“Be prepared to be bombed back to the Stone Age”1
Richard Armitage,
Sub-Secretario de Estado de USA, marzo 2001, febrero 2005, según
Pervez Musharraf, entonces
Presidente de Pakistán.
Pontificó
Carl von Clausewitz que “la guerra es la continuación
de la diplomacia por otros medios.
En días pasados, conversando sobre la historia de nuestros días,
un reputado satírico nuestro me señaló que “a la diplomacia
la enterró Bush junior”, de modo que, desde el bombardeo, destrucción,
invasión, asalto y saqueo de Irak, quedamos libres de tal engañoso
eufemismo y las relaciones entre los estados-nación es de simple
y cruda “guerra sin cuartel” sometida a la “razón de estado”
del Imperio, que es el “estado de guerra permanente”, tal como en
su tiempo lo dejó plasmado el genial – y crudo - “historiador”
griego que fue Tucidides.
Lo
malo, para nosotros, es que el naturalmente cruel, despiadado e inmisericorde
imperio del tiempo de Tucidides – un bebé precoz y, después de todo,
filosófico - no contaba con los juguetes de destrucción masiva con
que cuentan los irresponsables “juniors”
de este inconsciente imperio imberbe... Si bien, como aquel,
no tolera la neutralidad ni la amistad insumisa, no se conforma con
aniquilar al enemigo, destruir sus ciudades, quemar sus cosechas y salar
sus campos: sus herramientas de destrucción y muerte, después de que
los aprendices de dioses del “Proyecto Manhattan” abrieran la “Caja
de Pandora” nuclear y el emigrante Nikola Tesla su equivalente radioeléctrico-magnética,
ya dueños perversos, inapropiados e inmerecidos, por obra de un azar
que, contrario al Dios de Einstein, sí parece querer jugar a los dados,
de los poderes de Zeus que la Grecia imperial no tuvo, no sólo tiene
la insensatez infantil de proferir amenazas como la del epígrafe que
inscribimos en la cabecera, sino que usa la panoplia tecnológica mal
habida basada en las fuerzas develadas por la inocente ciencia, para
el logro de sus fines de dominación y sumisión totales mediante la
anihilación, hasta las cenizas radioactivas, de toda la vida planetaria,
sobre la que – según Jim Joy2 – pretenden imperar
como mutantes post-humanos implantados por los mismos “avanzados”
juguetes de sus nano-bio-cyber tecnologías.
Ni
Aldous Huxley ni George Orwell – autores predilectos de mi juventud
– se atrevieron a llevar sus fantasías a tanto, pero es el terrible
caso, ya bastante descrito por autores muy serios como nuestro buen
amigo Win Dierckxsens3, y sobretodo como hemos podido venir
constatando – por más despreocupados que podamos ser – durante
los últimos años mediante la observación de las guerras imperiales
en curso, para no hablar, aún, de las tan frecuentes “catástrofes
naturales” que vienen asolando al planeta Tierra y a sus pueblos más
desvalidos (vg. Haití, Pakistán...), sobretodo a partir de 1999, cuando
nos asaltó la terrible Tragedia de Vargas..., principalmente por desprendimiento
masivo de las cumbres de nuestra Cordillera de la Costa sobre todo nuestro
Litoral Central4.
En lo atinente a las armas en uso y las formas de las guerras mismas, las guerras imperiales de nuestros días tienen dimensiones inusitadas. En la percepción de este... “fantaseador” – dirán ciert@s contras – las más letales, ni existen... Son, según los grandes medios, “desastres naturales”. Las que parecen más o menos clásicas, como la que actualmente se libra en Libia (Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista), también distan de serlo: los agresores destruyen, al mismo tiempo que prueban armas y entrenan a sus combatientes remotos y aéreos, sin comprometer fuerzas de tierra, duro y arriesgado trabajo que está reservado para los “contratistas” mercenarios suministrados por “empresas militares” israelitas y gringas y que son contratados en los países más pobres de África y de Centro América. Tales “empresas militares” también se dedican al pingüe negocio de suministrar armas, camionetas artilladas, municiones, etc., con índices de beneficio bruto del 20/1... típicamente. Las versiones más modernas de “empresas militares privadas” también suministran servicios de guerra aérea, incluyendo aviones de todo tipo, helicópteros, bombas diversas... – napalm incluido - y..., se cree – y teme – con capacidad atómica disponible, principalmente de material nuclear empobrecido.
Por su parte, el país agredido, también usa los servicios de los mismos
contratistas, materiales de guerra y servicios especializados suministrados
por las empresas militares privadas, en muchos casos las mismas que
proveen al bando contrario. (Como reza el cuento del
convento madrileño en guerra, allá por el 36: “Guerra es guerra”,
dijo la Madre Superiora...).
De
todo lo que vamos recontando, lo que nos luce más estrafalario, artificioso
y traído por las greñas, son los criterios de “Derecho
Internacional” que se están usando y tortuosamente... gestando, lo
que nos lleva de vuelta al principio de este ejercicio: “Baby
Bush” no sólo enterró la diplomacia, sino también el Derecho
Internacional que le era consustancial. En este aciago día,
los inteligentes y educados von Clausewitz son totalmente
redundantes, basta con disponer de patanes serviles y petulantes con
nombres que sugieran educación y evolución genética como
Armitage, Runsfeld, Cheney, Asnal, Brezinski, Kissinger, Clinton, Netanyahu...
¡Buena cofradía esa...!
Y... ya vamos llegando a casa...
En
días pasados, conversando por vía barata con el buen amigo, gran economista
y fino analista político internacional argentino y granamericano,
Jorge Marchini, le lancé una pelota que pensé llevara “cola
de chancho” y lo hiciera pensar. Para mi gran sorpresa,
la bateó con los ojos cerrados y sin casi respirar, me contestó: “¡Por
supuesto ché!
La pregunta trataba de sondearle sobre la eventual intención gringa
de “estar fabricando en Libia el Caso Venezuela”, esto es, si no
estarían construyendo allí las razones seudo jurídicas para atacarnos
a nosotros, en otras palabras: “fabricando jurisprudencia”, con
los nuevos burdos criterios de “defensa” de los derechos humanos
de los pueblos oprimidos para venir a bombardearnos, inundarnos, deslavarnos,
terremotearnos, engriparnos, etc., peste a peste, plaga a plaga,
desastre “natural” a desastre, o todas y todos juntos... pero
cuidándose de no dañar su codiciado “excremento del diablo”...
nuestro.
El gran satírico - también nuestro - que mencioné al principio
– enorme pensador y escritor,
además – escribió hace como un mes que... “(...) Cuando
veas a Libia arder(...)” Agregamos: o a Pakistán ahogarse,
a Japón temblar, a Indonesia naufragar...
Patria
Grande, Socialismo y VIDA. ¡Venceremos!