Toda la industria del cine bélico yanqui nos ha dicho y mostrado que en la guerra de Vietnam murieron 60 mil soldados gringos, y nos oculta que murieron más de un millón de vietnamitas (norte y sur).
La derrota militar sufrida por los yanquis en Vietnam, aunada a la derrota en la opinión pública mundial y en su propio país, obligaron a los gobiernos estadounidenses a no descuidar el teatro de operaciones mediático y profundizar en la guerra de IV generación.
Invirtieron la ecuación; es decir, primero lanzan la guerra mediática de manipulación de la opinión pública y luego la bélica.
El gobierno de EE.UU. cambió la estrategia y se adelantó a lo que conocemos como “clonación” con células madres. Los EE.UU. comenzaron a crear (clonar) en decenas de países, ejércitos a su imagen y semejanza: Élites militares entregadas a los yanquis.
El Pentágono fusionó una serie de viejos comandos y formaron las famosas “Fuerzas de Operaciones Especiales”, grupos súper entrenados que penetran diferentes países, asesinan, crean pánico, sabotean servicios públicos, desestabilizan y salen sin dejar rastro.
El miembro de esa fuerza debe ser: hoy un asesino implacable y mañana un militante de los derechos humanos, un políglota (árabe, ruso, español, mandarin, etc.), tener un aceptable nivel cultural y gran facilidad para mimetizarse con el pueblo.
Las fuerzas especiales yanquis reclutan a sus miembros en todos los continentes. Mucho se teme que la crisis de Libia sea producto de estas “fuerzas especiales” que, con las experiencias de Colombia, Irak, Afganistán, Egipto y Túnez, ya están mimetizadas y actuando desde hace tiempo en Libia. Sólo así se explica la guerra mediática mundial y la lacaya actuación de Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, contra Al Gaddafi.
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