A los trabajadores
nada les ha sido regalado, todo lo han logrado a través de la unidad,
la lucha sindical y la fe en sus propias fuerzas. Pero la actual CUT
considera que lo anterior es simple
Historia y se contenta con obtener algunas migajas que caen de la mesa
del poder
LA DERECHA AMA
la puesta en escena de “los testigos sin rostros” en nuestro inefable
sistema judicial porque ella misma esconde su cara ante la ciudadanía,
ya que siempre opta por sacar las castañas del fuego con la mano del
gato, y en política, esa ‘mano y ese gato’ no son sino las Fuerzas
Armadas, el gobierno de los Estados Unidos y un montón de desquiciados
delincuentes que los dueños del capital contratan para volar oleoductos
y puentes, como ocurrió en el duro período 1970-73.
Haciendo un símil
con el aserto anterior, nuestra actual Central Unitaria de Trabajadores
–CUT- ha sido dirigida desde hace más de dos décadas por un grupo
de personas adictas al poder, o a las migajas que de ese poder escapen
mesa abajo, pero con no poca habilidad sus máximos dirigentes han logrado
embaucar a las masas trabajadoras con el cuento de “la lucha del obrero
contra la injusticia patronal”, sin que tal grito haya tenido correspondencia
en los hechos mismos. Por el contrario, hoy es posible corroborar la
calidad de obsecuentes serviles que distingue a tales directivos de
la central mencionada, para contentamiento del empresariado expoliador
y sus representantes en el gobierno. Lo que trato de decir es que varios
enriquecidos financistas y bolicheros que circulan por Casa Piedra aseguran
poseer “ayudistas anónimos” en la CUT, los cuales trabajan inocente
y torpemente en beneficio del gran capital. No me asfixio ideológicamente
al susurrar que Arturo Martínez pueda ser uno de ellos.
El miedo a la libertad
(asunto sobre el cual escribió de manera brillante Erich Fromm)
ha alcanzado su expresión máxima en nuestro país, no solamente en
algunas tiendas políticas otrora izquierdistas y hoy entregadas a los
aromas del aceite neoliberal, sino, también, en la mismísima principal
organización de los trabajadores de Chile, la CUT. Soy consciente de
armar una trifulca con lo que escribiré a continuación, pero me asiste
la experticia en el tema y mi propia participación en estos asuntos,
años ha.
Hoy, la CUT ya
no siquiera se ha transformado en una correa de transmisión de alguna
tienda partidista, como ocurrió durante el período de Luis Figueroa
durante la Unidad Popular, sino que, definitivamente, Martínez y sus
asesores han arriado las banderas que no les pertenecen –ellas son
entregadas por la masa laboral en calidad de préstamo y representación-
dejando campo libre al avance sin contención de escasos pero poderosos
grupos económicos dispuestos a transformar nuestro país en una especie
de “far-west” empresarial, donde el más fuerte (léase ‘más
rico’) impone los términos de la convivencia…siempre a su favor,
por supuesto.
Para Arturo Martínez
y la actual CUT, el otrora vital “tripartismo laboral” (gobierno,
empresa, trabajadores) es mérito sólo de interjecciones a la hora
de conseguir prebendas personales, ya que se le usa cual moneda de cambio
para acrecentar el propio poder y/o incrementar algunos privilegios
para determinados compañeros dirigentes, mismos que jamás dan la cara
y que, con seguridad, deben formar parte de aquellos ‘testigos sin
rostros’ que, en este caso y en este asunto, trabajan a favor
del explotador y en detrimento del trabajador.
Muerto Clotario Blest, muerto el ‘huaso’ Bustos (aquel querido compañero Manuel Bustos Huerta, con quien tuve coincidencias y desencuentros), la CUT deambuló del entreguismo a la nada misma, que es lo que hoy representa en el concierto nacional gracias a la meliflua administración de un pusilánime (supongo que es eso, y no traidor) Arturo Martínez. Me parece que es hora ya de que los actuales dirigentes den un paso o un salto al costado, y dejen que las nuevas generaciones directivas asuman el mando de las trincheras laborales para reiniciar la lucha por esas conquistas indispensables, oxigenantes y democráticas, que los trabajadores –aun sin expresarlas-consideran imprescindibles para continuar en la brecha de la inacabada riña por el desarrollo y la justicia social.
arturoalejandro90@gmail.com