En artículo anterior, en los primeros 18 días de levantamiento popular egipcio, sosteníamos que los acontecimientos históricos ocurridos en la última década habían derrumbado algunas verdades establecidas desde el pensamiento occidental, como la imposibilidad del movimiento popular de realizar transformaciones estructurales de la sociedad, en razón del supuesto férreo control que las multinacionales mediáticas (CNN, BBC, AP, REUTER, ABC) poseen sobre los pueblos inermes, y de la indispensable conducción de una vanguardia preclara para desencadenar revoluciones. Parece pues que la realidad es terca y en oriente medio hoy, como Suramérica ayer, se derrumbaron estos mitos dando paso a profundos procesos de transformaciones estructurales.
Decíamos que la historia no se escribe antes de los hechos, insinuábamos que a veces nuestros camaradas pecan de deterministas, pues en su afán de analistas tratan de establecer el porvenir, incluso hasta lo clasifican, con esquemas, escenarios que muestran supuestos caminos, veamos por ejemplo el caso que nos ocupa, es decir, el proceso que hoy vive el pueblo egipcio: Hace no más unos pocos días, antes de que renunciara Mubarak, veíamos en TV y en prensa escrita, nacional e internacional, el establecimiento de escenarios “seguros” por venir, el primero era la posibilidad de que el dictador se mantuviera en el poder a sangre y fuego agotando al pueblo en su lucha; el segundo, que el dictador renunciaría y declinaría en alguno de sus secuaces (acaso Soleiman) con lo cual todo quedaría igual; el tercero, que fuera depuesto el dictador y su gobierno dando paso a algún miembro, más o menos, reconocido de la oposición, siendo los candidatos continuadores de la misma fórmula neoliberal adscrita a los intereses imperiales en la región. Todo hacia parecer que a lo sumo se trataba más bien de un movimiento que culminaría con algunas reformas pero siempre bajo el control imperial, el panorama pintado por nuestros sesudos analistas era realmente sombrío.
Ahora resulta que los acontecimientos posteriores a la renuncia de Mubarak, no son ni una cosa, ni la otra, sino todo lo contrario, pues a pesar de que es el ejército el que asumió el control del gobierno comenzaron a salir expresiones organizadas del pueblo egipcio, como organizaciones de trabajadores, estudiantiles, comunitarias, académicas etc., las cuales sin haberse convertido en vanguardia, todavía, están dándole un rumbo, una profundidad, un contenido, y un ritmo que solo ellos están en capacidad de determinar. Esta es, sin duda alguna, la característica fundamental de los procesos humanos: la heterogeneidad de los conglomerados, la diversidad de variables que intervienen, y la imposibilidad de establecer (adivinar) a priori lo que vendrá y lo que resultará.
Otra cosa es el tiempo, o la percepción que el común de nosotros tenemos sobre él. Tenemos por ejemplo el caso nuestro, me refiero al 27 de Febrero de 1989, tan negado por cierto injustamente por algunos de nuestros ilustres pensadores, este acontecimiento que marco definitivamente el entierro de un modelo y el nacimiento de otro, originó subsecuentes estallidos pocos años después, como el 4 de Febrero de 1992 y el 27 de Noviembre del mismo año, para hacer posible solo en 1998 la toma del gobierno, que no el poder, por parte del presidente Hugo Chávez. De tal manera, que al igual que en nuestro caso, nadie en 1989 iba a suponer los hechos que se desencadenarían posteriormente, ni los egipcios, ni mucho menos quienes no estamos inmersos en ese proceso podrían tener una percepción, con valor histórico, de lo que allí acontece o acontecerá. Claro que quienes defendemos y soñamos con una humanidad despojada de las miserias del capitalismo abrigamos la esperanza de una pronta, muy pronta desaparición del modelo imperialista que sufrimos desde antes del siglo XX hasta nuestros días.
Henry Navas Nieves
Lic. En Historia
CI 4.283. 543