Estados Unidos y América Latina se distancian por Cuba

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona


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La consigna de la VI Cumbre de las Américas que se reunirá en Cartagena de Indias, Colombia el 14 y 15 de abril próximo “Conectando las Américas: Socios para la Prosperidad” se pretende que sea optimista. En el foro, los líderes de 34 países del Hemisferio Occidental piensan discutir una agenda de integración y cooperación regional que, según esperan, los ayudará a alcanzar sus altisonantes metas de superar la pobreza y desigualdad social, mantener la seguridad y asegurar un amplio acceso a las tecnologías avanzadas.

Igual que anteriormente, Washington se aseguró que ninguna invitación para el evento se enviara a la Habana. El Presidente Obama, el Vice Presidente J. Biden y la Secretaria de Estado H. Clinton sacaron a relucir su vieja lista de quejas –la supresión de la libertad de expresión y de manifestación pública, la dictadura del Partido Comunista y el encarcelamiento de los disidentes en Cuba—con el objeto de justificar la exclusión del país de la cumbre, al tanto que algunos congresistas norteamericanos amenazaron con boicotear la cumbre si Raúl Castro asistía. De este modo, la diplomacia norteamericana realizó un intento a penas disimulado de intimidar a los líderes del ALBA quienes se mostraron fuertemente interesados en que sus pares cubanos se les unieran en el foro.

El pasado mes de febrero, el presidente venezolano Hugo Chávez expresó su rotunda oposición a la política de aislar a la Habana y citó a la cumbre de la SELAC que condenó el inhumano bloqueo yanqui de Cuba y advirtió que la posición de Estados Unidos produjo indignación a través de América Latina. De hecho, la presión norteamericana hizo que los países del ALBA considerasen la posibilidad de ignorar el foro a modo de réplica. Por ejemplo, el presidente de Bolivia, Evo Morales señaló que la conducta de Estados Unidos es anti democrática, discriminatoria y hasta racista ya que Cuba promueve un cambio progresista en la región y que a un solo país –Estados Unidos—no se le puede permitir imponer su posición a toda América Latina.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos enfrentó una tarea cuesta arriba para impedir una escalada diplomática y en la parte culminante de su misión, el 7 del corriente, visitó la Habana para presentar disculpas por amoldarse de manera tan embarazosa a la exigencia norteamericana. La maniobra fue interpretada como una señal de profunda transformación en las relaciones internacionales –en el pasado los países políticamente seguidores de Estados Unidos solían ignorar a Cuba y no demostraban ninguna sensación de vergüenza. Formalmente, Santos fue a la Habana, donde Chávez se encontraba en ese momento recibiendo tratamiento médico, para firmar un paquete de acuerdos comerciales con Venezuela, pero resulta fácil darse cuenta que el líder venezolano estuvo de acuerdo de realizar la ceremonia de la firma en Cuba con el objeto de facilitar un contacto informal entre Santos y Raúl Castro. El encuentro produjo una oportunidad para romper el impasse: el líder cubano dejó en claro que él entendía las preocupaciones de Santos y que a priori no tenía planeado asistir a la cumbre, pero destacó que la situación que el presidente colombiano describió como falta de consenso se debía por entero al unilateralismo de Estados Unidos.

En respuesta, Santos prometió a Raúl Castro que la participación de Cuba en futuros foros estará incluida en la agenda de Cartagena de Indias y le agradeció su asistencia a Colombia y a la cumbre para superar un grave problema. El Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Eduardo Rodríguez, dijo refiriéndose al “consenso latinoamericano” acerca de la exclusión de Cuba de los foros organizados por países del continente dominado por Estados Unidos que la participación de Cuba en la siguiente cumbre de “manera remota” no obstante sería imposible de pasar por alto. También mencionó que el 14 y 15 de abril son fechas en que los cubanos celebran el aniversario del colapso en Playa Girón de la intervención organizada por la CIA, siendo la cuestión que Cuba no ha sido ni es un país que se quiebre bajo la presión. En la Habana existe la confianza en que no solo los países miembros del ALBA sino también los de UNASUR y SELAC le brindarán su apoyo en Cartagena de Indias. En contraste, Washington en realidad podrá esperar ser apoyado exclusivamente por Canadá, que es un socio menor disciplinado de Estados Unidos cuya participación en operaciones subversivas contra Cuba es un secreto a voces.

Al visitar el foro de Cartagena de Indias, el presidente norteamericano tendrá que darse cuenta –de ningún modo esta será la primera vez—que la mayoría de sus colegas latinoamericanos están con Cuba. Las posiciones de Cristina Fernández de Kirchner y de Dilma Rousseff de Brasil captarán mucha atención y deberá tener presente que dentro de este contexto, los ministros de relaciones exteriores de los dos países, Héctor Timerman y Antonio Patriota expresaron una opinión compartida en la conferencia de prensa del pasado 14 del corriente en la ciudad de San Pablo, Brasil en el sentido que la cumbre de Cartagena de Indias debe ser la última en que Cuba esté ausente ya que la contradicción entre el título del evento y su carácter real se ha hecho imposible de explicar. Por otra parte, existe una amplia evidencia que los diplomáticos norteamericanos están trabajando de manera estrecha con los aliados regionales de Washington, México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá y Chile, para alinearlos en el campo norteamericano respecto de Cuba y coaccionarlos para que presionen al país para que rápidamente implemente reformas democráticas y de libre mercado, cosa que la Habana en cambio está introduciendo de acuerdo con su propia y cuidadosamente calculada pauta.

Estados Unidos se enfrentará en el evento con una gama de demandas a favor de Cuba planteadas por los países miembros del ALBA, SELAC y UNASUR y con llamados para levantar el bloqueo tal como lo requieren las resoluciones de la ONU. Sin lugar a dudas, el tema se destacará de manera prominente en el foro social que se celebrará de manera paralela a la parte presidencial del evento. Activistas de agrupaciones públicas, sindicales, estudiantiles y de indígenas americanos provenientes de toda América Latina irán en masa a Colombia para plantear sus puntos de vista en torno a desarrollos globales, la globalización forzosa norteamericana, las conspiraciones de la CIA que apuntan al derrocamiento de los regímenes populares y la instalación de bases militares norteamericanas en la región. Santos, no muy seguro de la asistencia de Evo Morales a la cumbre, lo invitó para que pronunciara una charla al cierre del foro social y Morales aceptó la invitación. El líder boliviano, durante su reciente gira por Austria, señaló que su país se hallaba en proceso de construcción del socialismo y que por lo tanto, al igual que Cuba, podría enfrentar acciones de Estados Unidos para aislarlo. Morales agregó que el advenimiento de regímenes marxistas era una tendencia latinoamericana permanente y señaló que la condición de miembro de Cuba le había sido suspendida como castigo por su socialismo. Los países antiimperialistas están siendo acusados falsamente de terrorismo, autoritarismo y narcotráfico, la historia se está repitiendo, agregó.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, anunció que él no asistirá a la VI ni a ninguna otra si la política norteamericana de aislar a Cuba no es refrenada. Correa criticó los foros latinoamericanos por no llevar al centro de la escena el grueso de los problemas del continente, tales como el bloqueo económico contra Cuba o la ocupación de las Islas Malvinas por parte de Inglaterra, señalando que la exclusión de un país latinoamericano de una cumbre latinoamericana no tiene sentido y que el derrame de retórica pro democracia dentro de este marco aparece completamente divorciado de la realidad. La declaración de Correa, duramente redactada, resonó como una advertencia lanzada en concierto por los regímenes populares contra la política de discriminar a Cuba.

Las Cumbres de las Américas se llevan a efecto cada tres años a menos que se produzcan circunstancias extraordinarias. La siguiente sería el año 2015 y la actual impresión es que Estados Unidos está resuelto a mantener a Cuba bajo presión cueste lo que cueste. Sin embargo, la desafiante Isla de la Libertad ha logrado sobrevivir medio siglo de agresiones, terrorismo y conspiraciones de parte de Estados Unidos. Los hermanos Castro que hace tiempo se han ganado un lugar en la historia de Cuba, exhiben una envidiable salud y energía y se les debe reconocer su capacidad para planificar con antelación y superar con creces a los rivales geopolíticos de Cuba –a veces, ocasionándole a Washington caer francamente en la histeria. El futuro es siempre un misterio, pero los hermanos Castro, ambos, siempre serán recordados como los líderes que derrotaron al imperio y los políticos latinoamericanos, al margen de sus opiniones, están derivando hacia el bando cubano en el conflicto Cuba-Estados Unidos.


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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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