerse del control de la Península de Corea, lo que llevó a formar una fuerza anti-japonesa en la Región.
El momento decisivo para la situación geopolítica de Corea, lo representó la guerra de tres años que se libró hasta en 1953, dando como resultado el surgimiento del paralelo 38 y el área desmilitarizada, fracturando la unidad de Corea y ubicándola en dos áreas de influencia totalmente opuestas, por un lado Corea de Sur aliada estratégica de las potencias Occidentales y Corea del Norte pro – soviética y Pro – China. Ambas Coreas constituyeron una de las Fronteras más militarizadas del mundo, y con un alto nivel de tensión que todavía sobrevive hoy. El estancamiento económico de NorCorea sumado al Bloqueo posguerra Fría, la situó en una delicada condición económica en comparación con su vecino y empeoró por las condiciones climáticas que arrasaron algunos ciclos de cosechas. Nor-Corea es una de los países más cerrados al mundo Occidental ante los temores de la amenaza estadounidense y su principal punto de apoyo luego del derrumbe soviético ha estado del otro lado del río Amnok.
Luego del declive soviético, la mayor parte de la política exterior de NorCorea se ha orientado a fortalecer sus lazos con China, pero manteniendo en alto perfil las relaciones con Rusia, hay que recordar que la mayor parte del equipamiento militar norcoreano provino de la Unión Soviética, y su programa nuclear se originó en el marco de la Guerra Fría, que amplió el “club nuclear” a otros países además de las Potencias, como India y Paquistán. En el caso de Corea del Norte, la presión occidental ha llevado a un plan de negociación del desarme nuclear a cambio de compensaciones económicas y energéticas para desactivar algunos reactores nucleares, estos planes incluyeron en el 2007 las llamadas seis bandas que incluían a las dos Coreas, Estados Unidos, Rusia, China y Japón, lo principales actores de la subregión.
Los proceso de negociación y acercamiento entre las dos Coreas parecía rendir frutos en temas de cooperación humanitaria y económica, para el año 2000, se alcanzó una importante cumbre entre el posterior premio nobel Kim Dae Jung, presidente de Corea del Sur y Kim Jong Il en Pyongyang, abriendo posibilidades a las negociaciones de una unificación de las dos Coreas y las familias separadas por la guerra. Este acercamiento puede considerarse como el más importante desde la propia Guerra e implicó el desarrollo en conjunto de algunas áreas económicas como las del Complejo Industrial Kaesong en territorio de NorCorea, con inversiones de empresas Surcoreanas. Desde la separación de ambas, la presencia de los Estados Unidos ha sido permanente, implicando un obstáculo para cualquier negociación bilateral. El tema central ha sido el programa nuclear Norcoreano y el fortalecimiento de su aliado Lee Myong Bak quien radicalizó su discurso contra Pyongyang, y aumentó el nivel de cooperación militar con los Estados Unidos. El actual presidente de Sur Corea ha estado ligado al emporio de Hyundai principal empresa del país y de estrecha relación con la industria militar Surcoreana.
Aunque ambos países han firmado un Armisticio vigilado por la ONU, no han escapado a ciertas escaramuzas en la Frontera Artificial que hoy las divide, caracterizado por infiltramiento de ambos lados, pero los niveles actuales han subido de escalas, llevando a dos puntos importantes que suponen la creación de condiciones de provocación y una posible tesis de mayor despliegue militar Estadounidense en la Región. La presencia militar de los Estados Unidos en el Pacífico, se mantuvo luego de la Segunda Guerra mundial y encontró dos enclaves importantes: Corea y Japón. Las críticas a las bases militares en Okinawa por parte de la opinión pública Japonesas llevaron al Primer Ministro Hatoyama a prometer una retirada y el apoyo de su coalición al gobierno, que no pudo sostenerse y que evidenció la presión de Washington por mantener casi 50 mil soldados en una región donde hace más de 40 años no existen incidentes armados. Esta situación inició desde mediados de Julio y siguió agudizándose con la increpación del Secretario de Estado de EEUU, para poner fin al programa nuclear NorCoreano, generándose dos importantes acontecimientos, a saber, el hundimiento de la Corbeta Cheonan en el Mar Amarillo, cerca de la Isla Baengnyeong en Marzo, y la crisis de Yeonpyeong, donde el ejército SurCoreano sufrió algunas bajas en un incidente de alto impacto, que implicó la renuncia del Ministro de Defensa, ante la reacción “tardía” de los K9 fabricados por Samsung y desplegados en la zona remota para ambas capitales.
Los incidentes se han desarrollado en el Mar Amarillo, justo en el teatro de entrenamiento y ejercicios conjuntos entre Estados Unidos y SurCorea, llevando a una reacción de advertencia a Pyongyang, sobre violación de su soberanía y un distanciamiento de China en reclamo de su control de la Plataforma Continental. La crisis ha generado una acumulación de fuerzas en esa Región reforzada con la movilización del portaviones nucleares USS George Washington. Además de un redoblamiento del sistema de misiles en aproximadamente unas cuatro islas cercanas al incidente. Aunque usualmente se acusa a NorCorea de mantener un presupuesto militar elevado, según cifras extraoficiales las inversiones de SurCorea representan 25,500,000,000 Millones de Dólares, unas tres veces más que el de NorCorea. La mayor parte del equipamiento SurCoreano es estadounidense, mientras que NorCorea, salvo algunas excepciones como unos 40 Mig29 de cuarta generación de origen Ruso, y el desarrollo de algunos misiles tipo Scud como el Nodong-1 o Taepodong-2, el resto de su equipamiento es de la época soviética con algunas modificaciones o el desarrollo de armas intermedias.
Corea del Norte es una importante fuerza militar, dado su número de efectivos militares, que se estima en más de un millón de hombres en armas, casi doblando el número de Corea del Sur, además de la importante formación de unidades de élite para operaciones de asalto, que podrían actuar en territorio SurCoreano sin mayor complejidad. La sociedad Norcoreana tiene mayor capacidad y formación militar, expresada en el número de reserva y milicias constituidas para tal escenario, estas crisis recientes hacen generan malestar regional, sobre todo con la negativa de China en tomar partido con EEUU, y la desestabilización que implicaría para Japón, principales puntos de movilización del capital internacional. La respuesta estadounidense ha relegado el diálogo con Pyongyang, quien ha concentrado más efectivos militares, lo que claramente nos hace recordar la diplomacia heredada de la Guerra Fría, fundada en la coacción armada, ante incidentes pocos claros y la imposibilidad de respuesta de la Comunidad Internacional, que se ve forzada a exigir la disminución de las confrontaciones. ¿Es parte de un nuevo teatro Geopolítico?; la respuesta ha sido desarrollada: Se trata de nuevas condiciones en la dinámica del capital, pero con la vieja y conocida respuesta donde “relucen” los códigos geopolíticos de la Guerra Fría, donde no sólo se requiere del combate directo sin también de la legitimación de la fuerza militar ante los aliados.
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