A lo largo de la historia, y en distintas partes del mundo, los pueblos han ensayado diversas alternativas en la construcción de una sociedad genuinamente democrática, donde la gente asuma directa y colectivamente el poder.
Aunque distintas entre sí, estas experiencias de gobiernos populares comparten una misma búsqueda por alcanzar nuevas formas de organización que superen la verticalidad, la representatividad y la jerarquización impuestas a la sociedad por los centros de poder convencionales.
Hoy, en Venezuela, con el nacimiento de las Comunas Socialistas y el desarrollo del Poder Popular Comunal, creemos importante detenernos en estas referencias, conocer sus aportes y continuar su legado.
Una de estas referencias son Los Consejos Comunales. Con el triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular, se establece en Chile un gobierno socialista que llega al poder por la vía electoral.
Conciente de que la democracia representativa tiende a enajenar la voluntad popular, y de que la verdadera democracia social sólo puede alcanzarse a través de la democracia económica, el nuevo gobierno revolucionario abrió espacios para la participación popular en distintos frentes.
En el campo, con los Consejos Comunales, los propios campesinos planificaban, ejecutaban y controlaban las medidas agrarias. Así mismo, en algunas empresas, el gobierno y la Central Única de Trabajadores acordaron mecanismos para garantizar la voluntad popular desde la base.
Más de 71.000 trabajadores aprobaron sus reglamentos de participación y eligieron representantes para el Consejo de Administración.
La autentica democracia exige la permanente presencia y participación del ciudadano en los asuntos comunes. Salvador Allende, Segundo Mensaje al Congreso Pleno, 1.972.
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