Daniel Ortega favorito para las próximas elecciones en Nicaragua

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Creo firmemente que Daniel Ortega, el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN ganará las elecciones del próximo 6 de noviembre en Nicaragua.

 Existen dos triunfos en el registro de Ortega, en las elecciones de 1984 y en las del 2006 y las encuestas recientes le dan alrededor del 50 por ciento del voto este año, con cifras de sus rivales que juntos no llegan al 40 por ciento.  

A manera de bosquejo, la agenda de Ortega contiene una síntesis de solidaridad nacional, valores cristianos y socialismo.  Gracias a los sólidos programas de bienestar social al estilo de Chávez que apuntan hacer la vivienda asequible, educación gratuita y atención médica disponible para toda la población, Ortega claramente disfruta del apoyo de los nicaragüenses más pobres.  También incide en la situación, que a partir de este momento el líder nicaragüense tiene un apoyo de medios mucho más fuerte que ninguno de los presidentes “populistas” latinoamericanos: tres canales de televisión, uno de ellos dirigido por los hijos de Ortega, Luciana, Camila y Maurice, canales que trabajan 24 horas al día promoviendo la imagen de Ortega.

 Como era de esperar, la elite de Nicaragua está preocupada que Ortega consiga retener la presidencia en las próximas elecciones.  Por lo menos hasta hace poco el rol más destacado entre los opositores de Ortega, lo jugó el embajador norteamericano R. Callahan cuya trayectoria pareciera indicar que él pertenece al mundo de los servicios de inteligencia más que al mundo de la diplomacia.  Durante la época del conflicto entre los Sandinistas de Nicaragua y la Contra, Callahan sirvió en Honduras en el equipo de John Negroponte, entonces embajador norteamericano y coordinador principal de la inmoral campaña anti-sandinista.  

Callahan continuó trabajando como el relacionista público de Negroponte cuando Estados Unidos lanzó  la guerra contra Irak y más tarde reapareció como un funcionario de alto rango en la oficina del Director Nacional de Inteligencia en Washington.

 Callahan realizó grandes esfuerzos para impedir que los sandinistas legitimaran (y cualquier otro en el hipotético futuro) su empeño por la reelección.  Con este propósito, la embajada norteamericana orquestó una campaña en combinación con la oposición parlamentaria, los medios pro-norteamericanos, grupos secesionistas dentro del gobierno nicaragüense, organizaciones no gubernamentales, ONG y grupos estudiantiles disidentes.  Cuando la Corte Suprema de Nicaragua emitió su veredicto que el artículo de la constitución que prohibía al presidente en ejercicio postularse en la carrera eleccionaria por un nuevo período, no aplicaba, Callahan criticó acremente a la corte en un arranque temperamental que, obviamente él no logró controlar.  La decisión de la corte a favor de los sandinistas asestó un duro golpe a los planes anti-Ortega diseñados por el Departamento de Estado y la CIA.  

El embajador norteamericano está constantemente buscando oportunidades para provocar conflictos entre Estados Unidos y el país anfitrión.  En un crudo ejemplo de esto, él intervino en las elecciones municipales de Nicaragua y luego alegó fraude en las urnas frente a la convincente victoria de los Sandinistas.

 Por otra parte, Callahan intentó bloquear la participación del alcalde de León en la inauguración de una autopista construida con apoyo de la USAID y fue a su vez declarado persona non grata por el gobierno local.  Molesto por las preguntas de un periodista en torno a la responsabilidad de Estados Unidos en las muertes de civiles en Libia, Callahan atacó al periodista quien de manera insistente le hacía las preguntas, Callahan insistió que el individuo no tenía nada que ver con la prensa y que había sido mandado por el gobierno Sandinista para montar una provocación.  A veces, la policía y el servicio de seguridad han tenido que proteger al embajador norteamericano para retirarse ileso de un encuentro con el público nicaragüense.  

En la fecha en que Nicaragua celebra el día de las fuerzas armadas, Ortega se refirió a las actividades subversivas de los servicios de inteligencia en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Cuba.  Señaló que Estados Unidos se encuentra implementando una estrategia de odio y expresó su esperanza en que el ejército nicaragüense, probado tanto en la guerra como en la paz, se demostrase inmune a las ofertas de unirse a las conspiraciones dirigidas por Estados Unidos.  Callahan se retiró del evento en medio de la intervención.

 Como norma, su defensa después de los hechos, se base en amenazas de suspender la asistencia económica y militar a Nicaragua que –si es que se le puede creer—actualmente llega a la suma de 60 millones de dólares al año.  

Para Estados Unidos desplazar a Ortega a instalar a un líder leal en Managua constituye un objetivo estratégico.

 Los presidentes de otras repúblicas centroamericanas tales como M. Funes de El Salvador, A. Colom de Guatemala, P. Lobo de Honduras, L. Chinchilla de Costa Rica y R. Martinelli de Panamá, no muestran indicios de desafío en sus relaciones con Washington y están por lo tanto aislados de su crítica.  Pareciera que Ortega es el último obstáculo en la vía para la Pax Americana en Centro América.  

Al enfrentar la presión internacional, Ortega se apega a sus políticas independentistas y a fortalecer sus vínculos con Venezuela, Cuba y el bloque del ALBA.

 El ALBA es abiertamente anti-imperialista y la idea es que la cooperación debería impulsar la capacidad de los países miembros para resistir la dominación norteamericana y a neutralizar las provocaciones y las actividades encubiertas.  

Incluso en el campo popular, Ortega da la impresión de ser un político marcadamente decidido, siempre listo para desafiar la ira de Washington.  Recientemente Ortega develó un plan para un referendum en torno a la demanda de una compensación de 17 mil millones de dólares por la pasada guerra que lanzó Estados Unidos en Nicaragua –aunque en proporción no especificada—en realidad esta le fue impuesta a Washington por el Tribunal Internacional de La Haya en 1986 pero desde entonces varios gobiernos norteamericanos han ignorado la decisión.

 Ortega inmisericordemente critica la tendencia norteamericana de extender el capitalismo a la fuerza en todo el mundo.  El “derroche” de Washington en las guerras de Afganistán, Irak y Libia y el bloqueo contra Cuba que ya dura más de cuatro décadas.  

Dicho sea de paso, Ortega denuncia los planes norteamericanos de volver el poderío de la OTAN contra Rusia y advierte que la red de bases de la OTAN que rodea a Rusia está siendo creada con el propósito de provocar una división del país similar a la provocada por la caída de la Unión Soviética.  Ortega sostiene que el mundo hoy en día necesita una Rusia fuerte, influyente y sincera que ilumine al mundo tal como lo hizo la Unión Soviética.  El líder nicaragüense visitó Moscú el 18 de diciembre del 2008.  Sus contactos con el presidente ruso D. Medvédev produjeron importantes acuerdos bilaterales en las esferas de la educación, la agricultura, la investigación científica, la exploración espacial y las innovaciones.

 Ortega se alineó con Rusia cuando esta intervino en el conflicto entre Osetia del Sur y la mascota del Pentágono, Georgia.  Nicaragua reconoció la independencia de Abjazia y de Osetia del Sur en el mes de septiembre del 2008 señalando que la permanente amenaza de Georgia obligó a Moscú a actuar.  Ortega indicó que algún día visitaría las dos recientes repúblicas independientes y que posiblemente el plan se materialice durante su tercer período en el gobierno.  

El ex Jefe de Misión de la Sección de Intereses Norteamericanos en la Habana, Jonathan Farrar, reemplazó a Callahan como embajador norteamericano en Nicaragua.  Se deberá tomar en cuenta que la misión norteamericana en Cuba es un epicentro ya tradicional de actividades subversivas dirigidas a socavar el socialismo en Cuba y a promover una revolución de colores en el país.  Operativos jóvenes de la CIA y otros servicios de inteligencia norteamericanos, típicamente hacen sus primeras experiencias en Cuba.

 El nombramiento de Farrar para Nicaragua indica que la CIA, la Agencia de  Inteligencia para la Defensa, la DEA y otras instituciones similares, se están tornando cada vez más osadas en Nicaragua en la medida que las elecciones presidenciales se acercan.  Actualmente Ortega enfrenta una nueva ronda de acusaciones tradicionales respecto de su vida privada y acusaciones de perseguir intereses personales materiales introduciendo dinero del narcotráfico en su campaña y traicionando los ideales del Sandinismo.  Se han lanzado también nuevas ideas, actualmente se dice que Ortega está empeñado en controlar el ALBA ya que una enfermedad incurable no le deja chance a Chávez.  La campaña de acusaciones y de calumnias contra Ortega está ganando fuerza pero el legendario comandante guerrillero ya está acostumbrado a las reglas del juego y sabe cómo resistir la presión en su contra.  
 

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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