Guerra petrolera en el Atlántico Sur: Gran Bretaña Vs América del Sur

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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En Buenos Aires y otras ciudades argentinas existen muchos monumentos dedicados a los oficiales y soldados que murieron en las Islas Malvinas. Cientos de placas a lo largo de las carreteras argentinas exhiben una sola leyenda: Las Malvinas son Argentinas. Todos los participantes de esa lejana guerra son considerados héroes nacionales.

Actualmente en los medios se discute intensamente la actual y nueva escalada de tensiones. ¿Significa esto que las Malvinas podrían convertirse en el teatro de una nueva guerra? En la actual situación, una nueva guerra podría resultar aun más feroz –las reservas de petróleo y gas descubiertas en la plataforma del archipiélago son comparables a las reservas de los campos petrolíferos del Mar del Norte. Los expertos británicos que calculan las reservas en 60 mil millones de barriles, están probablemente reduciendo la cifra verdadera con el objeto de no provocar al pueblo argentino.

Desde que se alcanzó la independencia a comienzos del siglo XIX, Argentina siempre ha considerado las Malvinas como parte de su territorio. La ubicación geográfica del archipiélago, cerca de Argentina, la historia de su desarrollo económico, la lucha por mantenerlo como parte integrante del país, todos estos factores vinculados a la pendiente disputa por las Malvinas fortalecen el patriotismo del pueblo argentino.

Argentina ha visto siempre la toma del archipiélago por parte de Gran Bretaña el año 1833 como un acto de saqueo colonialista. La recuperación de su soberanía sobre las Malvinas siempre ha sido crucial en la política exterior de Argentina. Cuando Argentina firmó la Carta de la Organización de Naciones Unidas, ONU en 1945 el delegado argentino declaró que su país retendría el derecho de posesión de las Islas Malvinas y su derecho a recuperarlas.

El general Leopoldo Galtieri, quien encabezaba la junta militar en Argentina en 1981 estaba listo para recuperar la soberanía de las Malvinas por la vía de las armas. Las décadas de infructuosos esfuerzos diplomáticos hicieron que los militares actuaran de manera más agresiva. Londres rezagó todos los intentos por resolver la disputa de manera pacífica e ignoró los esfuerzos de mediación de la ONU, la OEA y de otros organismos internacionales.

A comienzos de abril de 1982 el ejército argentino llevó a cabo la Operación Rosario lanzando un desembarco anfibio sobre las islas. Galtieri no puso en duda la no participación de Estados Unidos, como se lo habían asegurado sus fuentes en Washington. El éxito de la campaña estaba asegurado: sin el apoyo de Washington los británicos tendrían que conformarse con la pérdida de “sus territorios” en América del Sur y abstenerse de reprimir en una región ubicada a ocho mil kilómetros de su país.

Pero los generales argentinos estaban equivocados. El presidente norteamericano, Ronald Reagan apoyó a su aliado estratégico. Londres rompió relaciones diplomáticas con Argentina. El gobierno británico encabezado por la Dama de Hierro, Margareth Thatcher consiguió reunir y enviar su “Flota de la Venganza” de más de cien (100) navíos, incluyendo tres submarinos nucleares y los portaviones “Hermes” e “Invincible” más naves de desembarco anfibio. No solamente la flota inglesa sino también su fuerza aérea era superior a la argentina. Los servicios especiales norteamericanos estuvieron a cargo de la mayor parte de los datos de inteligencia que se suministraron oportunamente e informaron al alto mando inglés acerca de la concentración y despliegue de tropas argentinas en las islas, las coordenadas de los navíos argentinos, tipos de armamento, etc. Estados Unidos también entorpeció el reabastecimiento argentino de municiones y en primer lugar, de misiles franceses Exocet anti navíos de alta precisión. En estas condiciones el ejército argentino tuvo que capitular. La guerra se prolongó durante 74 días y finalizó el 20 de junio. Costó la vida de 649 argentinos y 258 británicos.

Las relaciones diplomáticas entre los dos países se restablecieron plenamente solo en el mes de febrero de 1990. Pasaron cinco años más antes que los países firmaran un acuerdo en torno a la prospección petrolera y gasífera en la plataforma de las Islas Malvinas. Una comisión argentino-británica debía supervisar esta cooperación, no obstante, las partes no lograron establecer una sociedad mutuamente beneficiosa en torno a la producción y venta de hidrocarburos. Los ingleses trataron de obtener ventajas para ellos y acusaron a los argentinos de ser “egoístas y testarudos.”

La información que Gran Bretaña planea unilateralmente autorizar a sus compañías para iniciar la prospección petrolera en el área de las Malvinas causó una reacción negativa en Buenos Aires.

En el mes de abril del 2007 durante la primera Cumbre Energética de los Países de América del Sur, Argentina anunció que suspendería su cooperación con el Reino Unido en la prospección y explotación de las reservas de hidrocarburos. En el mes de febrero del 2010 la presidenta Cristina Fernández aprobó una ley que obliga a todos los estados extranjeros a solicitar un permiso para ingresar en un área de 500 kilómetros en la zona marítima argentina. Esta zona incluye a las Islas Malvinas que están situadas a 480 kilómetros de la costa argentina.

En febrero del 2010 surgió la primera instalación de perforación en la plataforma de las Malvinas. Se trata de la compañía británica Desire Petroleum Company que inició las exploraciones petroleras. Buenos Aires no disimuló su disgusto, Gran Bretaña está cercenando la soberanía argentina y nuestros navíos de guerra impedirán la entrega de carga que pueda ser utilizada en la producción de petróleo. Las palabras fueron seguidas por los hechos, las autoridades aduanales argentinas prohibieron el “zarpe de barcos sospechosos de transportar tuberías y equipamiento para la producción petrolera”.

La marina y la fuerza aérea argentina intensificaron sus ejercicios en la región. El Primer Ministro británico de entonces, Gordon Brown, conociendo lo impredecible y lo emotivo del gobierno argentino le advirtió acerca de medidas espontáneas y el uso de la fuerza, diciendo que las islas estaban debidamente protegidas. Los medios informaron acerca del estado de alerta avanzada de la marina inglesa y navíos de patrullaje enviados a América del Sur. En círculos diplomáticos hubo rumores sobre incursiones secretas de submarinos ingleses en las costas argentinas.

Buenos Aires expresó su rechazo a las “ambiciones colonialistas” británicas. Actualmente promueve sus intereses en la Organización de Naciones Unidas. Argentina piensa que la ONU debe intervenir y hacer que Londres acate las decisiones de la Asamblea General y del Comité de Descolonización e inicie negociaciones. Todas las organizaciones regionales de América Latina, tales como Mercosur, Unasur, Celac, ALBA brindan su apoyo a Argentina. Buenos Aires está tratando de transformar esta solidaridad en una suerte de frente de resistencia contra los “colonialistas ingleses.” Una de las posiblemente eficientes medidas que se están discutiendo es la de restringir el ingreso de barcos con cargamento para las compañías petroleras inglesas en las Malvinas en los puertos de América del Sur. Las operaciones de las compañías petroleras inglesas sin bases de apoyo en las costas no serían muy eficientes. Londres en respuesta ha anunciado planes para organizar fuentes alternativas de suministro. Del mismo modo, esta tomando medidas para dividir a la “Coalición Suramericana.”

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que siempre ha sido consecuente con su evaluación pro Argentina de la situación en las Islas Malvinas, no podía pasar por alto los informes sobre la intensificación de la presencia militar de Gran Bretaña en el Atlántico Sur. Hace dos años se dirigió a la reina de Gran Bretaña diciéndole “Dejen las Malvinas, renuncien a sus ambiciones de apoderarse de ellas. Fuera las manos de la República Argentina.” En el mes de enero pasado, luego que el actual Primer Ministro, David Cameron, acusara a Argentina de “colonialismo,” Chávez demostró una vez más su apoyo al gobierno de Cristina Fernández. “Devuelvan las Malvinas al pueblo argentino.” “¡Basta de imperios!” “¿Es que el gobierno inglés no comprende que está violando el Derecho Internacional?” Chávez señaló que Gran Bretaña está violando principios básicos de geografía, historia, tiempo y espacio.

La flota británica que fue enviada a las Malvinas en 1982 conocía bien las metas de su misión –las islas contienen reservas de gas y de petróleo. Agotándose las reservas del Mar del Norte, los ingleses están desesperados. “Los yanquis que no tienen hidrocarburos están desesperados también.”

De paso debemos mencionar también que la solidaridad expresada por Chávez fue tomada por los medios occidentales de comunicación de masas como disposición de Venezuela de proteger Argentina si esta es atacada por Gran Bretaña. Pero Chávez está planteando acciones diferentes: la UNASUR debe primero que nada tener un plan idóneo de acciones colectivas en torno a “cómo devolver las Malvinas a la Argentina.”

En cuanto a Estados Unidos, este hace declaraciones muy reservadas acerca del conflicto: mantendremos una posición neutral. Hasta ahora, la declaración es admisible tanto para Argentina como para Gran Bretaña. Pero en el caso que se produzca una escalada en el conflicto, Washington no lo pensará mucho. ¡Apoyará a su aliado estratégico!

Después de todo, Argentina encabezada por Cristina Fernández está cerca de los “populistas” y se aproxima al bloque del ALBA. Su derrota significaría un grave revés para las fuerzas antinorteamericanas en la región.

La posición real de Estados Unidos se hizo también evidente cuando la Anadarko Petroleum Corporation de Texas comenzó a perforar en la plataforma de las islas.

Y algo más, la reina de Gran Bretaña, con certeza no olvida la manera indignante como Chávez se dirigió a ella. El príncipe William llegó a la base de Mount Pleasant en las Malvinas donde se entrenará como piloto de un helicóptero del servicio de rescate. En Argentina las autoridades tomaron esto como una nueva provocación por parte de la potencia colonialista. Esto también se interpretó como una respuesta de la corona británica a Chávez: las Islas Malvinas (Falkland) son territorio del Reino Unido. Sus yacimientos petrolíferos son nuestros y no nos vamos a ir.

Como vemos, la nueva disputa por las Islas Malvinas y sus reservas petroleras se encuentra ahora en sus inicios. Argentina tiene una buena oportunidad para vengarse históricamente. Más temprano que tarde, voluntariamente o por la fuerza, los invasores tendrán que irse.



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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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