Algunas lecciones que Libia proporciona a los venezolanos

En los últimos años el líder libio Muamar el Gadafi otorgó una serie  de concesiones a los gobiernos occidentales de Italia, Francia, España, Inglaterra y los Estados Unidos, con el fin de que estos le perdonaran sus arrebatos nacionalistas e izquierdistas de antaño, e igualmente lo incluyeran en el grupo de países norafricanos aliados de la OTAN. Sin embargo, tal como ahora estamos viendo, dichos gobiernos estaban esperando una oportunidad para, mediante una excusa cualquiera, arremeter en contra de Gadafi y del pueblo libio  y echarle así el guante a las gigantescas reservas de crudo liviano que posee esta nación. Eso es lo que ahora mismo está ocurriendo a los ojos del mundo, luego de la reciente resolución de las Naciones Unidas autorizando el uso de acciones militares en contra del gobierno y pueblo libio. Se demuestra una vez más que las potencias occidentales no tienen amigos, y menos amigos suyos son los gobiernos y pueblos de África y América Latina, pues estos continentes, en primer lugar, arrastran consigo la mácula de estar habitados por negros e indígenas respectivamente, lo cual es razón suficiente para tratarlos con sobrada displicencia y, en segundo lugar, porque a tales continentes se les ha asignado un papel específico, según lo tiene establecido la División Internacional del Trabajo, esto es, el de simples surtidores de materias primas, al mismo tiempo que consumidores de cuanta fruslería produzcan las economías industrializadas. Deberíamos no olvidar esto nunca: en las relaciones Norte-Sur, lo importante para los primeros es cuanta riqueza material pueden extraer de los segundos. La gente importa un comino en cuanto gente, importa como instrumento de producción. Y otra lección que nos da la Libia de hoy es que tampoco los gobiernos de Rusia y China son dignos de confiar, pues estos también andan el día de hoy en búsqueda de cuadrar buenos negocios con los países del sur, negocios muy provechosos para las economías de ambos. Hace mucho que Moscú y Beijing renunciaron a la solidaridad internacional con los pueblos del Tercer Mundo; sus dirigentes han pasado a ser en verdad unos pragmáticos, interesados en asegurarse mercados y fuentes petrolíferas para sus propias naciones; del socialismo no se habla casi nada por esos lados, allí si es verdad que se decretó la muerte de Marx. El presidente Chávez supongo que se habrá dado cuenta de ello, por eso muchos venezolanos esperamos que de aquí en adelante no continúe afirmando que Putin y Medvedev son amigos suyos, así como tampoco lo es el rey Juan Carlos, como reiteradamente lo afirma. Que se deje de esas pazguatadas el presidente Chávez, la amistad que debemos cultivar los venezolanos es con los pueblos y gobiernos del Sur, pues aquí están nuestros iguales, los compañeros de ruta en este largo y difícil trajinar, los amigos en las buenas y en las malas; los hermanos a disposición nuestra para acometer las grandes batallas que sin duda se avecinan.    

siglanz53@yahoo.es



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Sigfrido Lanz Delgado


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