Reflexiones políticas después de la catástrofe en la región serrana de Río de Janeiro

La ausencia de un ordenamiento y planificación del suelo urbano, del uso semi-rural (como en los condominios de casas de campo y chacras), así como la opción por la red de hoteles hacienda, siempre ocupando cuencas de ríos serranos, puede ser considerada la causa de fondo para el desastre en la Región Serrana de Río. No es novedad para nadie la falta de compatibilidad entre el relieve del Estado de Río de Janeiro y la ocupación humana, principalmente en una región donde montañas y laderas son los destaques de la geografía. 

Por otro lado, el periodo de verano siempre fue -y continuará siendo- una época con régimen de lluvias acentuado. Si una de las actividades-fin del acto de gobernar es proveer el bien común y el bienestar de la mayor parte de los ciudadanos, es conceptualmente correcto afirmar que los tres ayuntamientos de las mayores ciudades de la Serra (Petrópolis, Teresópolis y Nueva Friburgo) fallaron y quebraron como entes de gobierno. Lo mismo se puede decir en relación al gobierno del Estado, que también debería garantizar una planificación mínima, y sin embargo suficiente, para la evacuación de los habitantes en casos de emergencia. 

Ejemplos simples de medidas de procedimientos pueden ser helipuertos de segunda categoría, con zonas cimentadas en repechos de sierras, techos de edificios y camiones todo terreno. También escalas de plantón, incluyendo la coordinación con tropas federales como refuerzo de la Defensa Civil y otras formas de atención máxima. Tampoco es factible creer que existan sistemas de seguridad patrimoniales desarrollados –con monitoreo central y salas de contingencia móviles– y esta misma aplicación tecnológica no pueda ser empleada para salvar vidas de personas y también de animales. El mismo raciocinio es aplicable para cuando el Estado opta por reprimir –y ahí sí lo hace muy bien– cuando los tres niveles de gobierno, en teoría, deberían operar para garantizar la vida de la mayoría. En este punto, se falla cíclicamente.  

Es una cobardía política apelar a la solidaridad –sin fin y géneros– del pueblo brasileño y no accionar los mecanismos apropiados para prevenir o preparar planes de contingencia de catástrofes y calamidades. Hoy, no hay siquiera un órgano de geotecnia (ciencia que estudia la interferencia de obras de infraestructura con sus fundaciones, sean ellas en suelo o roca) adecuado para mapear las áreas de riesgo (por inundaciones) y contención de barrancos. Por lo tanto, si el Estado no previene, queda de este lado del contrato social que firmamos al nacer –y sin saber–  prestar obediencia y lealtad a una determinada forma organizativa que, otra vez más en teoría, estará presente para cobrar impuestos, prender, reprimir, juzgar y destinar recursos colectivos. Cuando una de las partes casi nunca cumple mínimamente con sus gravámenes contractuales, ¿cómo mantener el contrato? 

Volviendo a las medidas no ejecutadas, comprendemos que si las donaciones son de alimentos no perecederos, aguas y productos de higiene, son todos productos que se puedan tener en stock, bastando para eso con mantener almacenes para eventuales emergencias. Apelar a la población genera cohesión social, causa conmoción en las personas y envuelve a quienes ya tienen estado organizado. Pero actuar por solidaridad y no hacer la crítica del desgobierno, es optar por la vía de la ceguera política. La misma despolitización que transforma la visita de jefes de Estado en compensación del poder público, aunque sea a través de la espectacularización mediática. 

En el vacío de la política oficial, los medios en general, y la Red Globo en particular, nuevamente “se visten con la camisa” de su estado de origen y organizan a la sociedad, pautándola con el desastre de las lluvias. Lo mismo ya había sucedido cuando la gran inundación de Río de Janeiro de 1966, cuando la Red Globo se legitima como prestadora de servicios, aumentando el arraigo de la recién formada televisión (venida de un periódico, El Globo, que apoyó el golpe de Estado de 1964 y antes había apoyado la caída de Getúlio Vargas –generada por su suicidio– en 1954). Cuando los medios empresariales brasileños gobiernan y pautan de forma unilateral a la sociedad, aún en períodos de emergencia, las personas quedan carentes de críticas. 

Hasta el viernes 28 de enero, ya sumábamos cerca de 8.810 desamparados, 21.000 desalojados y 840 muertos en las ciudades alcanzadas por el mayor desastre que envuelve deslizamiento de sierras e inundaciones en la historia del país. La cantidad real puede ser mayor, una vez que barrios enteros desaparecieron, habiendo aún localidades distantes de los centros urbanos que se encuentran aisladas. Las muertes son, en gran medida, fruto de la escasa prevención y la intervención emergente cuando los tiempos se acortan y la agilidad en el socorro implica salvar vidas. 

Si hay una buena compensación de la tragedia de enero es saber, una vez más, de la inmensa capacidad solidaria del pueblo para consigo mismo. Esta puede ser la buena señal, saber que más allá de las intervenciones oficiales y del clamor mediático, hay una cultura viva de ayudar al prójimo, de alteridad y auxilio. Este caldo de cultura puede ser una fuente de cambio de comportamiento, si existen recipientes políticos capaces de acoger estas culturas y núcleos mediáticos sin perfil empresarial, como fue el caso de la Radio Comunitaria del municipio de Areal, que ayudó a convocar los habitantes de la riberas de los ríos Negro y Piabanha y a evacuar la zona presta a inundarse. 

Ejemplos como este pueden ser la matriz de un modelo de aumento del control de sus propios destinos por parte de la población de los pequeños municipios. Donde la líder del oligopolio tiene una cobertura parcial (con pautas eventuales dentro del telejornal local) tienen más espacio –“naturalizado” por el vacío de poder mediático– los medios en su forma no comercial.   

Manifiesto a la población y a las autoridades  

Por suerte, y como era de esperarse, la esfera solidaria también elevó el nivel de la crítica y del movimiento. El día 28 de enero, organizaciones políticas y entidades representativas de Nueva Friburgo, reunidas en foro permanente de debates y de presentación de propuestas para el enfrentamiento de la tragedia de la región serrana fluminense, presentaron un manifiesto público1 con reivindicaciones, que puntuaba a los trabajadores como los mayores interesados en la definición de políticas públicas, de cara a la superación de los problemas provocados por las lluvias. 

El manifiesto disponible en diversos sitios web y blogs muestra que el Foro del Movimiento Sindical y Popular de Nueva Friburgo, como se denomina el colectivo, exige una práctica democrática de carácter horizontal que apunte a la reconstrucción de las ciudades alcanzadas sobre nuevas bases, bajo la atención de los intereses de la población. Organizaciones como la Asociación de los Docentes de la Facultad de Filosofía Santa Dorotéia, el Consejo Municipal de las Asociaciones de Habitantes, sindicatos de obreros y de trabajadores del tercer sector y partidos políticos, componen el Foro. 

Entre las pautas, está  la garantía de ningún despido, reposición de horas o corte de salarios en el periodo crítico de la tragedia; exención de impuestos, tasas y tarifas a la personas perjudicadas; contratación de vacantes en los hoteles de las ciudades para los desamparados; campaña de salud preventiva; construcción de viviendas populares en áreas de seguridad y con condiciones dignas de supervivencia; prisión y casación de las permisiones de empresarios, comerciantes y correctores de inmmuebles que hayan encarecido los precios de sus productos y alquileres, como ya viene aconteciendo. 

El movimiento social también exige una acción de la Procuraduría General del Trabajo, Ministerio Público del Trabajo y Ministerio del Trabajo y Empleo, que asegure derechos sociales y laborales con la designación de una Procuraduría especial para las demandas advenidas por la tragedia. La idea es que se formen comités populares para acompañar el uso de los presupuestos federales y estaduales. Los miembros del Foro reivindican participación en las decisiones políticas acerca del futuro de la ciudad, inclusive con la elaboración de un plan permanente de preservación ambiental. 

Destino de los recursos federales  

En nota oficial 2, la Federación Anarquista de Río de Janeiro (FARJ) denuncia que la mayor parte de los recursos federales es destinada para obras de la Copa del Mundo y de las Olimpíadas, dejando de lado políticas de prevención de desastres naturales comunes en el inicio del año. En 2010, por ejemplo, cerca de 300 personas murieron en las ciudades de Angra del Rey y Niterói, víctimas de la ineficiencia del poder público frente a fuertes lluvias también en enero. En la ocasión, el entonces presidente Lula atribuyó los incidentes con inundaciones en el sur y sudeste a la “acumulación de errores” ocurridos en el país. 

Parece que el propio ex-presidente y su sucesora repitieron y repetirán los fallos. Según la FARJ, “sólo la reforma del Maracaná costará a los cofres públicos la bagatela de más de 900 millones de reales. Ya las ciudades de Teresópolis, Nueva Friburgo y Petrópolis, pásmense, van a recibir respectivamente hasta 2014, ¡R$ 13,2 millones, R$ 8,8 millones y R$ 1,1 millón para la contención de laderas! Junto, el montante que estas ciudades recibirán llega a R$ 23,1 millones, o sea, irrisorios 2,5% del coste total de las obras en el Maracaná”. Esto sin tomar en cuenta la reforma del mismo estadio en 2008 para los juegos Pan-americanos y los gastos de obras urbanas relacionadas a la hostelería, transporte y seguridad para turistas. 

La FARJ informa también que el empresario Eike Batista, uno de los hombres más ricos del mundo, invertirá millares de millones de reales para transformar la ciudad carioca en una especie de “Barcelona Turística”. La organización afirma que “Eike ya dejó claro que uno de sus objetivos es combinar en la ciudad ‘playas bellísimas con importancia financiera y arquitectura ultramoderna’, o sea, se mantiene la playa para los ricos, y la lama para los pobres”. De este modo, parte de Río de Janeiro acogería las inversiones de una minoría rica, mientras millones de las zonas periféricas continuarían sin infraestructura. Los problemas que eran típicos de la capital, como el tráfico de drogas y las inundaciones, pasarían así a ocurrir con mayor frecuencia en otros municipios del estado con más pequeña visibilidad internacional. 

Por fin, llaman la atención sobre la falta de un proyecto nacional y una política de habitación que atienda a los brasileños. De acuerdo con la FARJ, el único proyecto nacional de vivienda interesa sólo a las empresas de la construcción civil. “La prueba que esta política continuará es que, juntos, PT y PMDB recibieron R$ 90,9 millones de reales en sus respectivas campañas políticas de grandes constructoras, como la Camargo Corrêa, Odebrecht y otras. Las contratistas donaron más para estos partidos que para otras agrupaciones políticas, lo que indica que la apuesta por parte de la burguesía nacional en el proyecto petista, parece estar dando resultado. Para completar el cuadro, el recién creado ministro de las ciudades, Mário Negromonte es un conocido constructor del estado de Bahia”, dice la nota. 

Conclusiones 

Más allá de la tragedia, se vislumbra en el aire un nuevo frente de lucha popular, apuntando a la pelea por el derecho al uso del suelo urbano y el reordenamiento del territorio. Causas y puntos de vista se funden, una vez que la defensa de la Mata Atlántica y de las cabeceras y lechos de ríos está más allá de la ecología desde un punto de vista de la preservación, alcanzando a ser una lucha pura y simple por la supervivencia frente al clima y los regímenes de lluvia. Sobrevivir los días que siguen, implica luchar por el control de los recursos colectivos, entre ellos, el propio destino de usufructo del espacio donde todos conviven. 

Observación: mientras concluimos la última revisión de este texto, los medios corporativos ya anuncian que el número de muertos sobrepasa los 860. ¡A la vez que hacemos este envío para Barómetro en Caracas, la televisión oficiosa, la Red Globo admite en su informativo nocturno (Jornal Nacional) que los muertos ya llegan a 874, siendo otros 437 los desaparecidos! ¿Cuáles son las autoridades responsables por esta calamidad cíclica? 

blimarocha@gmail.com

butigahn@gmail.com

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Bruno Lima Rocha y Rafael Cavalcanti

Politólogo, periodista y profesor de relaciones internacionales

 blimarocha@gmail.com      @blimarocha

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