Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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El 6 de noviembre pasado el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, fue reelegido con el 64 por ciento de los votos. Los principales puntos de su programa son lacónicos y comprensibles para su pueblo: Socialismo, Cristiandad y libre mercado. Sus opositores no fueron capaces de plantear una convincente alternativa. Si rival más cercano, Fabio Gadea, de ¡ochenta años de edad! del Partido Liberal Independiente recibió el 29 por ciento de los votos. Los resultados preliminares demuestran que los Sandinistas y sus seguidores prevalecerán en el nuevo parlamento.
Tal como se esperaba, la oposición y las “organizaciones no gubernamentales” están ahora disputando el resultado de las elecciones. El tema es corriente: “los Sandinistas trafican con los votos y el Consejo Supremo Electoral facilitó el fraude.” Esta situación recuerda los eventos en Venezuela, donde sin perjuicio del margen con que Hugo Chávez venciera a sus rivales, los opositores se ponían a gritar “¡Fraude, Fraude!”
Anteriormente Daniel Ortega y los Sandinistas también enfrentaron acusaciones semejantes. Después de las elecciones municipales del 2008, el embajador norteamericano en Nicaragua, Robert Callahan, con una reputación de “experto en operaciones encubiertas” decidió que tenía que conseguir “los resultados correctos.” Con ese objetivo y en secreto apoyó y financió guarimbas callejeras montadas por los partidos de oposición y las ONGs.
Siguiendo instrucciones del gobierno norteamericano, el Partido Liberal Constitucional exigió un recuento nacional de votos en presencia de observadores extranjeros. Los Sandinistas tomaron los esfuerzos de Callahan de “restablecer el orden en Nicaragua” como un intento de forzar un dictado de Washington. Cualquier concesión podría conducir a la pérdida del poder.
De tiempo en tiempo, Callahan reemplazaba su política del garrote por la política de la zanahoria prometiendo un aumento de las inversiones, mayores beneficios a partir del turismo, remesas de dinero sin limitaciones de parte de ciudadanos nicaragüenses trabajando en Estados Unidos, suministros especiales dentro de la cooperación en el sector de la defensa. El embajador garantizó que el ingreso de Nicaragua por todos estos conceptos llegaría ¡a más de 500 millones de dólares al año! Y si eso es así, ¿sería razonable que los Sandinistas ignorasen los intereses de Estados Unidos? La estadía de Callahan en Nicaragua con el rango de embajador estuvo llena de conflictos, discusiones y declaraciones críticas contra el “régimen.” Varias veces Ortega tuvo que advertir a Callahan que semejantes actos y declaraciones provocativas eran inadmisibles y que estaba arriesgando ser declarado persona non grata.
Cuando el conflicto alcanzó un punto crítico, el Departamento de Estado anunció que pronto Callahan sería reemplazado por un nuevo embajador. Al fracasar en su intento de implementar los planes del Departamento de Estado norteamericano para debilitar a los Sandinistas, unificar a la oposición y sacar adelante un líder “competitivo”, Callahan dejó Nicaragua en el mes de julio. No obstante, las labores de zapa contra Ortega no se detuvieron.
Más o menos en ese mismo tiempo, una delegación de “activistas no gubernamentales” representando a la organización “NicaNetwork” llegó a Managua. Esta organización ha estado luchando por más de 30 años por un cambio en el curso de Washington sobre Nicaragua, luchando contra las actividades norteamericanas de socavamiento en este país. Al sostener discusiones con dirigentes de ONGs, dirigentes de partidos políticos y funcionarios de la embajada norteamericana, los miembros de la delegación se aseguraron que los intentos por influir en el resultado de las elecciones en Nicaragua a favor de Estados Unidos se han hecho más y más obstinados. Docenas de ONGs son financiadas vía USAID* (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) por el IRI*(Instituto Internacional Republicano) por el NDI* (Instituto Democrático Nacional) como también por vía de algunos “apoyos” europeos occidentales. Periodistas, activistas sindicales sobornados y líderes estudiantiles reciben importante entrenamiento propagandístico.
Con el objeto de intensificar la labor en Nicaragua, el Departamento de Estado eligió a un candidato aparentemente adecuado para el puesto de embajador en Nicaragua, Jonathan Farrar, un experto en América del Sur que además encabezó la Oficina de asuntos norteamericanos en Cuba durante tres años. Sin embargo, publicaciones de Wikileaks lo dejan mal. Los despachos que él firmaba desde La Habana contenían comentarios negativos sobre algunos disidentes cubanos, su avaricia e incapacidad para actuar eficientemente contra “el régimen de los hermanos Castro.” Farrar también dudaba de la confiabilidad de la oposición cubana.
Ha sucedido muchas veces que una persona “probada en el campo” resultó ser un agente de la contra-inteligencia. Algunos senadores norteamericanos de origen cubano no gustan de tales conclusiones. Durante una entrevista con Farrar en el Senado, le hicieron muchas preguntas difíciles y se llegó a la conclusión que él había descuidado sus deberes en la Isla.
Señalaron que mientras Estados Unidos estaba luchando por los ideales de libertad y democracia en todos los campos, el Sr. Farrar evitaba la implementación de esta honrosa misión trabajando en Cuba. No resulta razonable recomendarlo como el nuevo embajador en Nicaragua.
Esta es la razón por qué un Encargado de Negocios sigue encabezando la embajada norteamericana en Nicaragua.
Aunque el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua aun no ha anunciado los resultados de la votación, los observadores de la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y diferentes ONGs comenzaron a hablar de diferentes “anomalías” y “desviaciones.” Roberto Courtney, jefe de la ONG “Ética y Transparencia” que ha colaborado activamente con la USAID, señaló que el sistema electoral de Nicaragua es el peor de América Latina y fue apoyado por otra “persona probada” de la embajada norteamericana: Mauricio Zúñiga, jefe del Ipade* (Instituto para el Desarrollo y la Democracia). La declaración más ruidosa fue hecha por el grupo activista de derecha “Queremos Democracia.” Alegó que hubo cientos de violaciones en las elecciones, incluyendo la detención de activistas de oposición. En realidad no importa si las detenciones ocurrieron o no, lo que importa es gritar en el momento oportuno.
Los comentarios acerca del involucramiento de “Chávez” en la campaña electoral se han reanudado. Se sostiene que funcionarios de alto rango de Ortega hicieron viajes con maletas a Caracas y regresaron de allá con las maletas llenas de dólares. La prensa pro-norteamericana y los informes del embajador (Wikileaks) mencionan diferentes cantidades (por lo general entre mil y mil quinientos millones de dólares). A decir verdad, la ayuda financiera venezolana fue empleada para estimular a los eventuales votantes en las provincias. Estos recibieron materiales de construcción, láminas de cinc para techumbre, ganado, etc. Ortega no trata de ocultar el hecho que el apoyo de Chávez contribuyó a extender los programas nacionales de micro empréstitos, ayuda alimentaria, construcción de viviendas, mejoras en la educación y en la salud, con la ayuda de Venezuela el problema del déficit en el suministro eléctrico se resolvió.
El suministro garantizado de petróleo venezolano y combustible diesel (28 mil barriles diarios) puso fin a la permanente crisis energética en Nicaragua. La lucha contra la pobreza sigue siendo uno de los problemas clave para los Sandinistas, pero Ortega tampoco se olvida acerca del interés de los empresarios. Esa es la razón por la cual el círculo de sus seguidores no se limita solo a los “humillados y ofendidos.”
Chávez fue uno de los primeros líderes que congratularon a Ortega por su reelección. El significado geopolítico de esta victoria es difícil de sobre apreciar. Con un presidente Sandinista Nicaragua asegura la presencia del bloque del ALBA en Centroamérica. Washington estuvo satisfecho con la victoria del general Otto Pérez Molina en las elecciones de Guatemala (el mismo día que la de Ortega). La Nicaragua Sandinista está bloqueada por todos lados: Honduras, Panamá, Costa Rica y Guatemala. En El Salvador son izquierdistas los que están en el poder pero son izquierdistas los que arropan los intereses de la derecha, primero que todo.
Al felicitar a Ortega por su victoria, Chávez se refirió a las “repentinas” enfermedades de Lugo en Paraguay, Lula en Brasil y a su propia afección y urgió a su amigo nicaragüense de tener el ojo avizor sobre si mismo. “Cúidate mucho pues todos estos extraños casos de cáncer y otras enfermedades nos hacen pensar en algo. Esto no quiere decir que vamos a vivir con una idea fija o manía persecutoria, pero es indiscutible que el imperio siempre recurre al crimen como política de estado.” Chávez también aconsejó del mismo modo a Evo Morales a Rafael Correa y a Cristina Kirchner.
* siglas en inglés
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