El desastre de Japón, tras un terremoto, un tsunami y una crisis nuclear, eventos uno detrás del otro, tienen repercusiones en los aspectos económicos, no sólo para los nipones, sino que como tercer país con la economía más grande del mundo, afecta a sus socios comerciales. Sin embargo hay un aspecto bien interesante a resaltar sobre los últimos eventos, la fuerte apreciación del yen.
La lógica de todo economista es que con los eventos ocurridos en Japón, la moneda nipona ha debido sufrir una fuerte devaluación contra el resto de sus pares, pero ocurrió todo lo contrario de manera muy violenta, de hecho marcó nuevos máximos históricos rompiendo el precio de 1995 en 82,71 yenes por dólares. La semana que culminó, el dólar en Japón bajó a 76,17 yenes, se recalca, en medio de la catástrofe.
Las condiciones económicas de ese país, han sido muy estables en los últimos años, lo que empujó a los inversionistas y fondos de especulación nipones a utilizar el llamado “carry trade”, es decir utilizar el yen para adquirir activos en el extranjero, produciendo devaluación en la moneda entre 1995 y 1999, para luego establecer un rango entre 100 y 130 yenes por dólar hasta el 2009. Japón es considerado un país de inversión segura, por lo que los rendimientos de sus empresas, bonos de deuda y de su misma moneda son bajos, de menor riesgo.
Según HSBC en Australia tienen activos por 60 mil millones de dólares, en Brasil 34 mil millones de dólares. A finales de 2010 se registran más de 2 billones de dólares de japoneses invertidos por todo el mundo, lo que convierte a los inversores nipones en acreedores, buscan obtener más beneficios invirtiendo en riesgo que en su propio país.
Lo ocurrido con el desastre, ha hecho que muchos acudan a la repatriación de capitales para enfrentar la reconstrucción, a pesar de que el Banco Central de Japón (BoJ) ha emitido unos 5 billones de yenes luego de los hechos catastróficos. Sin embargo la moneda se apreció. La fuerza del mercado en la demanda de yenes de inversores japoneses, son la respuesta, a ello se suma la especulación global que comprende que viene la reconstrucción, lo que arrojaría rendimientos futuros contra el letargo en EEUU y Europa.
En Venezuela hemos sufrido una fuga de capitales históricamente, economistas locales estiman que desde 2003 se ha fugado del país la bicoca de 111,5 mil millones de dólares, más de la mitad del PIB de 2010. Sólo en 2009 del país se fueron 23,8 mil millones de dólares.
El país vive una situación deficitaria en su producción, la devaluación del bolívar tiene un fundamento especulativo, nuestra moneda ha sufrido un ataque conmensurado que ha obligado al gobierno a establecer controles rigurosos con todos los efectos que se sabe originan las medidas regulatorias de los mercados bajo esquemas de demanda y oferta.
La acción contra el bolívar pudiera tener muchos argumentos tanto técnicos como fundamentales. Pero la huida del país de fondos por diversas razones y vías, aparece como otro factor que incide en la inflación interna. Al haber una economía casi en su totalidad importadora, hay especulación contra el bolívar, sufren quienes se quedan en el país y no tienen posibilidad de acceso a divisas, porque son los que pagan el diferencial que produce las jugosas ganancias a los especuladores contra el signo monetario nacional.
El asunto es que si Venezuela tuviera una industria vigorosa con alta capacidad de exportación, la devaluación sería favorable al país, porque la estabilidad vendría por el ingreso de divisas por actividad no tradicional, pero no es el caso, esa fuga de divisas en el actual esquema es sumamente dañina. Quienes han propiciado la fuga de capitales tienen cuota de responsabilidad de los tumbos que da la nación en materia inflacionaria.
Por ejemplo, el dólar está actualmente controlado en 4,30 bolívares por el gobierno, una tasa fija, pero para que el bolívar tenga tal respaldo, se necesitaría en reservas líquidas en dólares en el BCV, por el actual nivel de liquidez interna, 70 mil millones de dólares, actualmente el ente monetario tiene sólo 26.916 millones de dólares, faltan 43.084 millones de dólares, que representa apenas 38,64% de lo que se ha fugado desde 2003, si bien Venezuela no es Japón y las diferencias son grandes, priva el sentido patriota, tienen los especuladores contra el bolívar, en sus manos, un aporte interesante para el rescate de este país y deponer su actitud contra Venezuela. La fuga de capital del país si bien no toda es parte del Producto Nacional Bruto, gran parte pertenece a venezolanos que mantienen riquezas fuera de la nación, en detrimento del resto que se queda. El llamado es a la reflexión y al repatriado de por lo menos parte de las riquezas que se han llevado.
19-03-2011
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CNP 16478